Buenos Aires siempre mira atrás, a lo que fue, a lo que pudo ser. Sus habitantes tienen la capacidad de avanzar añorando el pasado. Es una ciudad viva y sin embargo se va muriendo de nostalgia en las esquinas.
Aramburu ordena el 23 de noviembre de 1955 secuestrar el cadáver de Evita, que está siendo embalsamado por el doctor español Pedro Ara. El cuerpo es subido a una furgoneta de reparto de flores y comienza un periplo por todo Buenos Aires