Mi primer post en Zambia lo titulé "buscando a David Livingstone". Hoy me encuentro, por fin, con su sorprendente y olvidada tumba. Un lugar mágico, cargado de simbolismo e imágenes literarias.
Antes de comenzar la búsqueda del corazón de Livingstone intenté contemplar al leopardo, un animal que me esquiva desde hace meses. En el Parque Kafue, en Zambia, montamos todo un dispositivo para conseguir el ansiado encuentro.
Crucé la frontera entre Zimbaue y Zambia andando. El taxi me dejó al otro lado del río y desde allí más de dos kilómetros, tras cruzar el puente que une a ambos países, a pata y con África entrando en vena.
7.200 kilómetros después, las Cataratas Victoria. El estruendo del agua se escucha de lejos, como un aviso de que aquel lugar se cinceló sólo para algunos elegidos. El humo que levanta el agua hace cercano el horizonte. Una capa de espesa vegetación impide que tropiecen los ojos hasta que se encuentra la estatua del primer europeo que pisó estas tierras: David Livingstone enseña el camino hacia el agua salvaje.
El desierto tragado por el agua. El placer de escuchar a los hipos escondidos entre la nada. Naturaleza en estado puro. Noches de candela. El Okavango.