Dos meses en La Habana: el respeto a lo diferente

Por: Diego Cobo (texto y fotos)
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A punto de cumplir dos meses en La Habana, empiezo a crear mis propias ideas de la vida social, de la extendida escasez material y de los diferentes nexos de las relaciones entre las personas. En definitiva, comprendo un poco más la realidad cubana. Sin embargo, como dije en la primer entrada (“viajar es un arte”), quería hacer una serie de reflexiones sobre la vida en un país subdesarrollado o en vías de desarrollo, como lo denomina el lenguaje más burocratizado. ¿Cómo comportarse? ¿Cómo actuar? ¿Cómo debemos de vivir sin airear nuestro tan integrado etnocentrismo?

La primera vez que debí de ser consciente de lo difícil que resulta actuar de buena fe y respetar, a la vez, una cultura diferente, debió de ser en la India. Aquí, en Cuba, no hay personas extenuadas o tiradas en mitad de la acera como en los países más pobres del mundo. No exageraría si digo que por las calles de La Habana se ve menos indigencia que por las calles de Madrid. Aquí habrá escasez, pero no miseria.

Por las calles de La Habana se ve menos indigencia que por las de Madrid. Aquí habrá escasez, pero no miseria

Aún así, el extranjero sigue siendo el foco de todas las miradas; un reclamo, en fin, con dinero al que poder sacarle algo. Hasta aquí, como en cualquier país con un mínimo de tradición turística, las cosas suceden igual. Pero a lo que quería referirme es a nuestra manera de actuar y de integrarnos sin pasar la línea del respeto por lo diferente.

El otro día bajé a comer pizza debajo de mi casa a un pequeño puesto. Allí, en la cola, había un chico y una chica adolescentes comiendo una cada uno. Cuando la acabaron, pidieron otra. Las pizzas no son caras, pero con los salarios cubanos, 10 pesos cada una pizza sí supone un gasto significativo. Me surgió una duda: “¿Les pago la pizza? A mí no me supone apenas nada y para ellos quizá sea un mundo. Y, quizá, les alegraría la tarde”.

¿Cómo puedo ayudar a los demás de manera directa, sin perderme en el laberíntico e incierto sistema de las ONG?

Este tipo de actitudes le vienen a uno a la cabeza siempre que trata de colarse en la piel de los demás. Ayudar a personas. Pero, ¿mostramos con estos comportamientos una especie de superioridad? ¿Cómo puedo ayudar a los demás de manera directa, sin perderme en el laberíntico e incierto sistema de las organizaciones que se dedican a ello?

Puede ser comprensible que las personas que se decidan a ayudar de cualquier manera desconfíen de ONG u otros organismos. Al fin y al cabo, éstas inciden a nivel macro cuando nosotros queremos ver que nuestro dinero tiene resultados inmediatos: una niña que come más, un niño que puede ir al colegio, un tejado nuevo, una bomba de agua… Y, en ocasiones, apoyar económicamente un proyecto puede resultar poco palpable en sus resultados, al menos a corto plazo.

Si damos dinero a los niños callejeros quizá estemos contribuyendo a que sus padres les envíen a realizar ese “trabajo” en lugar de ir a la escuela

En mi opinión, el enfrentamiento entre estas dos visiones es la que nos hace sacar la cartera en ocasiones: ver a dos adolescentes comer una pizza es gratificante. Pero creo que tenemos que trascender esa necesidad tan humana del placer inmediato. No hablo del caso de Cuba, donde, como decía, no existe la miseria que arrasa medio mundo, pero sí de otros países turísticos en los que ayudar a los demás puede resultar contraindicativo. Si, por ejemplo, damos dinero a los niños que merodean por la calle, quizá estemos contribuyendo a que sus padres les envíen a realizar ese “trabajo” en lugar de ir a la escuela. Además, ese dinero no irá directamente destinado para la criatura, sino para su hogar.

