Tras el rastro del último milodón
Por:
Gerardo Bartolomé (texto y fotos)

El naturalista y su ayudante siguieron excavando, buscando lo que creían poder hallar. La cueva era grande y habían pasado varios días cavando en varios lugares. Cuando estaban a punto de darse por vencidos la pala desenterró un cuero con su pelaje intacto. “¡Es la piel de un milodón!”, exclamó entusiasmado el naturalista al examinarla.