Riders for health: africanas en motocicleta

Por: Miquel Silvestre (texto y fotos)
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La solidaridad con el Tercer Mundo presenta un riesgo: que su aplicación práctica sobre el terreno sea treta de aventureros para huir de las exigencias laborales y sociales del Primero. En África, la solidaridad oficial de los cooperantes blancos suele viajar en Toyota Land Cruiser. En, Malí, por ejemplo, uno de los países más pobres, las ONGs brotan como setas. A la entrada de cada pueblo se leen cárteles que publicitan las bondades de tal o cual organización. A las afueras de Bamako encuentro un anuncio de un proyecto de desarrollo de la República Bolivariana de Venezuela, como si Chávez no tuviera sus propios menesterosos de los que ocuparse.

Gran parte del dinero occidental se queda en los bolsillos de las oligarquías africanas. En muchos de estos paupérrimos países, los medicamentos y materiales sanitarios donados por gobiernos y entidades sin ánimo de lucro han de satisfacer impuestos de importación como si de objetos de lujo se tratase. Después del expolio burocrático, otra cuota considerable de los fondos es para salarios y gastos logísticos, sobre todo del personal foráneo. Los cooperantes  profesionales, ya sean europeos, japoneses o norteamericanos, acostumbran a cobrar sueldos de expatriado y son alojados en los mejores hoteles.

En África, la solidaridad oficial de los cooperantes blancos suele viajar en Toyota Land Cruiser.

El trabajador extranjero cualificado es muy caro en África. Sobre todo si se trata de auténticos profesionales con un compromiso real de permanencia. Los bienintencionados y generosos voluntarios que van a trabajar gratis et amore suelen carecer de una preparación adecuada para las labores que de verdad se necesitan. Y aún cuando algunos la tienen, como ocurre con los oftalmólogos que operan de cataratas a los africanos durante sus vacaciones, su estancia sobre el terreno resulta demasiado breve como para que su altruista esfuerzo llegue a transformar la realidad.

RIDERS FOR HEALTH

En la ONG inglesa Riders for Health, (www.riders.org), fundada por el ex piloto de motociclismo Randy Mamola, los aventureros blancos no tienen más cabida que como clientes de alguna de las excursiones en moto por África que organizan de vez en cuando para recaudar fondos. Y es que las motos son la auténtica esencia de Riders for Health. Son su origen, su motivo de existir y su modo de funcionamiento. Para ellos no son juguetes sino herramientas para llevar asistencia a donde otros no pueden, haciéndolo además del modo más rápido y barato posible.

El transporte es la gran asignatura pendiente de la solidaridad. De nada servirá que se descubra una vacuna contra el sida si luego no llega hasta quienes la necesitan. La mayoría de la población africana reside en comunidades rurales aisladas. Entre ellos y los centros de distribución hay cientos o miles de kilómetros de desierto, selva, montaña o bosque de matorral. En época de lluvias, las pistas sin asfaltar se convierten en barrizales que ni los 4X4 logran superar. Las ligeras motos de enduro pueden hacer este trabajo mejor que ningún otro vehículo y además por menos dinero.

La ecuación es simple. Con lo que cuesta un gran coche todo terreno, se pueden comprar diez pequeñas Honda de 200 centímetros cúbicos de muy sencillo mantenimiento. Riders for Health trabaja en esa línea en países tan necesitados como Gambia, Ghana, República Democrática de Congo, Uganda, Kenya, Tanzania o Zimbabwe.

LESOTHO

Lesotho, nación independiente desde 1968, está enclavada dentro del territorio de la gran República de Sudáfrica. Conocida como el Techo de África por su orografía montañosa, la mayoría de la población vive en comunidades realmente inaccesibles. Riders for Health tiene aquí un proyecto con más de doscientas motos. Hasta ahora lo ha financiado la Fundación Elton John, pero aseguran que pronto se acabará ese dinero y no saben si continuará.