Hay quienes han apuntado a esa bondad como principal razón del auge de precios para el turista, pues en ocasiones se dan propinas exageradas ya que el precio del producto es escandalosamente barato. En realidad, lo que podría ser una buena intención, se convierte en una distorsión y el mismo producto podrá subir de precio ante estas repetidas acciones.

La bicicleta que he traído pienso regalársela a alguien que la necesite, y la almohada que me he comprado, y la guitarra…

Las buenas intenciones nunca son suficientes. En cierta ocasión, un hombre me confesó que quería enviar a África un cargamento de pan “para darle a la tierra” lo que ella le había dado a él. Él, propietario de una gran empresa, puedo asegurar que lo manifestaba sin ningún interés oculto (desgravar, darse publicidad, etc); simplemente, quería ayudar. Pero las consecuencias de ese acto tan admirablemente altruista, tan bienintencionado, pueden causar consecuencias no deseadas como arruinar a los productores de pan locales, distorsionar precios, crear un mercado clandestino con nuestros productos…

Actuar en otros sistemas sin integrarnos en él puede causar este tipo de contradicciones. En cooperación al desarrollo, las necesidades las identifican organizaciones locales después de hacer exhaustivos estudios. No defiendo con esto apoyar nada ni dejarlo de apoyar, sino hablar de casos reales que nos hagan pensar la manera de ayudar a los demás sin ponernos demasiado puristas (la bicicleta que he traído pienso regalársela a alguien que la necesite, y la almohada que me he comprado, y la guitarra). Solo que, a veces, desde nuestra inconsciente buena voluntad podemos alterar el curso de una sociedad diferente.

Hay quien desea pasar unas vacaciones diferentes y se propone “meterse en una ONG”. ¿A hacer qué?, me suelo preguntar

Hay quien desea pasar unas vacaciones diferentes y se propone “meterse en una ONG”. ¿A hacer qué?, me suelo preguntar. ¿Qué puedes aportar tú en un mes que no puedan aportar ellos? Es cierto que, en ocasiones, es necesario este personal cualificado (médicos o profesores) cuando en el país de destino carecen de una infraestructura, pero no hay que olvidar que las personas de países en vías de desarrollo saben hacer muchas más cosas en su entorno de las que podríamos enseñarles nosotros.

En fin, estas reflexiones sólo son un canto al respeto por lo diferente y a no entrometernos en el transcurso de las culturas. A veces, las buenas intenciones están muy reñidas con el respeto. Y nos vamos a casa sonriendo pensando que somos buenísimos ciudadanos.

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Comentarios (18)

  • cris

    |

    Totalmente de acuerdo con tu artículo!! .. creo q lo único q podemos aportar en este tipo de estancias es, a lo sumo, entender un poco más otras situaciones y/o culturas, pero poco más ..

    Muchas veces parecemos elefantes en una cacharrería, con el daño que esto puede hacer en algunos entornos muy frágiles!.

    Saludos y felicidades por vuestros artículos, siempre son estimulantes.

