San Baudelio de Berlanga: la enigmática ermita templaria

Por: Javier Brandoli (texto y fotos)
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No hace mucho, cuando en Castilla los árabes y los cristianos batallaban juntos contra ellos mismos, cuando el aliado era la razón, cuando las tierras íberas eran principio y fin y España una voluntad por soñar, nació en medio de la nada, apartada de las fortalezas y villas que hacían comarca, un lugar que parece aún escondido del tiempo: la ermita de San Baudelio de Berlanga, en Casilla de Berlanga, Soria.

Una pequeña casa de piedra

Alguien dice, antes de emprender el camino que nos llevará hasta allí, que «lo que vamos a ver es una joya histórica». El tiempo y los viajes hacen que muchas veces la afirmación se convierta en duda. Quizá, porque en España la historia trocea la tierra y en cualquier lugar hace una sombra y, quizá, por la tendencia que muchos guías y lugareños tienen a ensanchar «su» historia.

El camino que se desprende de la carretera nos indica con un cartel la llegada al recinto. Nada sé de esta ermita, sólo alguna lejana referencia vacía de contenido. Una ligera cuesta y, junto a una caseta y un parking, aparece un pequeño edificio de piedra. Nuevo, sin apenas tiempo, en su fachada no hay ni un rastro de pasado y sí de presente. ¿Qué tiene este lugar para habernos desviado del camino? El guía no se amedrenta: «La capilla sixtina del mozárabe», anuncia, «síganme. Muchos enigmas esconde», dice.

Todo cambia una vez que la puerta de la ermita perdida se abre y aparece ante nuestros ojos un lugar increíble del que sólo quedan rastros y, sin embargo, te clava los ojos a sus pinturas, a sus pocos rayos de luz que iluminan colores en tonos rojizos, en su mayoría, que primero son eso, colores, y luego son figuras diseminadas, formas. Hasta ahí, en un primer vistazo, San Baudelio es pintura «mozárabe», nos dicen, pero luego llegan las preguntas, las dudas, las respuestas de lo que se sabe y lo que no. Las dudas llegan hasta su origen.

Las pinturas y, sobre todo, la palmera que sujeta la ermita, son espectaculares por únicas. Nunca antes yo había visto un edificio apoyado sobre un «árbol de piedra»

El guía se afana al principio en enseñar lo evidente. (Que todo camino es más fácil emprenderlo desde donde hay luz para, luego, ir adentrándonos en las partes menos claras). Las pinturas y, sobre todo, la palmera que sujeta la ermita, son espectaculares por únicas. Nunca antes yo había visto un edificio apoyado sobre un «árbol de piedra». Es verdad que se parece a las columnas góticas, pero aquí se distingue perfectamente un ramaje que sale de un tronco y, además, cuando la ermita nació, se habla de los siglos X u XI, todavía quedaban varios siglos para los primeros retazos del gótico.

La palmera creció, parece viva, en medio del recinto. Sus ocho brazos, simulando ocho ramas, sostienen o abrazan a toda la construcción. La palmera, al igual que todos los elementos de San Baudelio, tiene explicaciones diversas y simbólicas. Todo el recinto es un canto a la naturaleza, de la que fluye la sabiduría humana. Muchas de las respuestas no las encontré en la visita. Muchos son los estudios que hay sobre esta ermita. Lo más llamativo es que probablemente hoy hay, aún, más preguntas que respuestas. ¿Por qué una palmera?

El báculo de San Pedro, símbolo de la herencia iniciática cristiana, es una transformación del bastón de medidas del Irma salomónico, que representa la sabiduría iniciática de los arquitectos medievales

Las ramas del mundo y los templarios. Nicholás Wilcox, el alter ego del escritor Juan Eslava Galán, hace una referencia a este elemento y su descubrimiento de San Baudelio: «El báculo de San Pedro, símbolo de la herencia iniciática cristiana, es una transformación del bastón de medidas del Irma salomónico, que representa la sabiduría iniciática de los arquitectos medievales. Los dos proceden, en última instancia, de la vara de Moisés y Aarón, que se tenía por el origen de la iniciación cristiana. Pues bien, en san Cristóbal esta vara o báculo se representa doblemente en la palmera que el gigante descuaja y utiliza como apoyo para cruzar el río con Jesús a la espalda. La palmera es un árbol tutelar de la Diosa Madre y se relaciona con la Virgen en la iconografía cristiana. La encontramos en el pilar que sostiene el techo de la ermita de San Baudelio, en Soria, lugar de iniciación de los templarios. El aspirante se encerraba en el edículo que existe precisamente sobre el tronco de la palmera».