En el Ministerio de Sanidad de Maseru tiene su oficina Mahali Hlasa, responsable nacional de Riders. Ella misma fue en su día conductora. Prefieren contratar mujeres como pilotos porque tienen muy pocos accidentes. No usan las motos para fines inadecuados, no se exhiben y conducen con mucha más prudencia. Una moto accidentada supone que el trabajo deja de hacerse y que hay que sumar un gasto más, el de la reparación.

Las conductoras viajan en grupos de tres. Nunca van solas. Estas pilotos acceden a las aldeas más remotas y a los poblados más recónditos con un cargamento de medicinas, vacunas e información sobre Sida, sexualidad e higiene. Como reiteran una y otra vez, la educación es una parte esencial de su labor. Asesoran a las madres primerizas, a los jefes de poblado y a los sanitarios inferiores. También recogen datos que se usarán en la elaboración de las políticas sanitarias.

La mujer indígena suele resultar la mejor solución a los graves problemas que sufre el continente.

Una vez en marcha, se revelan como estupendas motoristas. Demuestran un gran valor y una extraordinaria pericia. Pero no hay exhibición, solo eficacia. Éste es también un trabajo en equipo. Ellas conducen, Riders for Health aporta las motos, se encarga de su mantenimiento y del adiestramiento de los conductores, mientras que el Ministerio de Sanidad fija las directrices y las líneas de actuación generales, pero sobre todo respalda su actuación y les confiere autoridad oficial para realizar inspecciones en comercios y centros asistenciales.

En África, la mujer indígena suele resultar la mejor solución a los graves problemas que sufre el continente. Mientras no pocos hombres se entregan a la indolencia y la dipsomanía, las mujeres africanas son trabajadoras, sensatas y ahorrativas. Son ellas las que cuidan de amplísimas familias que incluyen ascendientes, descendientes y colaterales. Son ellas las que de verdad hacen funcionar las comunidades. Son ellas las que siempre logran rentabilizar los microcréditos. Ahora también son ellas las que pilotan esas motocicletas que han venido a iluminar el futuro de su castigada tierra.

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Comentarios (10)

  • Javier Brandoli

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    No puedo estar más de acuerdo con lo que explicas Miquel. En una cena en Uganda con el Jefe de Cooperación de la UE se abordó este tema y explicó que el modelo de ayuda se revisa cada año (no termina de funcionar ninguno vino a explicar). Lo que seguro que no vale es tener a chicos poco espeicalizados, que con buena intención quieren ser cooperantes y viajeros por un mes, alojados en hoteles y haciendo el trabajo que podría hacer un africano. No es sólo el dinero que se pierde en sueldos, es que cuando se retiran los proyectos caen en el abandono porque la población local no se siente responsable de ellos. Estupenda y real historia.

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  • Ricardo

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    Lo suscribo plenamente, Miquel. Enhorabuena por la valentia y la claridad en la exposicion. Por no hablar de los campos de refugiados que, una vez cumplida la labor estrictamente humanitaria, se convierten en un negocio (cobijando incluso a asesinos que actuaban como autenticas mafias dentro de los campos, como ocurrio en Goma tras las matanzas de tutsis en Ruanda, aunque de eso no se habla). Yo he visto repartir sacos y sacos de grano en las tierras altas etiopes meses despues de terminar la hambruna mientras el precio del cereal se desplomaba porque la poblacion lo tenia gratis con solo alargar la mano. Lo que pasa es que decir estas cosas es muy impopular y hace tambalearse muchos chiringuitos organizados en torno a la miseria

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  • ana

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    Me gusta la visión de la mujer africana…

