Ghyaru, el valle de las hadas y los dragones mágicos
Por:
Juancho Sánchez/Gustavo Castelao (texto/fotos)
Una cosa que me encanta de la montaña es que todas las mañanas se puede re-desayunar sin cargo de conciencia. Uno se levanta temprano y dolorido, se pone ciego a café, cereales, muesly, porridge, fruta, dulces, pan tibetano con miel y cosas así… Y a medio camino de la jornada, para y se vuelve a llenar hasta arriba.