A sólo unos kilómetros de la frontera con El Líbano, en la Galilea Occidental que mira al Mediterráneo, se encuentra Lohamei Hagetaot, el kibbutz que perpetúa la memoria de los héroes del gueto de Varsovia.
California atesora un antiquísimo legado español olvidado, demasiado a menudo, a uno y otro lado del Atlántico. Viajes al Pasado propone en esta ocasión una ruta desde San Francisco hasta Carmel rastreando por la costa oeste de Estados Unidos esa memoria de insignes aventureros.
La ciudad de la luz me sedujo sobre todo a oscuras, cuando el sol del atardecer languidecía entre el enigmático horizonte del Cais de Colunas o se deshacía con parsimonia por las desconchadas paredes de Alfama.
Según los estaba viendo, a la intemperie milenaria entre los antiguos lindes de las dos Castillas, se me vino a la cabeza la imagen de los bárbaros yihadistas destrozando a mazazos las esculturas asirias de Mosul.
La apabullante historia de Mérida se te viene encima nada más poner un pie en el anfiteatro, una elipsis de piedras milenarias que es un guiño al glorioso pasado de Augusta Emerita, la antigua capital de la provincia más occidental del Imperio romano.
Durante tres días, las monjas abrían sus puertas para solaz de curiosos, crédulos y escépticos deseosos de rendir pleitesía literaria a don Miguel, sean o no sus restos lo que cobijen esa hornacina. ¿Acaso reclamé un certificado de autenticidad cuando caminé sobre la nieve en el cementerio de Praga rumbo a la tumba de Kafka?
Levantarse de buena mañana convertida en la soberana de una de las primeras potencias del mundo es una vivencia al alcance de muy pocos mortales, pero hacerlo a más de 7.000 kilómetros de Buckingham Palace, en plena cordillera keniata de los Aberdares, es sin duda todo un privilegio.