La iglesia de San Martín, donde fue bautizado Hernán Cortés, está cerrada al público. Dejó de ser lugar de culto hace más de un siglo y ese abandono litúrgico hizo mella en el templo. Sea como fuere, la pila donde el conquistador de México recibió las aguas del bautismo no se puede ver.

No quería irme de Nepal sin patearme los montes de los alrededores de Kathmandú, sin asomarme a las aldeas campesinas, a la vida cotidiana de las gentes de labranza, legión aquí. Es una caminata poco exigente, de ésas que ahora llaman trekking, entre Nagarkot y el templo de Changu Narayan. Una auténtica delicia.

Desplegó el mapa sobre el mostrador con la misma desgana que merece una factura de la luz. Señaló después mecánicamente con unos círculos los sitios que no debía perderme. No asomaba ni un ápice de pasión en sus palabras.

Se lo dijo Jorge Luis Borges a Paul Theroux, de escritor a escritor, antes de que éste pusiese rumbo al sur del sur del continente americano, que había cruzado de punta a punta: “En la Patagonia no hay nada. No es el Sahara, pero es lo más parecido que se pueda encontrar en Argentina. No, en la Patagonia no hay nada”.