Desde las alturas de los acantilados ría adentro del Deseado observábamos esa extraña piedra triangular que indicaba el lugar donde la tripulación del Beagle acampó en aquella tarde de 1834. La vista era absolutamente sobrecogedora. (...) “No creo haber visto nunca un lugar más apartado del mundo que esta grieta rocosa en la extensa llanura”, escribe Darwin en su diario, y hoy esto sigue siendo cierto.