Hay una especie de síndrome que ataca siempre al viajero que pone los pies en Cuba y que éste no entenderá hasta pasado un tiempo. Se trata de un virus que, una vez inoculado, solo podrá crecer hasta devorarnos. Demasiada gente lo sufre. 私もそう, y de manera irreparable. Y se llama nostalgia.
El viaducto La Farola es la ventana al mundo –una carretera de una belleza inigualable, pero bastante tortuosa- de Baracoa. Y es la manera más auténtica de llegar a la “ciudad primada” desde Santiago de Cuba.