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  • javier brandoli

    |

    Me parece que haces una reflexión muy interesante Diego. Es un tema recurrente en mi cabeza y en mis conversaciones. Yo vivo en un país muy pobre, Mozambique, donde hay bolsas de miseria muy duras. ¿Cómo ayudar? ¿Mi mentalidad o la suya? ¿La impongo o me adapto? Porque si me adapto tengo que aceptar que una niña se convierte en mujer con la primera menstruación; que un niño es una mano de obra lógica porque puede producir y lo que hace falta es producción para sustentar una familia; debo aceptar que la comunidad, por la filosofía Ubuntu africana, está por encima del individuo, por lo que si alguien roba para repartirlo entre los suyos está haciendo bien aunque me robe a mí y mis cosas… Todo un mundo complejo en el que situarte, comprenderlo e intentar convivirlo con la dureza de ver tan cerca la pobreza, la falta de medicinas y tus ganas de ayudarlos. ¿Te doy peces o te enseño a pescar? y ¿qué pasa si observo que cuando te enseño a pescar no quieres apprender? ¿Te dejo y no comes? ¿Y si no se te da bien pescar? ¿te dejo? Y si cada vez que yo pesco contribuyo a que tu no lo hagas porque ya estoy yo haciéndolo?¿Y si yo me voy quién pesca?
    Diré en este extenso debate que el otro día charlando con una mujer con una inmensa cultura y vida africana me dijo algo que reflexiono ahora como punto de partida: «Creo que la cooperación no debe nunca hacer lo que es responsabilidad del Gobierno. La sanidad y la escuela son obligaciones que deben mantener los gobiernos, no las ONG. Hacemos un flaco favor ejerciendo de gobiernos. La gente no pide responsabilidades a sus gobernantes, que no las tienen, y los gobernantes pasan como hacedores de materias que no realizan. Se prostituye todo el sistema», me explicaba. Una cooperación sana debe invertir en transferir conocimiento o en estructuras sociales fuera de las instituciones políticas. Derechos civiles, movimientos culturales, asociaciones ciudadanas….Eso debe ser la cooperación». Me pareció un punto de vista interesante.
    Por último, hay otro debate terrible y que puede caer ne la demagogia: ¿la cooperación puede ser una profesión? ¿Cuánto cuesta mantener a los cooperantes? ¿Sin ellos se realizan los proyectos? ¿Una comunidad sin el empuje de una persona de fuera es capaz de cambiar su inercia?
    Abrazo y gracias Diego por el debate

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  • cris

    |

    Se podría abrir un largo debate tras el artículo, ya que considero que la cooperación (y sus ramificaciones) es un tema complejo, pero en el que deberíamos preguntarnos, antes de cualquier colaboración, «¿sabemos lo que quieren aquellos comunidades donde vamos a interferir y .. ¿nos lo preguntamos siquiera? .. o simplemente imponemos nuestra voluntad, aquello que creemos que “debe” tener y “aspirar” como sociedad, sin pararnos a pensar (1) si nosotros como sociedad somos alguien para imponer nuestro modelo a otras sociedades; (2) si realmente nos ha ido tan bien como para considerar nuestra evolución un modelo a seguir; (3) si estamos proporcionando herramientas adecuadas para canalizar y colaborar en el desarrollo de la sociedad, o bien estamos en realidad ayudando a perpetuar el “status quo” actual.

    Me gustó una frase que leí una vez del teólogo brasileño Leonardo Boff:

    «Hay que eliminar el concepto de ayuda paternalista y misionera. Si vienen a «ayudar» no sirven, mejor se quedan donde están. Si vienen para intercambiar y fortalecer conocimientos mutuos, entonces ¡Bienvenidos! “.

    Por otro lado, y a nivel individual, experiencias de este tipo pueden servirnos para entender otras sociedades y/o culturas, y a ser más respetuoso con las mismas.

    saludos y felicidades por el artículo.

    Cristina

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  • martin

    |

    En el camino inca en el 2008 uno de los porteadores me comentó que una ong española había hecho unos aseos en su comunidad ( haciendo el camino inca es un tema de conversación que puede surgir , el de los aseos ..).
    Me dijo que se los habían construido dos años antes pero que ya nadie los usaba y estaban completamente abandonados….

    seguro que la mujer africana que cita javier sabe de lo que habla.

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  • Mayte

    |

    Super interesante este tema. Totalmente de acuerdo con lo que transmite el artículo. Despues de haber vivido años en Africa y ver a muchas ONGs jugando a samaritanos haciendose un favor a si mismas, una no puede dejar de preguntarse este tipo de cosas. Como dijo la amiga de Javier, hacemos un flaco favor ejerciendo de gobiernos. Se prostituye todo un sistema que cuesta mucho poner en funcionamiento.Una cooperación sana debe invertir en transferir conocimiento o en estructuras sociales.

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  • diego

    |

    Interesante y difícil debate!

