Una vez más, el contratiempo vestía un uniforme de policía. Me informó de que había ofendido la ley, pero no supo darle nombre a la infracción. En el último año he gastado más de 700 euros en este tipo de cosas, que por supuesto denuncio a “anticorrupción” y que, por supuesto, jamás se solucionan. Esta vez, el canalla de turno me pedía 15.000 ksh (150 euros).