Por:
Daniel Landa (Texto) D.Landa / Sonia García (Fotos)
Yo creo que bucear es sumergirte en un sueño, que todo es mentira, porque no es posible tal coordinación de algas y peces que no se tocan, de barracudas y anémonas, de aletas irisadas y de silencio, todo a la vez, como una poseía marina.
Por:
Daniel Landa (Texto) D.Landa / Sonia García (Fotos)
"No hay fiestas histriónicas, ni macarras en moto, ni chicas vendiendo una noche de verano, ni chiringuitos de playa. En la isla de Santa Cruz sólo se escucha el sonido de las olas y el aleteo de los pelícanos."
Estábamos en medio del desierto de Judea, en pleno mes de julio, visitando la ciudad habitada más antigua del planeta. El agua da vida a los árboles frutales, al comercio, a la vida, en este desierto insoportable, donde todo es arena y sol.
Un Buda gigantesco irrumpía entre los arrozales. Nada parecía explicar por qué emergía precisamente allí, una figura dorada de 92 metros de alto. A la sombra de ese Buda trabajan a diario los campesinos de la provincia de Ang Thong, sobrecogidos por las dimensiones de una de las 10 mayores estatuas del mundo.
Por:
Daniel Landa (Texto) D. Landa y Yeray Martín (Fotos)
Uno tiende a regresar a los lugares alegres con cara de bobo. La nostalgia de volver a Bangkok estaba distorsionada por aquellas noches de fiesta inagotable, aquella juventud que ahora añoraba al pasear el barrio de Sukhumvit Road, 15 años después.
Se han acostumbrado a las mareas, que les hace remar el hogar a otra parte, en busca de peces bajo los pies. Y así año tras año, con los pies mojados de tanto salir de casa, de tanto paseo y tan pocos pasos.
Hay ocasiones en que un hombre se siente, sin remedio, desbordado. Sucede con la muerte de otros, con el anuncio de una paternidad, con un viaje al fin del mundo, con la guerra, con un amor inequívoco... y sucede con los templos de Angkor.