    Si que la cooperante pienso que es necesaria cuando se aporta a las instituciones de otro país conocimientos de las que ellas carecen. Pero es cierto que es todo un complejo mundo también de intereses. ¿Qué hace España cooperando con países donde el problema no es la pobreza sino el saqueo?

    También creo que un problema es la poca eficiencia que existe. De 100 euros, ¿cuánto llega realmente a la población? Muy poco. En el camino, a veces uno piensa lo burocratizado e inservible de muchas acciones. La cooperación es necesaria y se hacen cosas interesantes. Pero también es un mundo de estrategias de los países. Ahora en España se la están cargando y además de suponer grandes perjuicios para un sector laboral y grandes grupos de personas en los países, es una paletada. Porque estar presente en el tablero internacional es importante….

    También es cierto que mucha de la cooperación no se haría si no les explotáramos previamente y les pusiéramos trabas para que se desarrollen por su propia cuenta, o no apoyáramos dictadores para que tengan tranquila la zona… También hay mucha hipocresía. Y en cuanto a si debe de ser una profesión… pues yo pienso que como muchas cosas. Para saber hacer las cosas bien es necesaria una preparación y un “buen hacer”, y conocimientos técnicos en diferentes áreas (ingeniería, gobernabilidad, etc.).

    Resumiendo: como ideal la cooperación está muy bien, pero el problema es la manera de hacerlo a veces, pues la gente se preocupa más de su sueldo que de la repercusión a los demás… El año que pasé en la sede de la AECID lo comprobé. Y de qué manera. Pero el problema quizá no sea de las personas, sino de la institución, que en lugar de apoyar que en este sector estén los mejores técnicos, ahora los ha echado (porque no tenían contratos fijos) y ahora solo hay funcionarios, algunos de ellos caídos de rebote. Así, claro que no puede funcionar. Y si a eso le añadimos ideología… Por ejemplo, muchos de los puestos directivos en la anterior etapa estaban a cargo de técnicos. Ahora de diplomáticos-políticos.

    Salud.

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  • M. Gandhi

    |

    «Sé el cambio que quieras ver en el mundo.»

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  • diego

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    Interesante y difícil debate!

    Si que la cooperante pienso que es necesaria cuando se aporta a las instituciones de otro país conocimientos de las que ellas carecen. Pero es cierto que es todo un complejo mundo también de intereses. ¿Qué hace España cooperando con países donde el problema no es la pobreza sino el saqueo?

    También creo que un problema es la poca eficiencia que existe. De 100 euros, ¿cuánto llega realmente a la población? Muy poco. En el camino, a veces uno piensa lo burocratizado e inservible de muchas acciones. La cooperación es necesaria y se hacen cosas interesantes. Pero también es un mundo de estrategias de los países. Ahora en España se la están cargando y además de suponer grandes perjuicios para un sector laboral y grandes grupos de personas en los países, es una paletada. Porque estar presente en el tablero internacional es importante…

    También es cierto que mucha de la cooperación no se haría si no les explotáramos previamente y les pusiéramos trabas para que se desarrollen por su propia cuenta, o no apoyáramos dictadores para que tengan tranquila la zona… También hay mucha hipocresía. Y en cuanto a si debe de ser una profesión… pues yo pienso que como muchas cosas. Para saber hacer las cosas bien es necesaria una preparación y un “buen hacer”, y conocimientos técnicos en diferentes áreas (ingeniería, gobernabilidad, etc.).

    Resumiendo: como ideal la cooperación está muy bien, pero el problema es la manera de hacerlo a veces, pues la gente se preocupa más de su sueldo que de la repercusión a los demás… El año que pasé en la sede de la AECID lo comprobé. Y de qué manera. Pero el problema quizá no sea de las personas, sino de la institución, que en lugar de apoyar que en este sector estén los mejores técnicos, ahora los ha echado (porque no tenían contratos fijos) y ahora solo hay funcionarios, algunos de ellos caídos de rebote. Así, claro que no puede funcionar. Y si a eso le añadimos ideología… Por ejemplo, muchos de los puestos directivos en la anterior etapa estaban a cargo de técnicos. Ahora de diplomáticos-políticos.

