Mana Pools: el ataque del búfalo, la noche de las hienas

Por: Javier Brandoli (texto y fotos)
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Allí en la sentado frente a mi tienda de campaña mientras miraba extasiado el fluir del río Zambeze escucho unos ruidos entre la maleza. De pronto sale una hiena que cruza frente a mí, a menos de cinco metros, junto a la orilla. En otro momento supongo que me hubiera quedado paralizado pero no en el parque de Mana Pools donde uno acepta lo sorprendente como parte de la rutina. La noche anterior contemplamos, entre un grupo de campistas que usaban sus linternas a un grupo de más de diez hienas que merodeaban en la basura. Cerca, sin miedos ni complejos, como si aquel animal no fuera capaz de arrancarte un brazo con el perfil de sus dientes, seguimos el grupo durante un rato. Luego, cuando me fui a dormir, escuché a los mamíferos pasear junto a mi tienda, respirar y husmear mi entorno. Al levantarme, Anthony, el cazador que nos acompañaba, me dijo que había también huellas de leopardo cerca.

No fue la última sorpresa del brutal y fascinante camping de Mana Pools. Aquella mañana una compañera de viaje sale de la ducha, mira para atrás y descubre que un búfalo galopa ya para atacarla. Intenta protegerse y el animal la lanza por loa aires y, por suerte, sigue su camino. Supongo que este es más un vaso medio lleno que medio vacío. Poder contar el ataque de un búfalo, un animal que casi llega a la tonelada, y tener sólo una brecha en la cabeza, alguna herida en las piernas  y la espalda magullada y con hematomas, es tener suerte. Aquel ataque le pudo haber costado la vida a nuestra compañera, sin ninguna exageración, o al menos unos cuantos huesos rotos. Casi hubiera sido lo normal, pero el animal no repitió envestida (cada año el búfalo se lleva por delante la vida de unos cuantos africanos). Anthony nos explicó que era un viejo búfalo separado de la manada que se apostaba junto a un compañero junto a las duchas. Aquel día atacó a otra persona. Se debatía si cazarlo por peligroso. Finalmente se le dio la oportunidad de que se marchara y así lo hizo por la noche. Aquel incidente sirvió para unir algo más al grupo y para que bajara el número de duchas.

Se planta la tienda y se empieza a andar por un lugar plagado de fieras como si se recorriera Central Park, sólo que aquí las ardillas llegan a pesar dos toneladas

¿Por qué pasaba todo esto en Mana Pools? Porque según nos explicaron es el único camping de África en el que no hay defensas y en el que cualquiera, hay que ser un poco inconsciente, puede hacer un safari a pie sin que le acompañe un cazador ni ningún guía. Se planta la tienda y se empieza a andar por un lugar plagado de fieras como si se recorriera Central Park, sólo que aquí las ardillas llegan a pesar dos toneladas y en su dieta prefieren la carne fresca . Para entonces, un hipopótamo al que seguí mientras volvía al río junto a las tiendas, era como contemplar el gato de una vecina. Lo mismo que debían de pensar los habitantes del pequeño poblado de gente local que había a un kilómetro. Fui a comprar unas bebidas allí a un pequeño colmado. Los niños jugaban cerca de un búfalo que los contemplaba. Había otro inmenso ejemplar en la entrada de una casa. Nadie se alarmaba, nadie se movía.

Mana Pools, en concreto este camping, Nyamepi Camp, es una experiencia inolvidable. En el cierto peligro, tampoco imaginen que los leones entran a comer gente que una manada de 70 humanos con coches y hogueras acojona a cualquier animal también, reside un encanto que se solapa con la sensación de libertad, de formar parte de un entorno que es único.

 Me da buen rollo el Zambeze, me gusta, me hace feliz sólo verle irse

El Lower Zambezi, junto al Kalahari, son mis parques favoritos de África. Ya lo sentí cuando estuve el año pasado justo en la otra orilla, cuando pasé cuatro noches inolvidables en el lado de Zambia. Creo que es por el marchar de las aguas, por los grupos de hipopótamos secándose al sol en alguno de sus islotes, por los atardeceres y amaneceres en los que el sol sale y entra del caudal, por contemplar el eterno el volar de un Martín Pescador buscando comida. Me da buen rollo el Zambeze, me gusta, me hace feliz sólo verle irse.

