Grytviken: un brindis sobre la tumba de Shackleton (II)

Por: Raúl García (texto y fotos)
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En octubre de 1915, con los primeros días de sol, una grieta se abrió delante del Endurance dando la posibilidad de que pudieran avanzar. Sólo lo hicieron durante unos cientos de metros, volviendo a quedarse atrapados. Antes de acabar ese mismo mes, el barco crujió debido a la presión ejercida por el hielo sobre el casco. El explorador decidió que debían abandonar la nave. Una vez en tierra, los ojos de estos valerosos hombres vieron cómo su hogar se hundía para siempre en el fondo de las gélidas aguas.

Lejos de venirse abajo y hundirse, Shackleton viendo que el barco y las provisiones se habían esfumado dijo: «Ahora, regresaremos a casa». Cogieron lo necesario y partieron caminando hacia Cerro Nevado. Entre otras cosas, arrancó unas páginas de la biblia que la reina Alejandra había regalado al buque. Eran las del Salmo 23.

“¿De qué entrañas llegó el hielo?
Y la blanca escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
Las aguas están escondidas, como por una piedra
y el rostro de las profundidades está helado”

Los animales restantes tuvieron que ser sacrificados o usados como comida, algo extremadamente duro para todo el grupo, pero fue necesario. Durante tres días sufrieron avanzando, arrastraban los pesados botes de siete metros de eslora hasta que Shackleton decidió montar otro campamento y esperar a que el hielo se fracturara para poder seguir ruta. Estando en el nuevo campamento, continuaban moviéndose rumbo noroeste hacia las Orcadas del sur, debido al movimiento de la banquisa. A finales de enero de 1916 una tormenta los empujó hacia el otro lado del Círculo Antártico. Estaban a 240 km de la isla Cerro Nevado. No fue hasta abril cuando pudieron por primera vez navegar con los botes.

Se decía que era un buen bebedor y qué mejor manera de rendirle homenaje que ofreciéndole su bebida favorita

El paisaje es abrupto, como toda la isla. Las montañas están cubiertas por nieve. Las zonas más bajas están adornadas con musgo y matorral bajo típico de la zona. Los pingüinos, elefantes marinos y focas campan a sus anchas.Antes de entrar en el cementerio, me dieron un vaso de cartón con whisky. La costumbre es que te tomas un trago y el resto lo viertes sobre la tumba de Shackleton. Se decía que era un buen bebedor y qué mejor manera de rendirle homenaje que ofreciéndole su bebida favorita.

La navegación no fue fácil. Los botes sin motor navegaban a través de icebergs, con grandes olas, frío extremo y vientos fuertes intentando llegar a tierra. Después de más de 16 meses sin tocar tierra, alcanzaron Isla Elefante. Hicieron grupos para dejar esta isla, pues Shackleton entendió que su única salida era alcanzar la Isla de San Pedro, donde tenía constancia de la existencia de estaciones balleneras.

El paisaje es abrupto, como toda la isla. Las montañas están cubiertas por nieve y las zonas más bajas, adornadas con musgo y matorrales

Formados los grupos, un nuevo reto se abría ante ellos. La isla de San Pedro estaba a unos 1.300km. Tenían que cubrir esa distancia en un bote, cruzar un océano en invierno, enfrentarse a viento, nieve y olas de hasta 15 m de altura… Si esta nueva expedición, compuesta por seis personas, fracasaba, los 21 restantes tripulantes del Endurance se dirigirían en primavera a Isla Decepción.

Dieciséis días después, tras pasar penurias, tormentas, frío y desesperación llegaron a la bahía King Haakon. Ya estaban en la Isla San Pedro. Atravesaron la irregular y helada orografía de la isla para alcanzar finalmente la estación ballenera de Stromness. La odisea estaba a punto de acabar. Tan solo tres días más tarde, salieron hacia Isla Elefante y a la bahía King Haakon a rescatar al resto de la tripulación del desaparecido Endurance.

Aquí terminó la mayor muestra de honor, heroicidad y valor con la Antártida como escenario

Aquí terminó la mayor muestra de honor, heroicidad y valor con la Antártida como escenario, que hubiera acabado con la vida de todos sus protagonistas a no ser por Shackleton.

La tumba tiene un monolito de roca con una estrella tallada de nueve puntas en su parte más alta. Alrededor de la sepultura hay unos pequeños bordillos de unos 20 cm de alto. Justo debajo de Ernest Henry Shackleton, pone Explorer. Sin duda, la elección de la viuda fue acertada. Sus restos forman parte de una tierra que a punto estuvo de costarle la vida, una desconocida tierra para su época a la que, quizá por eso, se sentía atraído irremediablemente. Es difícil explicar qué sientes cuando estás delante de la tumba de alguien al que consideras el mayor explorador del siglo XX. Un nudo en la garganta me hizo que al poco whisky que ingerí le costara llegar al estómago.

Para volver a Ushuaia el mar nos concedió una pequeña tregua, las olas no sobrepasaban los seis metros de altura, para estos mares salvajes una fruslería.
La cita del fotógrafo de la expedición y mejor cronista de los viajes a los polos, Frank Hurley, no pudo describir mejor a Shackleton:

“Para la dirección científica dadme a Scott, para un viaje rápido y eficaz, dadme a Amundsen. Pero cuando estéis en una situación desesperada, cuando parezca que no existe una salida, arrodillaos y rezad para que venga Shackleton»

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Comentarios (6)

  • Daniel Landa

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    La odisea de Shackleton es tal vez la mayor hazaña de todos los tiempos. Gracias, Raúl, por recuperar hoy esta historia.

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  • Lydia

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    Me ha encantado el relato. Y la frase de Frank Hurley, es muy buena.

    Desde luego, fue una hazaña increíble.

    Y me gusta la costumbre del trago de whisky en el cementerio.

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  • Iria Costa

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    ¿Habéis leido Atrapados en el hielo? Fantástico libro y retratado de lo que pasó de verdad 🙂

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  • Raúl García

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    No hay de que Daniel.
    El libro que comentas, Iria, es estupendo, además viene con imágenes de la época, recomendable 100%.

    Un saludo!

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  • María

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    Me leí hace poco el libro que comentáis, el de Atrapados en el Hielo, de Caroline Alexander, y aún tengo la piel erizada. Desconocía el ritual del whisky en la tumba de Shackleton, sugerente detalle para el resumen de la que fue una expedición legendaria.

    En la misma obra se apunta también qué fue de cada uno de los marineros, científicos y demás tripulación del Endurance. Muchos de ellos regresaron a estas aguas, incluso para morir. ¡Qué tendrán estos mares y tierras del Sur que atrapan, maravillan y enloquecen!

    ¡Gracias Raúl!

    Pdt: Aquí tenéis una nueva seguidora de vuestros viajes al pasado 😉

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  • Gonzalo Enamorado

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    Hola, estoy estudiando un Master en Edición y estaría interesado en contactar con Rául García para solicitarle colaboración en el proyecto de fin de curso.

    Muchas gracias

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