    Salud.

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  • Elena

    |

    En relación al último párrafo de tu comentario,Diego, no estoy de acuerdo. A mí por el contrario, me da mucha más confianza que la AECID se integre por funcionarios y diplomáticos (que no políticos),me consta muy bien preparados y con mucha vocación que han superado oposiciones durísimas para ejercer ese trabajo concreto y no «de rebote» como tú dices. De hecho,las colocaciones «a dedo» por intereses del partido de turno,se dan generalmente en el caso contrario.

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  • Olga Moya

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    He reflexionado muchísimo acerca de todo este embrollo, sobre todo tras una estancia en un hospital de Sierra Leona en el que me alojé quince días para escribir un reportaje. El hospital estaba hermanado con otro su homónimo de Barcelona, y diferentes cargos de éste último me pusieron al corriente de los peligros de la cooperación. Cualquier decisión que se tome debe haber estado puesta en tela de juicio varias veces y, sobre todo, analizada desde una perspectiva local. Nuestras todopoderosas soluciones occidentales pueden no tener espacio en el África actual. Por ejemplo, ¿de que serviría hacer test de diabetes si aquí no tienen insulina para tratar la enfermedad? ¿Y comprar un TAC si ningún profesional sabe leer los resultados? ¿No habrá otras necesidades más inmediatas? Construir la casa desde los cimientos o por el tejado: he aquí la cuestión. Recuerdo un caso real que incluía mujeres, sida y niños. En los países occidentales substituímos la leche de la madre por leche artificial con el fin de paliar la infección vertical del virus. Y diversas iniciativas provenientes de occidente que han querido exportar esta fórmula hasta el continente africano han fracasado estrepitosamente. El problema es que nos movemos en realidades muy diferentes. En primer lugar, si un programa en el que se ofrecen biberones y leche artificial a las recién estrenadas madres se interrumpe, éstas ya no pueden alimentar a sus hijos puesto que se les ha retirado la leche del pecho. Y algo que se ha hecho por ayudar, acaba por entorpecer. Además, en países de este tipo existe una escasez de recursos que debe tenerse en cuenta. Si las mujeres preparan el biberón con agua que no es potable, por ejemplo, puede ser peor el remedio que la enfermedad. Existe también una realidad cultural que debe ser contemplada en el momento de iniciar un programa de este tipo. En África la lactancia artificial no es común ni está socialmente aceptada. Muchas mujeres la rechazan simplemente porque no forma parte de su modo de proceder habitual o, en algunos casos, porque en caso de dar el biberón al bebé tanto el marido como la familia sospecharían que está infectada. Así, las mujeres les dan a sus hijos el biberón cuando están solas y el pecho cuando están en compañía, cosa que según estudios recientes provoca que aumente el riesgo de contagio en lugar de disminuir, concluye la doctora.

    En definitiva, con tener buena intención no basta. La cooperación bien entendida debería nacer de personas que conocen muy bien la realidad de la comunidad a la que se quiere echar una mano.

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  • Juancho

    |

    Me entusiasma y angustia el debate de la cooperación. Me emociona y me duele. Hay mucho en juego. Acertar es importante. Cada error, ya sea personal o de una organización, puede hacer mucho daño a muchos. Soy miembro de una Asociación. Colaboramos con Nicaragua. Hace años, conseguimos mucha pasta para crear pequeños centros de salud en comunidades de campesinos aislados por terrenos agrestes e infraestructuras inexistentes….

    Hoy, esos centros de salud no se usan. No tienen para pagar las medicinas, o para costear el sueldo de alguien que se dedique a estar 10 horas al día allí para atender a los vecinos. Son todos campesinos, todos se van al campo. No se tratan las enfermedades. Y cuando estas se convierten en graves, viajan seis horas hasta el hospital más cercano.

