La vuelta al mundo se dividía. Mis compañeros de expedición estaban a punto de cruzar Rusia en coche, cruzando Siberia bajo la amenaza de un invierno inminente. Yo haría el mismo viaje a bordo del “tren Moscú-Vladivostok”, como se conoce aquí al Transiberiano.
Atravesamos el puente de Oresund que nos alejaba de Dinamarca con la misma suavidad que nos acercaba a Suecia. Los países nórdicos se empeñan en mantener el orden sobre todas las cosas, ya sea en el centro de las ciudades o sobre el Mar Báltico.
Los volcanes son demasiado caprichosos y no los entiendo. Yo me he acercado a volcanes tropicales y en zonas polares, hay cráteres donde ha prosperado un vergel que bien podría ser el paraíso y otros que parecen la boca del mismísimo infierno.
El placer de la nada. En Mongolia es posible conducir con los ojos cerrados durante un buen rato. Habíamos dejado atrás Ulán Bator y ya sólo teníamos por delante un horizonte limpio, un paisaje vacío y una sensación de libertad desbordada.
Para compensar el frío del último Top 7, vamos a cambiar de aires. Sí, ya lo sé, esa manía de asociar el Paraíso con el Caribe, habiendo tantos edenes por el mundo, tanta variedad de sitios donde sentirse en el limbo.
Esta ciudad es el legado de un loco, por eso tiene algo de onírico y delirante, algo de fantasía y de desdicha. Los emperadores, como los zares, suelen perder el rumbo de sus aspiraciones y acaban reclamando lo imposible porque nadie se atreve a decirles “basta”.
Quedan 10 días para ver el nuevo viajesalpasado. Más video, más autores, más historias, más viajes. No os perdáis el espectacular vídeo de portada (abajo de esta página).