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  • Jesusa

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    En defensa de los y las cooperantes
    Yo no estoy muy de acuerdo con la imagen que se da en el artículo de la cooperación y de los cooperantes. La primera parte del artículo, en general, creo que tiene bastante de suposiciones gratuitas.
    Para comenzar, el Toyota Land Cruiser no es precisamente el medio de desplazamiento más usado por los cooperantes. La mayoría usan medios mucho más discretos (incluso motos y bicicletas). Los Land Cruiser suelen pertenecer a los altos cargos de algunos organismos internacionales y a los de algunas ONG con mucha pasta –algunas, ojo al parche, locales).
    Si, hay dinero que se queda en las oligarquías africanas, pero la mayor parte procede de la cooperación directa, no del de los proyectos que ejecutan las ONG que suelen tener un presupuesto bastante ajustado.
    Los cooperantes suelen ser personas MUY cualificadas y vocacionales, permanecen bastante tiempo en el terreno y no se alojan en hoteles, sino que alquilan una vivienda como cualquier hijo de vecino (¿es que por ser cooperante no se debería tener derecho a una vivienda?). Por supuesto que cobran un sueldo -como estipula el Estatuto del Cooperante- acorde con su cualificación y trabajo, ni más ni menos. No entiendo muy bien que se quiere decir con “sueldo de expatriados”. No es un salario extraordinario como parece que se quiere insinuar en el artículo. Son profesionales que se han preparado para eso, hacen un trabajo, y se les paga ¿de qué iban a vivir si no? Ninguna ONG que se precie hace cooperación con voluntarios -salvo profesionales que van para realizar actividades puntuales en las que son expertos- porque sería des-cooperación. Además, la crítica es un contrasentido: ¿está mal que sean voluntarios y también está mal que sean profesionales y que se les pague???
    Por otra parte, cualquier ONG «que se precie» (insisto) hace tiempo que dejó de hacer donaciones de medicamentos o material porque la mayor parte de lo que se dona –las “donaciones” suelen consistir en dar lo que ya no queremos a esos “pobrecitos” que como no tienen nada seguro que les viene bien- no sirve para nada o, peor, es competencia desleal para las empresas locales por lo que la norma, desde hace mucho tiempo, es comprar todo lo que se pueda «in situ» y solo importar aquello que no existe en el lugar y es absolutamente necesario (e, insisto de nuevo, SE COMPRA, no se dona).
    Antes de difamar a la cooperación en general, hay que informarse, y bien. Hay mucha gente que está realizando un gran trabajo y con muchos menos medios de los que aquí se da a entender. No voy a decir que todo sea perfecto y yo soy la primera que podría poner muchos ejemplos de malas prácticas, pero también muchísimos de buenas por lo que no me parece justo que se meta a todo el mundo en el mismo saco.

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  • Dom26

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    Jesusa tiene parte de razón, cualquier generalización es injusta, pero el articulo está documentado y esas malas praxis existen. En vez de discrepar sobre cúal es la extensión real de ese mal, ¿por qué no nos ponemos manos a la obra para erradicarlo? Creo que sería mas productivo. Mientras tanto, darse una vuelta por cualquier pais africano es suficiente para ver grandes proyectos oxidados y abandonados por la población local

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  • Miquel Silvestre

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    Jesusa, no entiendo muy bien el motivo de tu enfado. Yo no critico a los cooperantes ni a los voluntarios, reconozco en el artículo que son generosos y altruistas, lo que digo es lo que tu misma reconoces en tu respuesta: que los cooperantes profesionales cobran un sueldo acorde con su cualificación y el estatuto del cooperante. O sea, un sueldo europeo. Con ese salario «occidental» se pueden pagar 4 profesionales locales.

    ¿Cobrar un sueldo acorde con tu cualificación es malo? No, en absoluto. ¿Sería más eficaz pagar a 4 profesionales locales con el mismo dinero? En mi opinión, sí. Los licenciados africanos son tan competentes como puedan serlo los occidentales. ¿Son necesarias todas esas organizciones y cooperantes diseminados por África? La suposición gratuita de quien se la ha recorrido de arriba a abajo y de éste a oeste, es no. La mayoría sobran. Lo que los africanos necesitan no son ONGs, sino instituciones fiables, seguridad jurídica y menos corrupción.

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  • DERHUN

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    Llegue a este blog por casualidad, buen video, sin embargo, esa consideración de «tercer mundo» esta muy en entredicho, tipica terminología de la vieja cooperación y la colonialidad de occidente.

    Me pregunto si el ejercicio de este personaje no es el mismo que se intenta criticar en el blog

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