Saris burdeos, esmeraldas y amarillos que en su día vestían a mujeres sonrientes se mueven hoy entre las calles de Katmandú teñidos de sangre y barro. Los niños, siempre presentes, lloran hoy a sus padres, y los padres buscan desesperados a sus hijos. Quiero excavar en mis recuerdos de ese maravilloso viaje que hice a Nepal, a modo de homenaje a los que hoy tanto sufren.