Carretera austral: el SOS de la Natura

Per: Gerardo Bartolomé (text i fotos)
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“¿No conocen la Carretera Austral?"- Ens va preguntar la propietària d'una estada quan, fa molts anys, vam fer la nostra primera travessia a la Patagònia. En aquella oportunidad recorríamos la mítica Ruta 40 de Argentina, en cambio la carretera austral corre paralela a esta pero del lado chileno. En algunos tramos están separadas por tan sólo 60 kilómetros pero el ambiente que recorren no podría ser más distinto. Estepa semidesértica la argentina y húmeda selva valdiviana la chilena.

Algunos años después le dediqué tres semanas para recorrerla en casi todo su largo. Primer vam fer els gairebé dos mil quilòmetres des de Buenos Aires fins a la ciutat argentina de Esquel. Allà ens vam quedar dos dies i encarem l'estret congost del Riu Futaleufú (que en maputxe significa riu gran) que ens portaria a l'altre costat de les muntanyes. Tot just passem el lloc fronterer la baixada es va fer molt pronunciada. El camí voreja el riu que baixa amb una força increïble. En un revolt un grup de caiaquistes alemanys preparava el seu equip per efectuar aquesta perillosíssima baixada. En aquest mateix lloc, i 1904, 11 persones de la Comissió de Límits van morir a l'intentar explorar el riu en canoa.
El sinuós camí ens va portar a la simpàtica ciutat xilena de Futaleufú on vaig aprofitar per canviar pesos xilens. Seguimos hacia un lodge de pesca en el lago Yelcho. Ya estábamos en el mundo de la Carretera Austral: selva, les glaceres, muntanyes, ríos puros… a primera vista la naturaleza reina pero la verdad es que en el sur de Chile se está dando una batalla que, temo, la naturaleza perderá.

Durante muchos años el sur de Chile era inaccesible por tierra, así permaneció virgen con apenas un puñado de pueblos pesqueros y algunos colonos. En 1976 se iniciaron los trabajos de una carretera que conectara la región. A medida que avanzaba los pueblos crecían y aumentaba la cantidad de colonos practicando la ganadería.

Lo primero que queríamos visitar era la reserva de naturaleza Pumalín, sostenida por el millonario norteamericano Douglas Tompkins. Este hombre compró 270.000 hectáreas para preservar la naturaleza de la zona. Recibe todo tipo de presiones de parte de aquellos que bajo el lema del Progreso buscan asentar en la zona un enorme número de aserraderos. El parque es gratuito y perfectamente preservado. Recorrerlo es una gran satisfacción pero también es una lástima saber que, en algun moment, Tompkins será derrotado por el proyecto hidroeléctrico que hará que por ese estrecho territorio pase una línea de alta tensión y, detrás de ella, las motosierras.
Nuestro viaje nos llevó más al sur. Tierra de glaciares que descienden de las montañas atravesando la selva valdiviana. Hace miles de años fueron ellos los que produjeron estos fabulosos fiordos y canales pero hoy, como en la mayor parte del mundo, estos glaciares están en retroceso. No obstant això, su belleza sigue siendo sobrecogedora.

el impacto ambiental de la construcción implica la creación de un pueblo de unas 5.000 personas en medio de la nada

En Puyuhuapi un emprendimiento de bajo impacto ecológico permite a los visitantes, casi todos europeos, sumergirse en piletas de aguas termales y, cuando la temperatura corporal es alta, zambullirse en la espejada y helada agua salada del fiordo que se conecta con el mar a decenas de kilómetros de distancia. El mismo emprendimiento organiza excursiones en barco al espectacular glaciar San Rafael.
Después de descansar un par de días en el pequeñísimo pueblo pesquero de Port Cignes, donde disfrutamos de una legítima experiencia de alejamiento de la civilización. Nuestro camino hacia el sur nos llevó a la zona de Coyhaique, donde nuestro corazón quedó enmudecido. Unos cincuenta kilómetros antes de la ciudad repentinamente termina la selva valdiviana y los pastizales cubren todo. Los colonos quemaron el bosque para poder explotar la ganadería. En la década del cuarenta eran tanta las quemas que el gobierno decidió prohibirlas. Pero lejos de cualquier control gubernamental un incendio forestal, supuestamente de origen natural, quemó miles de hectáreas, pero sospechosamente sólo en las propiedades de los colonos. A partir de entonces los controles se intensificaron y los fuegos se detuvieron pero el daño ya estaba hecho. Actualmente se puede apreciar el esfuerzo por reforestar, pero no con especies nativas, de lento crecimiento, sino con pinos europeos.
El proceso de deforestación que se vivió en Coyhaique es igual al que se vivió en la isla de Chiloé durante el siglo XIX y sobre las márgenes del lago Llanquihué en el siglo XX. De hecho el nombre de selva valdiviana se origina en el bosque que circundaba la ciudad de Valdivia hace dos siglos. Hoy el bosque se encuentra a 500 kilómetros más al sur. La història d'aquestes regions m'omple de pessimisme sobre el futur de l'hàbitat que veiem en recórrer la carretera austral.

Finalment en l'últim tram del nostre viatge vam visitar la zona més amenaçada pel progrés, el riu Baker, el desagote natural del Llac General Carrera. És el riu de major cabal de Xile, d'aquí el seu potencial hidroenergético, però es troba a més de 1.000 quilòmetres dels centres de consum. Per això una hidroeléctrica allí no sólo inundaría gran parte de la selva sino que también las líneas de alta tensión arrasarían miles de hectáreas de bosque para llevar la energía a las lejanas ciudades al norte. A esto se agrega el impacto ambiental de la construcción que implica la creación de un pueblo de unas 5.000 personas en medio de la nada. Actualmente en Chile hay un gran debate sobre las hidroeléctricas.

Y así llegamos al final de nuestro recorrido en la Carretera Austral: naturaleza exuberante, lodges ecológicos, pueblos pesqueros, les glaceres, aguas termales y una reserva de un millonario norteamericano pero también presión de colonos, aserraderos, obras hidroeléctricas y líneas de alta tensión.
Per a mi, el final es anunciado…

Contacto@GerardoBartolome.com
Gerardo Bartolomé és viatger i escriptor. Per conèixer més d'ell i el seu treball ingressi a www.GerardoBartolome.com

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Comentaris (3)

  • santiago

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    Fins ara no he llegit res realment negatiu de Douglas Tompkins. Sin embargo siempre se pone en tela de juicio sus compras para preteger reservas naturales. En Argentina le debemos al parque nacional Monte de Leon en Santa cruz. La compra de terrenos en los esteros del hiberá también generó controversia y la gente sigue dudando de su altruismo. Hoy me enteré por TN Ecología de la muerte de dos activistas defensores de la naturaleza por parte de los taladores y no a trasendido en los medios. Muy bueno el articulo Gerardo.

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  • Gerardo Bartolomé

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    Tompkins pertany a dos dels grup més odiats del món: es norteamericano y es millonario. Eso explica mucho de lo malo que se dice de él.

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