Las ciudades tienen siempre un olor personal. Una especie de bofetada nasal que no se te olvida. Siempre que vuelves al mismo lugar recuerdas el olor característico que allí aprendiste a masticar. Ciudad del Cabo no me olió a nada.
Si venís aquí y pagáis por ir a la selva, os están timando. Salvo que lo único que os interese sea subiros a un elefante y que vuestros amigos os hagan una foto para molar a la vuelta.
¿A ti con machete o con pistola? Típica frase (tómese como una metáfora) entre extranjeros en Sudáfrica con la que comenzar una conversación. Algo así como estudias o trabajas versión sureña y algo tostada.
El Djem es un lujo, a veces olvidado, que espera al viajero amante de la historia en mitad de la más seca nada. No está en una bella ciudad, ni rodeado de un paisaje fascinante.Sin embargo, se trata de un sitio tocado por la magia del hombre.
Me gusta quedarme mirando las pantallas de salidas e imaginar dónde huyo. Esta vez no quería cambiar de destino. Quería venir a África y estoy en África.