Los ibones más bellos del Pirineo

Por: Ricardo Coarasa (texto y fotos)
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Desde lejos, parecen lágrimas de las montañas. Más de cerca, su presencia se realza rodeados de cimas y collados. Los ibones, denominación que se utiliza en el Pirineo aragonés para referirse a los lagos de montaña, rezuman paz y son protagonistas de algunas de las más bellas postales del macizo pirenaico. He ascendido hasta unos cuantos buscando la tranquilidad de las montañas y soy consciente de que elaborar una lista con los mejores es, de antemano, profundamente injusto. Me limitaré pues a hacer un breve recorrido por algunos de mis preferidos, a los que he regresado puntualmente este verano. Del valle de Tena a Artouste, de Astún al parque nacional de Ordesa, de Sansanet a Candanchú, vaya por delante que mis palabras palidecen ante la rotundidad de las fotografías que ilustran este reportaje. En este caso, las palabras casi están de más.

Los ibones, denominación que se utiliza en el Pirineo aragonés para referirse a los lagos de montaña, rezuman paz

Uno de los primeros que descubrí, alentado por el amor a las montañas de mi padre, fue el ibón de Escalar o de las ranas (2.092 metros), al que regreso en cuanto tengo ocasión. Este año, además, guiando los pasos de mi hijo, una satisfacción añadida. Para los más reticentes, la ventaja es que se puede subir en telesilla hasta las cercanías del ibón (simplemente hay que descender una cuesta). Yo nunca lo he hecho, la verdad, porque la subida andando apenas lleva una hora y cuarto y no es exigente. El camino está muy marcado y arranca junto a la silla de Truchas en la estación de esquí de Astún, en el Pirineo oscense. Tiene, además, el aliciente de que se puede caminar hasta la frontera con Francia y completar un recorrido largo (de más de ocho horas), la travesía de Ayous, con un buen número de lagos en territorio galo hasta Sansanet. Junto a los mojones que marcan el límite fronterizo se levanta un pico interesante, el de los monjes (2.349 metros), que se puede coronar en apenas media hora.

Almorzar en las orillas del ibón de Estanés es casi una obligación antes de emprender el regreso

En la cercana estación de Candanchú, junto al telesilla de debutantes, arranca el sendero que, a través del bosque de las hayas, lleva hasta el ibón de Estanés (1.780 metros), al que también se puede subir, pasada la frontera de Somport, desde Sansanet (el aparcamiento está señalizado a cuatro kilómetros del puesto fronterizo). Así lo hice la última vez que lo visité, hace sólo unos días. Este último recorrido es más corto y se puede llegar al lago en una hora y cuarto. La subida es espectacular (el comienzo está además protegido por un bosque que alivia el calor) y almorzar en sus orillas es casi una obligación antes de emprender el regreso.

En el vecino valle de Tena, uno de los más bellos que conozco en el Pirineo, el telecabina de Panticosa funciona durante el verano para aliviar la dureza de las ascensiones a los excursionistas. Eso facilita la ascensión a los ibones de Sabocos (1.905 metros) y de los Asnos (2.060 metros). Al segundo, el más alejado, se puede llegar en menos de una hora y en el descenso se remata la mañana con el de Sabocos. Los dos son espectaculares, aunque las facilidades añadidas del telecabina han ampliado la nómina de afortunados que se acercan a estos parajes. Por si fuera poco, un autocar acerca a los turistas que no quieren, o no pueden, darse la caminata hasta el ibón de los asnos. La subida desde el final del telecabina discurre por una aburrida pista que compensan las maravillosas vistas del valle de Tena, pero se puede aliviar tomando senderos que parten de ella monte arriba. Una jornada ideal para disfrutar en familia o con niños.

Un autocar acerca a los turistas que no quieren, o no pueden, darse la caminata hasta el ibón de los asnos

Más exigente es el ibón de Pondiellos, al que se asciende desde el balneario de Panticosa. La subida devora metros de altitud desde las primeras curvas y hay que salvar un collado, del mismo nombre, casi a 3.000 metros de altura. Pero pocos lagos tienen un guardián tan poderoso como la impresionante marmolera de los Infiernos, una sucesión de tresmiles a los que se puede subir (el itinerario es largo y bastante duro) por el itinerario que lleva a los ibones más populares de la zona, los de Bachimaña y los Azules. Muy cerca de ellos, los ibones de Brazato, menos concurridos, son otros de mis preferidos.

Pocos lagos tienen un guardián tan poderoso como la impresionante marmolera de los Infiernos

En territorio francés se encuentra el lago de Artouste, que tiene una peculiaridad que no atesora ningún otro. Por las laderas que lo rodean circula, a 2.000 metros de altura, el tren turístico más alto de Europa. En la estación de esquí (a la que se llega en 15 minutos desde el paso de Portalet, junto a la estación de Formigal) se puede adquirir un ticket para subir primero en telecabina y luego en el trenecito (alrededor de 25 euros por persona). El viaje, de 50 minutos, es tremendamente aéreo, y los paisajes no dejan indiferente a nadia. Al finalizar el recorrido, el lago de Artouste está a apenas 15 minutos. Si uno tiene la suerte de que las montañas circundantes se reflejen en las aguas del lago, el desembolso está más que justificado. La excursión, claro, se queda corta, pero desde el mismo lago parte un sendero señalizado que lleva, en una hora y cuarto, a otro lago cercano y al collado de Artouste, justo en la ladera de enfrente a la de las vías férreas.

A 2.000 metros de altura, el tren turístico más alto de Europa, lleva hasta las faldas del lago de Artouste, en Francia

Dejo para el final el ibón situado a mayor altitud del Pirineo, el lago helado del Monte Perdido, encaramado al collado del macizo a poco más de 3.000 metros. No es un paisaje para disfrutar de un almuerzo solazándose al sol. Suele hacer frío y el viento sopla con fuerza hasta en verano. De reducidas dimensiones, se va haciendo más pequeño, hasta parecer apenas un charco, mientras se asciende por la durísima escupidera que lleva a la cima del Perdido. Pero su entorno, flanqueado por el cilindro de Marboré, es mágico y ningún montañero que lo contemple lo olvidará fácilmente.

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Comentarios (3)

  • Juan Antonio

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    Magníficas fotografías Ricardo¡¡¡¡ y muy buena la guía que ofreces para visitar esos bellos parajes. Gracias.

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  • Santiago

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    Gracias por compartir estos lindos rincones que Pirineos nos brinda. Os dejo dos recomendaciones, el ibón del Anayet (Formigal) y para mi el más espectácular El ibón de Tebarrai (GR11 desde Panticosa a Sallent de Gallegó)

    Saludos

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  • ricardo

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    Muy buenas recomendaciones Santiago. Los conozco los dos, pero los ibones de Anayet, que desde luego también podrían estar en esta selección, los he subido por Canal Roya para luego hacer el pico, que es muy aéreo en su parte final (la famosa chimenea) y que tiene unas vistas espectaculares del Midi. Abz

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