dalai lama

10 artículos

Gyantse: la fortaleza de los valientes sin suerte

Desde el valle del Nyang-chu, la otrora imponente fortaleza de Gyantse parece una doncella mancillada, un decorado a medio terminar. Una vez arriba, con el altiplano a nuestros pies hasta donde la vista se pierde, uno comprende perfectamente el valor estratégico de esta encrucijada de caminos entre China y la India donde los tibetanos libraron en 1904 la última batalla antes de claudicar ante la invasión británica.

Norbulingka: la «autoescuela» del Dalai Lama

El palacio de verano de la máxima autoridad espiritual del budismo, el “parque de la joya”, es la antítesis de la ciudad-fortaleza del Potala. En este jardín amurallado de las afueras de Lhasa el actual Dalai Lama, Tenzin Gyatso, aprendió a conducir en dos Austin y un Dodge que su antecesor hizo traer por piezas a través del Himalaya ante el estupor de un pueblo que vivía anclado en la Edad Media.

El menú más barato del mundo

Viajar al Tibet y no visitar un monasterio budista es como estar en Port Aventura y no subirse al Dragon Khan o ir a «Lucio» por primera vez y no pedir unos huevos rotos. La ventaja de pasar unos días en Lhasa antes de adentrarse en la cordillera del Himalaya -además de aclimatarse gradualmente a la altitud, que no supone ninguna tontería- es que en las proximidades de la capital del Tibet se sitúan tres de los más importantes: Drepung, Sera y Ganden.

La fiesta de no cumpleaños del Tíbet

El empeño chino por celebrar por todo lo alto en Lhasa la creación de la Región Autónoma del Tíbet es, para la población autóctona, algo así como el no-cumpleaños de Alicia en el País de las Maravillas. Pura paradoja: una fiesta donde sólo hay globos (banderolas chinas, carrozas, un imponente estrado frente al Potala, consignas por doquier) y una tarta con las velas sin soplar.

La odisea de ir al baño en Lhasa

A simple vista, lo primero que sorprende es que el kora del Barkhor es, a la vez que recorrido espiritual, una sucesión de tenderetes callejeros, algo así como “la milla de oro” de Lhasa. A unos metros de los peregrinos que desgastan sus rosarios de cuentas, de los monjes que se arrodillan extendiendo sus brazos sobre el suelo desnudo, los comerciantes negocian con los turistas el precio de los souvenirs.

Lhasa: la antigua ciudad prohibida del Tíbet

“Tengo por los más felices que haya vivido nunca los días en que, con mi miserable hatillo al hombro, vagabundeaba por montes y valles en el maravilloso país de las nieves”. A veces, una simple frase es suficiente para cruzarse medio mundo en busca de unos paisajes soñados. El viajero, mientras vuela de Katmandú a Lhasa, la capital del Tíbet, no deja de dar vueltas a esas palabras de Alexandra David-Néel, la primera mujer europea que consiguió entrar en la ciudad prohibida, disfrazada de mendiga, en el ya lejano 1924.
Tu cesta0
Aún no agregaste productos.
Seguir navegando
0