Las montañas de Pakistán: en tierra de infieles

Por: Juan Ramón Morales (texto y fotos)
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Nos movemos a través de pendientes imposibles, con los glaciares del Hindu Kush brillando a través de la espesura, ascendiendo y ascendiendo de camino al penúltimo collado de camino al antiguo Kafiristán, los valles Kalash, en el Hindu Kush pakistaní. Una noche ardiente en un puesto perdido en la India británica. Un joven periodista terminando una crónica a altas horas de la noche, la visita inesperada de un vagabundo con una historia increíble. Así comienza la inolvidable cinta de John Huston, basada en un relato de Kipling, “El Hombre que pudo reinar”, una historia donde el magistral autor enlazó las antiguas leyendas sobre valles perdidos en los más recóndito de Asia Central, antiguas historias de los clásicos y los informes susurrados por los agentes británicos envueltos en el Gran Juego, esa Guerra Fría que rusos y británicos entablaron durante buena parte del siglo XIX a través de Asia Central, Tibet e India y que conformó buena parte de las fronteras y mapas que hoy conocemos de esa parte del mundo.

Peachey y Dravot en busca de un reino propio, en busca de Kafiristán, la “tierra de los infieles” más allá de los pasos del Hindu-Kush, donde unos valles escondidos dan cobijo a una población legendaria, los Kalasha, quizá los últimos testigos de una tradición perdida.

Kafiristán es un aforismo urdu que viene a significar “Tierra de Infieles” y es el nombre que estos valles alpinos de ensueño recibieron de los mogoles de la India y de los Khanes afganos

Kafiristán es un aforismo urdu que viene a significar “Tierra de Infieles” y es el nombre que estos valles alpinos de ensueño recibieron de los mogoles de la India y de los Khanes afganos. Unos “infieles” de ojos azules y piel clara, adoradores de dioses con connotaciones clásicas que muchos vieron, a través de unas costumbres extrañamente similares a las de los antiguos griegos, como los restos de los ejércitos perdidos de Alejandro, desperdigados por toda Asia Central tras la mítica expedición del macedonio.

La verdad es que, aunque más de un antropólogo moderno siga insistiendo en esta teoría, los Kalasha son un pueblo claramente asiático, habitantes de un mundo de montaña tremendamente hostil y a la vez acogedor. Rodeados de un mar de pueblos musulmanes durante siglos, el vino, la libertad sexual de sus mujeres y un modo muy especial de entender la vida son toda una sorpresa en esta región más conocida por sus fanatismo y los prófugos de leyenda que hasta hace muy poco la han recorrido, supuestamente, como Osama Bin Laden, sin ir más lejos….

Tras ascender el collado que da acceso al valle de Bumboret, con las nieves del Tirich Mir antes nosotros y más abajo los senderos hacia las aldeas del valle, oímos un sonido lejano y conocido, mezclado con las campanillas que nuestros caballos hacen sonar al descender y los gritos y silbidos de los arrieros. Y, tras un recodo, saludamos el origen de la melodía, desde una flauta de hueso de un joven pastor. La flauta de Pan quizá….

La mejor bienvenida a los valles de los “infieles”, donde el vino y la ambrosía de una sonrisa, una noche junto a una hoguera oyendo hablar del Barmanu, el “hombre de las nieves” local o las canciones sobre héroes muertos hace siglos, nos hacen mirar atrás, quién sabe si hasta un pasado no tan mítico pero sí mas íntimo, donde estas formas de vida, pobres pero respetuosas con su entorno y universos en sí misma, fueron parte de todos nosotros……

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Comentarios (2)

  • Laura Casal

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    El hombre de las nieves, Bin Laden, pueblos perdidos de las montañas… Gran viaje, gran aventura!!!
    Felicidades, comenzar con el hombre que pudo reinar ha sido genial
    Laura

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  • MereGlass

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    Sobre los ejércitos perdidos de Alejandro Magno, quizás los Kalasha no sean descendientes de los antiguos macedonios pero la sola idea de pensarlo me resulta fascinante.
    Y qué poco sabemos en occidente de los poblados de Asia Central… Gracias por adentrarnos en el misterio de los valles orientales, ojalá conserven bajo las tremendas pendientes su identidad por siglos.

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