Selva de Oza: la Corona de los Muertos

Por: Ricardo Coarasa (texto y fotos)
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[tab:el viaje]

El bosque pirenaico de la Selva de Oza, en la provincia de Huesca, guarda el secreto de nuestros antepasados. Un centenar de círculos de piedra se reparten en la penumbra de pinares y hayedos. ¿Antiguos sepulcros? ¿Restos de cabañas? Las hipótesis más audaces, a la vista de las evidencias que han sobrevivido desde la Edad Media, apuntan a que nos encontramos en el escenario de un célebre episodio de localización incierta: la batalla de Roncesvalles.

Los bosques siempre desprenden un halo de misterio. Cuando nos adentramos en su foresta, y si conseguimos sujetar los miedos infantiles, su capacidad de seducción aumenta a medida que la luz se rompe en miles de haces que logran vencer a las tupidas ramas de los árboles. Esa fascinación augura a menudo en la imaginación del viajero un gran secreto por descubrir, un hallazgo que detenga su camino. En la Selva de Oza, en el Pirineo oscense que se asoma a la vecina Francia, 120 círculos de piedra repartidos por la arboleda son la excusa perfecta para adentrarse en sus entrañas en busca del DNI de nuestros antepasados. Bautizada como la Corona de los Muertos, este hallazgo arqueológico es un eslabón más de una rica ruta megalítica de Aragón que incluye también varios dólmenes y menhires en el vecino valle de Guarrinza.

La pista arranca a mano derecha del antiguo camping de Oza, ahora cerrado. Después de unos pocos minutos de caminata, y tras dejar atrás una alberca vallada, un pequeño sendero en la margen izquierda del camino nos invita a adentrarnos en la espesura en busca de esos enigmáticos círculos de piedra. La ruta está bien marcada y, cuando cruzamos un pequeño puente de madera sobre un riachuelo, una ligera cuesta nos anuncia la llegada a la parte alta del yacimiento. Desde el camping son apenas 15 minutos de caminata sin ningún tipo de prisas. Apto para todo tipo de pulmones. La recompensa está a la vista. Protegidas con un cercado de madera, las primeras coronas, protegidas por la serenidad del bosque, parecen el testamento del hombre primitivo para la posteridad. La excelente labor de señalización llevada a cabo por la Diputación General de Aragón permite sacar el máximo partido a la visita.

Bautizada como la Corona de los Muertos, este hallazgo arqueológico es un eslabón más de una rica ruta megalítica de Aragón que incluye también varios dólmenes y menhires

Estos círculos comenzaron a construirse, según los estudiosos, desde finales del Neolítico y los ejemplares más recientes son de finales de la primera Edad del Hierro (3.000-500 antes de Cristo). Como al conjunto de construcciones megalíticas, en principio se les atribuyó un significado funerario, pero la ausencia de restos de cenizas o cistas (enterramientos de piedra primitivos) han obligado a los arqueólogos a hacerse muchas preguntas. La respuesta más unánime sugiere que se trataría de restos de cabañas construidas con pieles y piedras, el refugio de nuestros antepasados en la espesura del bosque pirenaico durante los periodos estivales, cuando se trasladaban a estos parajes para que pastara su ganado.

Sin embargo, una teoría más atractiva para la imaginación del viajero, defendida por el historiador Antonio Ubieto, sugiere, a la vista del hallazgo de restos de armas del Medioevo, que nos podríamos encontrar en el lugar donde se desarrolló, el 15 de agosto del año 778, la mítica batalla de Roncesvalles en la que la retaguardia del Ejército de Carlomagno fue sorprendida en una emboscada por tropas de vascones. La hazaña fue inmortalizada en la célebre Canción de Rolando. El viajero, siempre dispuesto a mostrarse condescendiente con la leyenda, prefiere pensar que, quizá, por aquí corretearon asustados los 20.000 soldados francos perseguidos por los bravos vascones (aunque la hipótesis más ortodoxa señala el desfiladero de Valcarlos como el lugar donde se libró la contienda).

El silencio de la Selva de Oza inunda este paisaje de pisadas rotundas y voces que resuenan como en una bóveda y se esparcen entre las hayas poniendo en guardia a los animales del bosque. Monte abajo se encuentra la parte del yacimiento donde se han encontrado los restos más antiguos: piezas de sílex de 9.000 años de antigüedad (puntas de flecha utilizadas para la caza). Hay aquí también un buen número de círculos, éstos más pequeños, que los arqueólogos presumen fueron construidos en la Edad del Bronce. El material utilizado para su construcción delata su origen: las piedras de cantos redondeados proceden del río Aragón Subordán, que nace montaña arriba en un paraje idílico conocido como Aguas Tuertas, mientras que las lajas, más irregulares y puntiagudas, fueron arrancadas a la tierra en alguna cantera cercana.

El camino, perfectamente marcado, pierde ahora altura a través de unos escalones de estacas de madera dando la espalda a la Corona de los Muertos y devolviendo en un suspiro al caminante a la pista forestal que lleva al camping de Oza, punto de partida de esta sencilla ruta por parte del rico legado megalítico del Alto Aragón.

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Desde la ciudad de Jaca se toma la carretera que lleva a Pamplona. Pasado Puente la Reina, antes de llegar a una gasolinera, hay que desviarse a la derecha en dirección a Hecho (está indicado). La Selva de Oza se encuentra a doce kilómetros de este bellísimo municipio altoaragonés. La entrada a través de la Boca del Infierno (una pared extraplomada que parece que va a desmoronarse sobre la carretera en cualquier momento) es realmente una de las estampas más espectaculares del Pirineo.

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En Hecho, hotel Lo Foratón (tfno. 974-375 247) y hostal de la Val (tfno. 974-375 028), ambos en la calle Cruz Alta.

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La mejor recomendación es que intente disfrutar de una comida al aire libre si el tiempo lo permite. Hay mesas de piedra donde las viandas más humildes saben a manjar de dioses. Si prefiere mesa y mantel, Casa Blasquico, en Hecho, es todo un clásico de la mejor gastronomía altoaragonesa.

[tab:muy recomendable]
-Visitar el Centro de Interpretación del Megalitismo Pirenaico, situado en el kilómetro 8 de la carretera que une Hecho con la Selva de Oza. Ojo, sólo abre en verano, los fines de semana y los días festivos. Tfno: 974-37 51 23.
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