La ermita, edificada a finales del siglo X por los mozárabes, en medio de Castilla, se inspira en edificios irano-asirios. La planta circular está indicada por un vigoroso pilar central en forma de palmera sobre cuyas ramas se abre disimulada la «linterna de los muertos». La linterna de los muertos sobre una columna usada en ceremonias de iniciación se repite en muchas pinturas de algunos templos románicos. Debió de ser bastante común en algunas iglesias que sustituían a santuarios de la religión antigua», escribe Wilcox, que habla del uso templario del recinto y su relación  con el cristianismo. Sin embargo, otros autores hablan de un origen musulmán. Simbología común, en todo caso.

Para los musulmanes, la palmera está también cargada de significado. La palmera es el «árbol del mundo», es la columna que une el cielo y la tierra, y sus palmas hay  que vincularlas con el simbolismo numérico de la cantidad de ramas que existan.
Los musulmanes son, quizá, los que más han profundizado en el esoterismo de la palmera. A su pie da a luz María a Jesús (no en la cueva, como en el cristianismo). Y la primera mezquita, la de Mamad en Medina, estaba hecha con palmeras…Y el gran Ibn al Arabi nos habla de la Palmera, la «tía de Adán» por estar ambos hechos con el mismo germen. Esta interpretación de la palmera de San Baudelio la hace Ángel Almazán, experto que ha estudiado en profundidad este enclave y que ofrece una versión distinta a la lógica plasmada en la mayor parte de libros.

Los musulmanes son, quizá, los que más han profundizado en el esoterismo de la palmera. A su pie da a luz María a Jesús (no en la cueva, como en el cristianismo)

La cueva de la meditación. La palmera, (la madre, el camino…) como ha sido definida antes, esconde, un último enigma. Un nicho, al que se accede por unas escaleras que rodean la ermita, de pequeñas, muy pequeñas dimensiones. Ya ha sido mencionado este espacio antes. Es lo que Wilcox llamaba la «linterna de los muertos». Para Almazán se trata de un Huevo-Iniciático. El lugar, que no supera el metro cuadrado de ancho, está oculto por el ramaje, en lo alto, en el mismo nacimiento de las palmas.

Hay muchas versiones y teorías sobre este espacio. El guía nos invita a entrar y comprobar por nosotros mismos la energía que allí fluye. ¿Energía? Esa es la razón de ser de este espacio. Allí, parece, iban los caballeros templarios a realizar algún rito que hoy desconocemos, pero que por la colocación de la cámara y la simbología de donde está colocada (encima e la palmera) parece que se trataba de acercar al caballero al cielo, a Dios, en un contacto casi físico. De hecho, un nicho semejante se conserva en la ermita templaria de la Vera Cruz de Segovia. Dentro de la linterna de los muertos se respira paz, silencio, e, influencia o no de todo lo aprendido y escuchado (que difícil es separar el conocimiento del tacto), una mística suave que entra por la pequeña rendija de luz que sangra en la piedra. Es común a todo el recinto. Bajo este nicho energético hay una hilera de columnas de pequeñas dimensiones que esconden sombras. Sombras sobre sombras. No hay decoración en su entorno. «Más energía», dice el guía. Un lugar donde guardar tesoros, apuntan otros. En todo caso, silencio como único sonido. ¿Cuánto tiempo duraría, si es que fue así, el rito iniciático?

Una cruz o una luna

¿Musulmán o Mozárabe? San Baudelio se ha considerado siempre una joya del arte mozárabe: una mezcla de la cultura musulmana y cristiana. Algunas teorías dicen que se construyó tras la conquista de este territorio por Fernando I de León en el año 1960 y que las pinturas fueron realizadas entre 1123 y 1125 . Almazán, por el contrario, habla de un edificio de origen islámico, que sería cristianizado a partir del año 1060. «Su nave principal es un cubo, como la Kaaba que es el templo por antonomasia del islam. Su orientación es angular: son las esquinas las que marcan cada una de las direcciones del espacio (latitudes) y no las laterales como es primordial en las iglesias cristianas», explica. Además, habla de la influencia de la palmera en el mundo árabe y otra serie de datos que según el autor prueban su origen islámico. Eso sí, unos y otros, coinciden, independientemente de su origen, en el profundo esoterismo del edificio.

