La historia de las niñas soldado violadas a la que le faltaba una foto

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Por suerte, aunque hablaran de desgracias, he podido escuchar, ver y tocar ya unas cuantas de esas historias africanas, humanas, en las que se te agrieta la bilis. Aprendes, o te acojonas, o te sorprendes, pero no es una pose decir que tras vivir cada uno de esos momentos algo se mueve. Un circo de niños con Sida, las violaciones correctivas de lesbianas, tropas de soldados abandonados en el monte que viven como animales, la muerte… Todas a quemarropa, provocando momentos en los que no sabes dónde meter los ojos para no ofenderte a ti mismo descubriendo la cara de imbécil que se te pone cuando escuchas el desagradable sonido de los vómitos.

La cara de imbécil que se te pone cuando escuchas el desagradable sonido de los vómitos tan cerca

Sin embargo, nunca en mi vida he escuchado los relatos de la última semana. Un reportaje, el mejor que palpé nunca, y que no tiene acomodo donde yo quiero sacarlo (soy freelance además de corresponsal de un periódico y puedo vender a otros medios ciertas historias para ganarme mejor la vida). No lo tiene porque falta una foto que luzca en la página (ellas tienen miedo a las represalias, muy entendible, y no quieran salir dando la cara). Pero las revistas quieren fotos, la historia es lo de menos. Una foto grande y si puede ser muy dura para que con el pie de la instantánea y el título llamativo le dé tiempo también al lector de escudriñar en su café mañanero el amor que le espera a los Piscis esta semana y vaya con la información suficiente a la oficina a explicar a su compañero que el mundo es una mierda y que esta semana tampoco echará un polvo.

Nunca ni compartí ni entendí la idea de periódicos y revistas de arrinconar las palabras. “La gente no lee”, me han dicho casi siempre en los medios que he trabajado, mientras el jefe de turno se empeñaba en reducir el texto y poner muchos gráficos, sumarios, ladillos, fotos y cualquier elemento visual que hiciera creer al lector que estaba ante un póster y no ante una página de periódico.

Entendía con la misma sensibilidad informativa una portada que el anuncio de la Semana Fantástica

Siempre recuerdo que Alfredo Semprum, uno de los mejores periodistas con los que trabajé en mi vida, me encargó hace ya unos años que hiciera un largo reportaje sobre la revolución cubana. Lo hice y al rato vino a mi mesa y me dijo: “Está muy bien, pero se queda corto el final. He pedido que te acorten  la foto para que tengas más texto”. Alfredo, un viejo periodista, es de la escuela de las palabras. Yo, estupefacto, casi sentí pena del maquetador que tendría que buscar la olvidada herramienta de recortar fotos, que el tipo que llevaba aquel medio entendía con la misma sensibilidad informativa una portada que el anuncio de la Semana Fantástica.

Y mientras, las cifras van dando la espalda a todos los que apuestan por los álbumes de cromos. Cada vez menos periódicos que se venden, que la gente no es tonta y por el Twitter te enteras antes de lo que pasa fuera. Ventajas: haces amigos, es gratis y conoces también si tu ex está con otro. Inconvenientes: aquel ex jefe mío opina que es mucho texto y no lucen las fotos.

Inconvenientes del Twitter: aquel ex jefe mío opina que es mucho texto y no lucen las fotos

Y mientras, los corresponsales son una especie en extinción. Cada mes te llega un email que te anuncia que “por la bajada de lectores y la crisis  no podemos seguir pagándote…”. Supongo que habrá un día en el que se den cuenta de que hace ya tres email que no había opción de recortar más porque no pagan nada y al menos se molestarán en cambiar el encabezado de la misiva por un “por la bajada de lectores y la crisis te anunciamos que  tienes que pagarnos…”. No es broma, llegará.

En Madrid me reuní con un afamado periodista, que tiene una web muy poco afamada pero de la que él habla en sus afamadas tertulias televisivas de las que vive, que me ofreció venderme una sección pagando un fijo y él se quedaba además el 50% de los ingresos que yo consiguiera. Lo del porcentaje me explicó que era negociable. Su web, que yo no conocía, calculo que tiene una media de visitas cercana  a la decena mensual. Es una jodida basura. Él, encima, da lecciones vergonzosas con condescendencia a un imbécil, yo, que empezó por hablarle de África con el grave error de no llevar un mapa para situársela. De ahí no se trinca nada, me dijo.  “La gente no lee”, era su mensaje.

