Estocolmo a pie: los diez mejores paseos

Por: Ricardo Coarasa (texto y fotos)
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Johannes Kyrka

Muy cerca de la comercial Sveavägen, en la calle Döbelnsgatan, se encuentra la iglesia neogótica de Johannes Kyrka, rodeada de un jardín salpicado de tumbas. No sé si debido a que la visité en un atardecer lluvioso o a mi propensión a los cementerios, pero lo cierto es que me pareció un reducto intemporal en el corazón de la ciudad. Desde aquí, unas escaleras conducen a Kunsgatan, la Gran Vía de Estocolmo con sus gemelas Kungstornen o torres del rey. El contraste no hace sino realzar a mis ojos el valor del silencio del parque de Johannes Kyrka.

Djurgardsbrunnskanale

Djurgarden es una de mis predilecciones de Estocolmo, pero si he de quedarme con uno de sus paisajes tengo clara mi elección: el canal que separa el parque de Ladugardsgardet. A pie o en bici, es uno de esos paseos que no se olvidan. Lo mejor es llegar a pie recorriendo antes la imponente hilera de viejas mansiones de Strandvagen.

Norr Malarstrand

Desde el coqueto parque de Tegnërlunden se continúa hasta llegar al puente que cruza a la isla de Kungsholmen, donde se encuentra el Ayuntamiento de la ciudad (se puede, y se debe, visitar aunque sólo sea para admirar su salón dorado). Desde la casa consistorial parte uno de los paseos más gratificantes de la ciudad, que discurre por Norr Malarstrand, un antiguo paisaje de industrias textiles junto a la bahía de Riddarfjärden, reconvertido en zona residencial hace un siglo, con encantadores muelles a lo largo del recorrido. Recomiendo continuar hasta el puente de Vasterbron (cuesta mas de 15 minutos cruzarlo) para llegar hasta el barrio de Söder.

El contraste con la animada Kungsgatan no hace sino realzar a mis ojos el valor del silencio del parque de Johannes Kyrka

Monteliusvägen

Precisamente en lo alto de la colina de Södermalm se encuentra mi lugar preferido de Estocolmo: el sinuoso paseo de Monteliusvägen, que regala unas magníficas vistas de la ciudad, y lugar propicio para escuchar promesas de amor eterno. Lo visité una mañana, caminando desde Zinkens Vag, una bucólica sucesión de pequeñas casas de campo del barrio de Zinkensdamm. Y regresé de nuevo otro día mientras la noche caía ya sobre la ciudad, ésta vez tras recorrer de punta a punta la calle Gotgatan hasta el puente de Johanneshovsbron (que lleva a Sodra Hammarby-Hamnen). En ambas ocasiones me cautivó el trazado campestre del paseo, su posición privilegiada sobre los barcos flotantes de Söder Mälastrand y la panorámica de Riddarholmen, Gamla Stan y el centro de Estocolmo.

Fjalgatan y sus casas de epoca

También en Söder, pero en la cara de la colina que mira a los muelles donde atracan los ferries (Stadsgärdshamnen) está la que para algunos es la calle más bonita de Estocolmo, jalonada de viejas casas de madera del XVIII antiguamente ocupadas por los trabajadores portuarios. Lástima que a nadie se le haya ocurrido prohibir el estacionamiento de coches en este tramo para preservar la añeja atmósfera de este barrio que parece haber elegido adrede alejarse, colina arriba, del centro de Estocolmo.

Stortorget

Ningún turista que visite Estocolmo dejará de pasear por Gamla Stan, el centro histórico de la ciudad, donde los imponentes edificios oficiales y las iglesias conviven con tiendas de souvenirs y artesanía, librerías y museos. Pasear por la concurridísima Västerlanggatan, la calle más comercial del barrio, puede llegar a resultar agobiante, pero a espaldas de ella hay unos cuantos rincones en los que el viajero recuperará seguro la intimidad con la ciudad. La plaza de Storgorten es uno de ellos. Vestigio de sangrientos ajustes de cuentas, el sabor medieval de esta plaza que alberga el Nobelmuseet (antiguo edificio de la Bolsa) es inconfundible, con su bella fuente de piedra. Un remanso en el ajetreo de Gamla Stan.

El sinuoso paseo de Monteliusvägen, que regala unas magníficas vistas de la ciudad, es lugar propicio para escuchar promesas de amor eterno

Skeppsholmen

En una ciudad de islotes hay que decantarse por alguno de ellos. La antigua base de la Armada sueca de Skeppsholmen es inconfundible desde cualquier punto de la ciudad por el barco de época atracado en sus muelles que hace las veces de albergue. La llegada a la isla a través del puente de hierro de Skeppsholmsbron, dando la espalda a la Strömjaken y a la monumental Nybrokajen, no hace sino presagiar este oasis cultural de paseos tranquilos junto a las aguas de Strönmen. Me llamaron especialmente la atención los racimos de buzones de colores amarrados a los postes junto a uno de sus muelles.

Kastellholmen

Tras recorrer de punta a punta Skeppshomen se llega al puente que cruza a la diminuta isla rocosa de Kastellholmen, coronada por un castillo del XIX donde cada mañana se iza la bandera la guerra. Se recorre en un santiamén, pero desde sus acantilados se percibe un Estocolmo más sereno, con el abanico de Södermalm y Gamla Stan frente a nosotros. Es, sin duda, una visita para un atardecer.

Prastgatan

Si tengo que elegir una calle de Gamla Stan, ésa es Prastgatan, que discurre paralela a la populosa Västerlanggatan y que tiene algunos rincones inolvidable, sobre todo cuando el día declina y las fachadas ocres de sus edificios resplandecen como nunca en el angosto empedrado. Hay aquí un lenguaje de pisadas y de conversación pausada, de bicicletas que duermen despreocupadas sobre los portales, una atmósfera de introspección que no presagia el bullicio adyacente. Y ése es su milagro.

En Prastgatan se adivina  un lenguaje de pisadas y conversación pausada, de bicicletas que duermen despreocupadas sobre los portales

Vanadislunden

Muy alejado de las rutas turísticas habituales, este parque del barrio de Vasastan encaramado a una colina fue una sorpresa inesperada. La imagen de la capilla de Stefanskapellet recortada sobre el skyline de Östermalm me dejó anonadado, al igual que comprobar la existencia de un complejo de piscinas casi centenarias. Hasta aquí hay que llegar paseando por Sveavägen para luego adentrarse en los bulevares de Östermalm haciendo una inexcusable parada en el Estadio Olímpico, al que se puede entrar sin mayores reparos hasta la mismísima pista de atletismo.

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Comentarios (3)

  • Vicente Guerola

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    Por asuntos personales, estuve una semana en Stocolmo es una ciudad que causo una muy grata impresion: edificios, museos,arte, su jente…
    He leido tus paseos y me a gustado la manera que lo descrives , un saludo.

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  • Ricardo Coarasa

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    A mí, que también estuve una semana y llegué por barco desde Helsinki, me causó la misma grata impresión. Y me quedan cosas por escribir aún… ¡Gracias Vicente!

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  • Johnb494

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