¿Por qué una representación de animales tan variada, incluso insólita?

Pero San Baudelio se considera también la Capilla sixtina del mozárabe. «Un universo arquitectónico en el que predomina la pintura románica», dicen expertos de la Junta de Castilla y León. Otros, también expertos, que el pasado se mueve tanto como el futuro, incluido el guía, puntualizan más y hablan de mozárabe. Y otros, de la influencia de los dos estilos, incluso de su convergencia en el recinto. Hay escenas detalladas de caza y de pasajes del evangelio. Las segundas se concentran en la parte alta del recinto, mientras que en la parte baja de la tribuna se contempla un completo bestiario medieval en el que hay elefantes, camellos, dromedarios, lobos, liebres, búfalos…Primera duda: ¿Por qué una representación de animales tan variada, incluso insólita?

«El camello, por ejemplo es, ante todo, la montura que ayuda a atravesar el desierto, gracias al cual se puede alcanzar el centro escondido, la esencia divina».

Parece ser que muchos de estos animales formaban parte de los frescos por su valor conceptual. «El camello, por ejemplo es, ante todo, la montura que ayuda a atravesar el desierto, gracias al cual se puede alcanzar el centro escondido, la esencia divina». Otra vez un explicación relacionada con el mundo árabe. Puede ser lógica. No era muy común por tierras de Castilla entonces la aparición de camellos, dromedarios e incluso elefantes.

También hay muchas escenas de caza y muchas, ya lo hemos indicado, del Nuevo Testamento (no se observa aquí la huella islámica y sí la cristiana, lo cual no nos ayuda a resolver el conflicto simbólico). En todo caso o hubo una mezcla de valores y culturas en el origen de los frescos o unos se superpusieron a otros. Lo que es indiscutible es su belleza. Las ramas de la palmera y lo muros reúnen también elementos decorativos en cenefas de geometría abstracta.

Buena parte de los frescos de este lugar se pueden ver en el Museo de Bostón y en el filial del Metropolitan, The Cloisters, en Nueva York

Pero poco se contempla en San Baudelio de su increíble mural inicial. Un montón de pinturas atravesaron la frontera cuando en España se vendía el arte por pan. Porque, aunque parezca creíble (no increíble) , y lo es, buena parte de los frescos de este lugar se pueden ver en el Museo de Bostón y en el filial del Metropolitan, The Cloisters, en Nueva York. Otras pocas, las que se conservaron de los dólares, están en el museo del Prado (quizá las más representativas). En la Gran Manzana, por ejemplo, se encuentra la pintura de un dromedario, así como tres pinturas del friso alto de San Baudelio: «Jesús dando vista al ciego», «Resurrección de Lázaro» y «Las tres tentaciones de Jesús». Las pinturas se malvendieron hace un siglo a un anticuario que se las encajó a un millonario yanqui, el cual las instaló como adorno en su mansión. Ahora se intenta que vuelvan a su origen, a Soria.

San Baudelio, con sus dudas históricas, es una representación perfecta de lo que fue España en los siglos X y XI. Una mezcla de culturas, que se enredaba en colores y formas. Difíciles de distinguir en su origen, porque fuera el que fuera, probablemente la ermita fue un lugar santo para musulmanes en su origen y para cristianos en su fin. Que sin política y guerras por medio, ambas culturas supieron compartir símbolos y rezos, como palabras que se intercambiaban hasta que la noche de los tiempos cayó encima de ellos y el susurro de paz se convirtió en el ruido de los tambores de guerra. Vayan, abran la puerta del moderno cubo blanco que es la fachada y descubran los misterios de la ermita donde la naturaleza vive en armonía con el hombre.

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Comentarios (1)

  • Rosa

    |

    Coincido contigo Javier, en que cuando atraviesas la puerta tienes el placer de estar viendo algo único. La visité hace un par de años,escéptica al ver el edificio exterior pero maravillada al contemplar la palmera y los restos de pinturas.

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