    ¿Hicimos mal en construir los centros de salud? Puede ser, pero antes de juzgar, pensar en esto: Ellos nos los habían pedido. No quisimos pensar por ellos, así que les preguntamos… qué es lo que os hace falta en la comunidad? Cómo podríamos ayudaros? Nos dijeron que lo más importante era la salud, y que necesitaban un centro médico.

    Desde ese punto de vista, me quedo con lo que dce Javier que le dijo esa mujer: “Creo que la cooperación no debe nunca hacer lo que es responsabilidad del Gobierno. La sanidad y la escuela son obligaciones que deben mantener los gobiernos, no las ONG. Hacemos un flaco favor ejerciendo de gobiernos».

    Y sin embargo, los gobiernos no hacen nada, generalmente, salvo corromperse con el dinero fácil. El 60%!!!!! del PIB de Nicaragua es ayuda a la cooperación…. Eso demuestra que el mundo es solidario, verdad? Y sin embargo, nunca en mi vida he visto un pueblo tan resignado y conformista como el de mis queridos «nicas». Es desesperante ver, tantas veces, lo fácil que les resultaría mejorarlo todo… Y la pasividad con la que prefieren mirar hacia ti con ojos que dicen… «Soy pobre, no sé nada… ¿Te importa hacerlo por mi?». Ahí está la angustia. ¿Qué hay que hacer? Volviendo al texto inicial de Diego… ¿Damos dinero a los niños en la calle para que los padres perpetúen el encargo de salir a mendigar cada mañana? ¿No les damos y entonces si se mueren de hambre, allá penas?

    Solo una cosa más, perdón por el rollo.

    Hay una cosa con la que discrepo de todos: las «vacaciones solidarias». Creo que sirven, y mucho.

    El cambio social empieza en el corazón, en el alma. Nosotros estamos en este debate. No sabemos si lo hacemos bien, pero nos preguntamos cómo habría que hacerlo para hacerlo bien. Otros ni siquiera han llegado ahí. Ni siquiera piensan que merezca la pena pensar en ayudar al prójimo. «Yo estoy aquí -sienten-, en mi estupendo (ahora no tanto) primer mundo, y tío, ya lo siento, te ha tocado nacer en la India y ser un paria…. A ver si en la próxima vida tienes más suerte».

    No quiero presumir de superioridad moral, porque no la siento. Vivo en Madrid tan ricamente y tengo todo lo material que me da la gana a cambio de un trabajo que desprecio y en el que solo sigo por las comodidades materiales que me proporciona. Solo quiero decir que antes de 2003, cuando hice unas Vacaciones Solidarias, no pensaba en la cooperación, ni en la solidaridad, ni se me pasaba nunca por la cabeza que el 80% de la humanidad vivía mucho peor que yo. Desde entonces sí lo pienso. Y eso, al margen de cualquier otra consideración, me parece bueno.

