Andelos: la lección romana del agua

Por: Edu & Eri (texto y fotos)
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[tab:el viaje]

Muchos son los retos a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI, desde el cambio climático hasta un aumento considerable de la población mundial. En esa lista de desafíos, y quizá consecuencia de ellos, el problema del agua, un bien cada vez más escaso cuyo uso racional se antoja imprescindible. ¿Cómo no derrochar ni una sola gota? Los romanos se hicieron esa pregunta, a la que respondieron con especial acierto en Navarra.

Algunos especialistas ya han acuñado el término de «oro azul» para referirse al agua. Si en el siglo XX el petróleo fue causa de muchas guerras, no sorprendería demasiado que en la nueva centuria sea el líquido elemento el que llegue a movilizar a ejércitos del mundo entero. Sin embargo, como en muchos otros asuntos, para tener una buena perspectiva hay que mirarse en el espejo del pasado y reflexionar sobre cómo aprovecharon nuestros antecesores sus recursos hídricos. En ese viaje en el tiempo el poblado romano de Andelos, en el corazón de la Comunidad Foral de Navarra, es una visita inexcusable. El principal activo de este yacimiento arqueológico es su sistema hidráulico, excelentemente conservado y todo un referente en la Península pese a que el poblado romano haya sido eclipsado por otros núcleos de interés del entorno.

Para llegar allí el mejor punto de partida es Pamplona, desde donde se tarda algo más de media hora en coche hasta alcanzar el término municipal de Mendigorra. El trayecto ya es en sí mismo un ejercicio de concienciación sobre la importancia del agua. Basta con mirar alrededor. Al norte de Puente la Reina (lugar de paso obligado), predomina el verde. Por contra, todo lo que queda al sur destaca por unos tintes amarillentos que nos recuerdan que sin un uso racional del agua el suelo pierde toda su riqueza. Esa impresión se corrobora nada más entrar al poblado, rodeado de un paisaje árido donde sólo se adivina el verdor en el horizonte.
La visita permite acceder a dos zonas diferenciadas. Por un lado está el grueso del yacimiento arqueológico, vallado, junto al que se encuentra un pequeño centro de interpretación. Sólo abre los fines de semana y en horarios un tanto extraños, por lo que lo mejor es informarse antes de ir. Por otro lado están las grandes construcciones relacionadas con el sistema hidráulico: una presa, un depósito regulador, los vestigios de un acueducto y el castellum aquae, todos muy bien conservados. Este segundo conjunto está excavado pero al aire libre, por lo que se puede visitar sin restricciones horarias.

Algunos especialistas ya han acuñado el término de «oro azul» para referirse al agua. Si en el siglo XX el petróleo fue causa de muchas guerras, no sorprendería demasiado que en la nueva centuria sea el líquido elemento el que llegue a movilizar a ejércitos del mundo entero.

¿A qué se debe esta separación, si todo forma parte del mismo conjunto? Como otros muchos núcleos del interior peninsular, Andelos fue abandonado en la baja Edad Media. La escasez de recursos económicos, la sobreexplotación del entorno y una terrible peste a mediados del siglo XIV condenaron a la villa a la despoblación. Si a eso le sumamos que se trata de un núcleo poco mencionado por los autores antiguos, no es de extrañar que pasase largos años en el olvido hasta que fue reidentificado y excavado.

Precisamente fruto de esas excavaciones es el hallazgo de su impresionante sistema hidráulico, clave para entender los secretos de esta tecnología romana. Llegados a este punto, lo mejor es calzarse las botas de montaña y dedicarse a explorar los alrededores. Por ejemplo, a 400 metros del aparcamiento del centro de interpretación se encuentra un enorme depósito de agua al que merece la pena acercarse para observar sus recios contrafuertes de contención y descender por unas escaleritas hasta su mismo fondo. El terreno estar embarrado casi siempre y hay que tener cuidado con los resbalones, pero sólo así, explorando con ojos de arqueólogo, comprenderemos la verdadera importancia de esta estructura que abastecía de agua a Andelos.

Este poblado romano, en definitiva, hace honor al espíritu de esta web de aunar viajes e historia y ofrece al visitante un viaje al pasado en toda regla. Partiendo de nuestro ajetreado siglo XXI y sus evidentes muestras de escasez de agua, podemos retroceder hasta un tiempo en el que ya se sabía que, sin ella, la vida no es posible. El yacimiento de Andelos quizá sea un desconocido en comparación con los grandes sitios arqueológicos de la Península Ibérica, pero desde luego no hay ninguno que le vaya a la par en lo que a sistema hídrico se refiere.

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[tab:el camino]
Andelos está en el término municipal de Mendigorra, a unos 30 kilómetros de Pamplona. Llegar desde la capital de la Comunidad Foral no es complicado, pero tampoco demasiado sencillo. Hay que tomar la A-12 (Autovía del Camino) y dejarla en la salida 23, a la altura de Puente la Reina. Allí buscaremos la NA-601 en dirección a Mendigorra y circularemos muy atentos a la señalización, pues según nos acerquemos al pueblo el yacimiento arqueológico está bien indicado.

[tab:una cabezada]
Aunque Mendigorra es una villa en la que su población se ha dedicado tradicionalmente a la industria, poco a poco va configurando una buena oferta turística. Para pernoctar en el pueblo existen dos casas rurales: Mendibil Borda y Orbara Etxea. Para los que les guste la acampada también disponene de una buena alternativa, pues el Camping El Molino está realmente cerca de Andelos.

[tab:a mesa puesta]
En Navarra comer nunca es un problema: espárragos, alcachofas, chorizo… La lista de productos exquisitos, con o sin denominación de origen, sobrepasa con creces los límites de este artículo. En Mendigorra hay varios bares en los que probar comida casera, pero nuestra recomendación es coger el coche y elegir entre un ameno tapeo por las calles de Pamplona (dirección norte) o una abundante pitanza en el Parador Nacional de Olite (al sur).

[tab:muy recomendable]
El poblado romano de Andelos es el mejor ejemplo de que Navarra ofrece muchos más alicientes que Pamplona, Olite o Tudela. Además de estos impresionantes conjuntos histórico-artísticos, a los cuales no hay que quitar ningún mérito, la Comunidad Foral presenta enclaves menos conocidos pero igual de sorprendentes. Desde la calzada romana de Cirauqui hasta el inverosímil Museo de la Trufa de Metauten, merece la pena darle una oportunidad a la cara menos conocida de una de las zonas más bonitas de Espaa.
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Comentarios (4)

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