Pátzcuaro: la nit dels morts

Per: Javier Brandoli (text i fotos)
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La senyora Lluïsa està en la mateixa cadira, el mateix dia de l'any i davant les mateixes fotos que porta resant des que un a un ells fossin marxant. Des de llavors, la nit de l' 1 de novembre, ella prepara amb cura el seu altar, col·loca les seves fotos i encén unes espelmes que li ensenyin els seus morts el camí, el camí de tornada a la llar. Estem a Pátzcuaro, Michoacán.

Junto a ella están sus dos sobrinos, su hermano y su cuñada. Todos pasan la noche charlando en un jardín de su casa donde con la amabilidad propia de la tierra nos han invitado a entrar. Estamos en Patzcuaro, en Michoacán, una tierra donde el lago se enciende en llamas que, como el Caronte, lleva ánimas de aquí a allá.

La señora Luisa, tras hacernos un sitio en un banco y ofrecernos un ponche caliente que sabe a miel y fruta, nos dice que las dos fotos de arriba son la de su padre y su madre y la de abajo, que su altar tiene tres pisos, la de su suegro. Momento que aprovecha su hermano para explicarme que “los altares que cuentan con tres pisos significan que los de la parte de arriba eran gente importante, con dinero”, em diu. Y yo entiendo en su sonrisa ladeada que me quiere explicar que sus padres eran gente acomodada y no puedo dejar de mirar de reojo la foto del suegro, dos pisos más abajo, y reflexionar que el hombre no puede permitir igualarse ni cuando ya está muerto.

Y entonces la señora Luisa me detalla que le ha colocado a su padres un Nescafé, “que a él le gustaba eso”, y a su madre un café de puchero, “que a ella le gustaba aquello”. Y veo un cigarro, porque su padre fumaba, y algo de Tequila y algunas comidas que me asegura que “mañana cuando nos las comamos ya no sabrán a nada, el sabor se lo quedan los espíritus”. Afirmación que su cuñada confirma con un, “mañana esa comida no sabe a nada, així és ".

Y yo lo creo todo, porque no hay nada que dudar en esa noche de muertos vivos y de vivos muertos, y me retiro con cuidado de no pisar las flores de cempasúchil que, me dice la señora Luisa, que forman un fila en el suelo “porque le indican a nuestros muertos el camino de vuelta al hogar”.

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