    Saludos a todos. Un placer este blog, como siempre

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  • javier brandoli

    |

    Estoy de acuerdo en parte contigo Juancho sobre las vacaciones solidarias: a ti te sirvió para tomar conciencia, pero ¿y a ellos? ¿Es bueno que alguien, que además muchas veces carece de la cultura del trabajo a medio o largo plazo (multitud de factores para eso) entienda que subsiste cada año con un grupo de occidentales que vienen a pintar los muros de su aleda? Es decir, el objetivo es noble ¿pero el resultado lo es también? El no pinta sus muros, no arregla su huerto o no se pone sus medicinas, todo cosas que puede y debe hacer. ¿Cuándo no haya turistas que arreglen los huertos, quién lo hace? ¿Sabrán? El problema es que no hablamos de la ayuda a una familia, hablamos de una comunidad, de un mensaje de subsidio.
    En 2011 hablé con unas médicos españolas que llevaban tres años en el norte de Mozambique. Su respuesta: «Creo que les hemos venido peor. Cuando llegamos sabían ponerse una inyección, ahora ya no saben ni tomar una aspirina. Nosotras nos iremos pronto».
    Sobre la intromisión cultural de la que habla Cris y el conocmiento que dice Olga, que me parece el gran debate en este tema: creas todo un programa para parar el Sida. Intentas frenar el contagio de las relaciones extramatrimoniales con progamas de concienciación y sexo seguro. El hombre en muchos casos no lleva condom, bien proque no le gusta, bien porque son relaciones esporádicas y no está preparado. Entonces descubres que el hombre y la mujer durante el periodo de lactancia no mantienen relaciones sexuales porque creen que hacerlo contamina la leche de la madre. Un año en el que un matrimonio no tiene relaciones. ¿Qué pasa con el programa de contención del Sida? ¿Habría que explicarles que la leche no se estropea? Y si lo hago, ¿no acabo con su cultura, no les igualo a mí? ¿Y si añadimos que las mujeres no toman huevos o las patas del pollo porque creen que si lo hacen no se quedan embarazadas? ¿Les epxlicamos que es ridículo, que es una forma del hombre de comer y cenar pata de pollo y asegurarse el único huevo que puede que dé la gallina? ¿Y a las mujeres embarazadas que comen arena porque creen que es bueno para el bebé qué hacemos? Mueren muchos niños en el vientre por eso. ¿Nos entrometemos o no actuamos? ¿Y con los curanderos y hechiceros, que matan miles de personas cada año en África? Tratan el sida o la malaria como un mal de ojo o con hierbas. Generan violencia y hasta muerte en las propias comunidades con soluciones enloquecidas. En muchos casos, los enfermos llegan al hospital ya casi muertos y fallecen en horas por esperar semanas con tratamientos ridículos. Los curanderos son parte de la cultura más profunda africana, son parte d ela esencia de este lugar. Intentando curar el sida con sus hierbas culturales lo que pasó es que hay una generación y media de africanos muertos en la cuneta. ¿Qué hay que hacer, intervenimos? ¿Y el voto individual y no grupal que corrompe la democracia pero que se basa en la cultura del ubuntu africana? Vistos uno a uno da la sensación de que hay que intervenir en cada uno de los ejemplos anteriores y sumados todos es una auténtica invasión cultural. ¿Por qué no aplicarles a ellos lo que yo quiero para mi? Hace cuarenta años mi país no tenía democracia, las mujeres eran amas de casa casi sin ningún derecho, los homexuales eran apaleados, el analfabetismo existía y los líderes religiosos ejercían un control más social que moral en le que se castigaba todo (una herencia cultural de siglos). Todo eso cambio gracias a influencias extranjeras o si se quiere a una lógica que me hizo más parecido a un francés, un alemán, un inglés y un norteamericano. ¿Y qué prefiero ser tan distinto como lo era antes? ¿Y ahora en plena crsisi política y social, con escándalos de corrupción sangrantes, no me gustaría ser un poco más un aburrido tipo del norte de Europa que no mete mano en la caja? Y si también, como quiero, tomo conciencia social de lo público y dejo la picaresca, y dejé de curarme con estampitas de la virgen, y me pongo un condom y hablo idiomas y… ¿Me estoy faltando el respeto por dejar de ser esencialmente español? ¿Me invadieron culturalmente o me di cuenta de que había opciones mejores en el intercambio y las apliqué?

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  • Juancho

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    no tengo ni una sola respuestaa las preguntas que planteeas, Javier. Ni una sola. Como en el caso de las ablaciones. El otro dia dieron una pelicula en la dos sobre eso. Una chica de mali llego a Londres, milagrosamente se convirtio en una cotizada modelo. Anos despues anuncio que habia sufrido ablacion de nina, y pidio, en la sede de la ONU, que se prohibiera esta practica en toda Africa. La mitad de los paises lo prohibieron. Aun asi, medi millon de ninas son mutiladas cada ano. Tampoco tengo una respuesta para eso. Hay que eliminar esa practica de la cultura africana. Mi mente occidental dice que por supuesto. Pero, como se hace? Preguntas, todas… Respuestas, no tengo, amigo…

