La libertad de un coche rodeado de animales resulta emocionante y aquí uno se vuelve temerario por instinto. Cruzar el Parque Nacional de Etosha es comparable a recorrer Galicia de punta a punta, pero en vez de pazos u hórreos, uno se puede encontrar gacelas y elefantes.
De nuevo el espectáculo de los ñús cruzando el río, de nuevo los cocodrilos al acecho, de nuevo uno de los momentos más excitantes que los grandes documentales de vida salvaje deparan. Y allí junto a ellos, posicionamos nuestro coche.
Crucé la frontera entre Zimbaue y Zambia andando. El taxi me dejó al otro lado del río y desde allí más de dos kilómetros, tras cruzar el puente que une a ambos países, a pata y con África entrando en vena.