Pendant la longue nuit, j'ai contrôlé le clignotement de mon niveau de concentration avec un mantra improvisé: "soy poderoso, très puissant, tu n'es pas gouverné par la fatigue, no te gobierna". L'esprit est entré en transe, et je me reposais avec elle.
Cuando por un chasquido aquel nivel meditativo se diluía, podía oír con formidable claridad los jadeos de uno y las náuseas de otro. Alguno de nosotros vomitó, y todos en algún momento quisimos darnos la vuelta. Querías huir, hasta el momento en que levantabas la mirada del suelo, y en aquella noche cristalina veías la silueta iluminada de Moshi allá abajo. Nous étions plus de 5000 metros de altura y la ciudad ¡a más de 4200 metros de distancia vertical!
Nous étions plus de 5000 metros de altura y la ciudad ¡a más de 4200 metros de distancia vertical!
La soledad del Kilimanjaro permite esa perspectiva, la misma que te da una ventanilla de avión, pero esta vez con el cristal bajado. Oigo al comandante decir: "Bienvenidos señores pasajeros, la temperatura exterior es de…"
La llegada a la primera cumbre, Stella Point, tiene lugar después de superar terreno arenoso y rocoso. Son las cinco de la madrugada. Un simple paso en aquel desierto alpino se convierte en una hazaña. Casi había acabado el partido y ¡aún quedaba la prórroga!
L' 200 metros entre “Stella Point” y “Uhuru Peak” es otra de las pruebas psicológicas de esta aventura. Recuerdo llorar. No sé si porque aún quedaban 200 mètres, o porque sólo quedaban 200 mètres. El cansancio es desconcertante. Hay escarcha en mis cejas, y fuego en mi corazón. Aquella última distancia la recorrí como un borracho cuando vuelve a casa. Teniendo en cuenta que eran las seis de la mañana la comparación no es fortuita. Me iba tambaleando, y no daba cuatro pasos sin apoyar mis manos en las rodillas. Exhalo, y el aire no llega a mis pulmones. Hipoxia.
Esa es la montaña que me gusta, la que te extenúa y la que debilita a cualquiera, pero a pesar de ello, tú cuidas y a ti te cuidan.
Me inclino y traslado el peso de mi mochila desde los hombros a mis riñones. Jadeo. El frío quema mis comisuras. Necesito sentarme. Veo el final. Te preguntan qué tal vas, y tú dices que vas bien, cuando en realidad estás roto. Esa es la montaña que me gusta, la que te extenúa y la que debilita a cualquiera, pero a pesar de ello, tú cuidas y a ti te cuidan. ¡Pole Pole, Hakuna Matata!” exclama el guía con la sabiduría del entrenador que busca el último aliento de sus jugadores en la prórroga de una “finalísima”.
La luz del amanecer despierta a todos los colores con la fuerza renovada de un nuevo día. Belleza sagrada. En aquel púlpito bendije la ley del esfuerzo.
Hablaba con Don Kilimanjaro pero, en verdad, me dirigía a la Reina Madre para solicitar la salud eterna de mi hijo Mario.
Charli, uno de los Sancho Bros, dice que ellas siempre dan algo, pero también lo quitan. Y que la cima es el lugar para decirles, qué es lo que quieres que te quiten, para así evitar que te robe lo que deseas. Mi petición fue con delicada educación. Hablaba con Don Kilimanjaro pero, en verdad, me dirigía a la Reina Madre para solicitar la salud eterna de mi hijo Mario.
Ahí arriba supe que de haberle otorgado Su Majestad un escudo de armas al noble Don Kilimanjaro, en la corona del mismo estarían sus nieves, en su alma el viento, y como soporte del blasón, el espíritu de todos aquellos que hemos hollado su cima.