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  • Olga Moya

    |

    Yo suelo decir que no podemos pedir al mundo entero que evolucione a nuestro ritmo. Cada cultura tiene su propio tempo y me parece un error pedirle a todas que se desarrollen al ritmo que impone Europa o los EUA. Vivimos en un país en el que las mujeres solo hace 80 años que tienen derecho a voto, un país en el que nuestras abuelas vivían recluidas en casa y vestían una indumentaria que no difería demasiado de la que lucen algunas mujeres musulmanas -con colores oscuros y pañuelo en la cabeza-. ¿Qué son 80, 60, 40 años en la historia de la humanidad? ¿Por qué debemos ser nosotros los que marquemos el ritmo del desarrollo? Pero claro, todos estos argumentos se quedan cortos cuando uno observa las atrocidades que se cometen en algunos puntos del globo. ¿Qué hacer? ¿Dejar que se sigan cometiendo hasta que ellos solos «maduren»? ¿Intervenir con nuestro paternalismo habitual? Como Javi, como Juancho, como todos… tengo muchas preguntas, pero pocas respuestas. Algún día escribiré un post sobre todo esto para seguir alimentando el debate. Tengo muchos ejemplos y teorías varias que yo misma me refuto de diferentes aspectos del etnocentrimo y de la cooperación.

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  • Juancho

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    Esperamos tu blog con impaciencia, Olga. Aunque mucho me tempo que será para mi un nuevo catálogo de preguntas sin respuesta. A veces pienso q la cosa es facil de entender: somos tan distintas los unos de los otros, q casi nunca conseguimos entendernos…

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  • Lydia

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    Este artículo ha suscitado un debate muy interesante.
    Desde luego, surgen muchos interrogantes, pero tampoco encuentro las respuestas. Ante el hambre, enfermedades, injusticias, sentimos el deseo de ayudar, pero es muy difícil el cómo, por todo lo que ya habéis expuesto.
    Y como en el caso que explica Olga sobre dejar la lactancia materna para evitar la transmisión del sida, piensas que a veces es mejor no intervenir, aunque ésto plantea otra controversia: ¿No hacer nada sabiendo la solución a un problema?

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  • cris

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    Realmente interesante el debate que se ha abierto tras el artículo. De todas formas, me quedo con la sensación que hemos sido más dañinos que beneficiosos para aquellas sociedades en las que hemos ido a «cooperar», y no solo porque, de alguna manera, interferimos (tras el correspondiente saqueo previo) en la propia responsabilidad de sus gobiernos y sociedades civiles, sino porque además les encorsetamos para que su «progreso» siga un camino predeterminado, que quizás nos funcionó a nosotros, pero que no sabemos si tiene incluso sentido en otras sociedades.

    Y si a eso le añadimos cierto trasfondo de interés económico detrás (curioso el porqué está España tan presente en la cooperación en Mozambique o Senegal, por ejemplo, si no es por ciertos intereses pesqueros en la zona, por poner un ejemplo) me deja todavía con peor sabor de boca.

    En fin, como resumen me quedo con la ironía de una carta abierta a Madonna de un escritor keniano que, casualmente, leí ayer en prensa, y que refleja gran parte de este problema. “Gracias, pero podemos arreglarnos sin tu compasión».

    Aquí os dejo el enlace, vale la pena leerla entera: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2013/apr/12/madonna-open-letter-africans

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  • Sirus

    |

    Increible Post, viajo a la Habana por estudios en 1 mes, y soy de los que se le derrite el corazón cuando viene un niño a pedir o algún adulto le cuenta las penas que está pasando, y termino por darle todo lo que llevo(ya me pasó en el cairo),

    Gran error, porque así no ayudamos de verdad, solo se le ayuda enseñando a ganarse la vida sin necesidad de terceras personas.

    Es cierto que prosperar en ciertos paises es complicado, pero nuestro «acto de buena fe» no es más que el pan para hoy y hambre para mañana.

    Mi enhorabuena a Diego Cobos!

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