Sus vidas te hacen palidecer. Estremece cada relato

Y mientras, pongo una foto de las tres sombras de las protagonistas y una foto que me hizo una amiga investigadora que me ha ayudado con el reportaje invendible por carencia de grandes imágenes. En ella se me ve escuchando a una mujer que narra una historia tapada durante 20 años. Ella, junto a dos guerrilleras más, me explicaba su vida callada desde entonces. Un tabú, un secreto, una mentira aceptada por todos de mirar a otro lado. Me contaba la nada interesante historia de cómo fueron raptadas, violadas y convertidas en soldados con sólo 11 años. Sus vidas te hacen palidecer. Estremece cada relato. Como lo cuentan, lo que cuentan…Sus diez años de terror, de locura inenarrable (asesinatos, abusos, canibalismo…) Pero la gente no lee y esta es una historia de palabras, las suyas, a la que le falta aún una llamativa foto.

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Comentarios (17)

  • Ana

    |

    Por nuestro bien, espero que nos cuentes esa historia sin foto.
    Todo lo que dices son grandes verdades que dejan al descubierto grandes vergüenzas… Bravo

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  • Beatriz Vidal

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    Al igual que Ana, espero poder leer esa y otras muchas historias SIN FOTOS
    Un abrazo

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  • Daniel Landa

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    Lo he leído, y seguiré leyendo cuando llegue la crónica sin foto. Esto es VaP…

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  • Juan Antonio Portillo

    |

    Ya lo dice el refranero: «Vale más una imagen que mil palabras»…… aunque el refranero no contenga imágenes.

    Al menos con tus letras, a los que aún nos gusta leer y buscamos tiempo para ello, podremos crearnos las imágenes que nos transmites.

    Abrazo enorme, Javier!!!!

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  • Rosa

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    Qué grande eres, Javi.

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  • Paco

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    Yo no lo habría expresado mejor. El periodismo es libertad y eso no te lo va a quitar nadie. La gente de la que hablas sólo sabe de estética no de contenidos, ni de historias. Porque la esencia del periodismo son las historias y sus personajes. la imagen es sólo un reflejo de una realidad, que a veces no necesita nada más, pero hemos perdido la esencia de la vida, la riqueza de conocer historias, nuestras o no. Así nos lo enseñaron nuestros abuelos que, a su manera, nos hablaban de sus experiencias de su vida, de la vida de todos. Cuídate, que mientras exista gente como tú el verdadero periodismo vivirá.

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  • Rosa Estévez

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    Bravo Brandoli! Leerte me reconcilia con la profesión. Por favor, como dice un amigo mío: No aflojes!!!! Un beso grande

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  • Montse

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    Un buen titular y un lector realmente interesado suplen con creces las imágenes. Nuestra imaginación también quiere tener su parte de protagonismo.
    Historias como esas no deben silenciarse. Los que piden fotografía, caen en la tentación de dejarse llevar por el morbo.
    Un abrazo

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  • Elisa Brandoli

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    JODER!!!!!!
    No hay palabras…

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  • Elisa Brandoli

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    Y sobran gilipollas…

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  • Javier Brandoli

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    Bien…Os presento a mi hermana… Una familia poco dada a guardar las cosas que piensa como se puede ver 🙂

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  • Lydia

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    Es un relato estremecedor, muy bien contado. Menos mal que aqu´i tienes la libertad de compartirlo para que se sepa. No dejes de escribir estas historias, aunque no lleven foto.

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  • Juancho

    |

    Aplauso, Brandoli

    Cuenta la historia!!!

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  • Goyo

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    Verdades como puños. Siempre lúcido y ácido Brandoli. Y necesario

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  • gemma

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    Encontrar escritos tan lucidos, me llenan de emoción, gracias por acercarnos las realidades del siglo XXI, gracias por ser un periodista consciente … te sigo permanentemente

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  • javier brandoli

    |

    A todos, aprovecho el comentario de Gemma para hacerlo, gracias por los comentarios y el muy numersos seguimiento. La parte importante, en la que ya se puede leer la historia, se publicó ayer. En todo caso, lo digo de corazón y con certeza, el mérito de todo es de las tres valientes mujeres que entrevisté.

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