Además, aquellos días hubo una luna llena espectacular (mirar foto) que iluminaba la oscuridad como si de un sol débil se tratara. Hicimos un safari a pie en el que nos metimos por medio de manadas de animales (el parque está lleno de vida) pero no pudimos ver ningún león. Fue curioso, el grupo se obsesionó desde el principio de la ruta con verlos y la naturaleza nos pagó con indiferencia. En la otra orilla, el Lower zambiano, es donde más leones he visto en África y sus guías me dijeron que había muchos más en la parte de Zimbabue. No vimos ninguno en los parques que cruzamos. Lo siento especialmente por una pareja joven y  encantadora, Virginia y Fran, que los buscaban con pasión. Bernardo, el guía, me ha contado que ha vuelto a hacer la ruta con un grupo nuevo en septiembre y que se han cansado de ver felinos. Cosas de los safaris. Quizá no nos merecimos verlos.

Ya la última noche, junto a la hoguera, mientras todos dormían, Berni, Fernando y yo tomábamos un último pelotazo. De pronto, Bernardo siente un pinchazo fuerte y se le hincha un poco el dedo inmediatamente. Buscamos un poco y era un escorpión pequeño el que le había picado. Nada reseñable en un sitio rodeado de hienas, búfalos e hipopótamos. Nos fuimos a dormir.

P.D. Hay una escena que no quiero dejar pasar. Al entrar al parque había cuatro niños sentados en la puerta. Me bajé, hablé con ellos y empezamos a reirnos con las fotos que les hacía. Miraban el visor de la cámara y soltaban carcajadas. Entonces bajo alguien más y les dio dulces. Los miraban, sobre todo la pequeñaja, como si mira lo desconocido. Lo chupaba, tocaba con las manos y sonreía descubriendo el sabor de algo dulce en su boca. Tanto y tan poco.

Este viaje forma parte de la ruta de la agencia Kananga por Zimbabue: Ruta por Gran Zimbabue

Ruta Kananga:http://www.pasaporte3.com/africa/viajes/zimbabue-mozambique/zimbabue-mozambique.php


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Comentarios (9)

  • Noeli

    |

    Buenos días Javier,

    Menuda historia!!! Desdeluego esa chica volvió a nacer aquel día…
    Una pregunta curiosa….¿no se siente uno inseguro rodeado de tanto animal salvaje y después de saber que anda un bufalo vengativo por los alrededores? Aunque me imagino que cuando vas ya asumes ciertos riesgos…y son cosas que no se piensan o que directamente no sientes al estar ahi.
    Me ha encantado la foto de la mamá elefanta y el peque elefante.
    Cuando leo cosas como la que cuentas de los niños y los dulces…se me van mis problemas.
    Un saludo, ha sido un placer leer esta entrada 😉

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  • javier

    |

    Sientes a veces que todo es un poco locura, pero el encanto de ese lugar es justamente que no hay defensa con la vida animal de una forma tan brutal. En Zambia tuve un elefante en el pasillo de mi hotel y en Uganda un búfalo y un hipopótamo, pero aquí daba la sensación de que formabas parte del entorno. En el riesgo está el encanto y aquí hay un cierto riesgo real.
    Besos y gracias a ti

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  • Noeli

    |

    Igual deberías de hacer prácticas de tiro por si acaso….jajajja (es broma). Hombre…está claro que cualquiera no te gana a anécdotas…me imagino que lo del hotel sería un elefantito 😉
    Besos

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  • Eduardo

    |

    Que grande!!! Esas pequeños momentos con los niños te las llevas para siempre.

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  • Javier

    |

    Noeli, era hembra, grande, con orejas abiertas y cara de mala leche.
    Eduardo, lo de los niños africanos es algo que me llevo, en general, en cada esquina. Me pasa lo mismo con las Mamas, abuelas respetables que mantinenen toda esta maravillosa locura a las que me gustaba contemplar.

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  • Noeli

    |

    Esa historia merece un desarrollo….(lo dejo caer), porque me estoy imaginando la elefanta pero no me imagino tu cara jajjajaa
    Un beso

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  • MereGlass

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    El Zambeze avanza y los hipopótamos siguen ahí ajenos al fluír de la corriente, hermosa escena. Me pregunto Javier ¿qué se siente al pisar la tierra de Africa con los pies descalzos? Sentir lo agreste y lo cálido a un tiempo, plantar tu huella desnuda junto a la del leopardo… Tus historias son para todos nosotros como el dulce para esos niños que, ajenos a otro mundo distinto al suyo, descubren algo nuevo que nunca probaron antes.

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  • Javier

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    Muchas gracias MereGlass. Se viaja de muchas maneras y una es leyendo, buscando informción e imaginando. Yo, por ejemplo, que no he estado en el Turkana, leía el otro día el post que nos publicó Juanra y pensaba «pronto me hago el viaje, hay que empezar a planificarlo». Lo genial es que uno empieza a disfrutar ahí el viaje.
    saludos

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