Las enormes canoas se acercaron a la playa. Con decisión y emoción, de una de ellas descendió un corpulento hombre: Hotu Matu’a. Su gente cantaba de alegría mientras él, tomando un puñado de arena, con un grito dio fin a casi dos meses de peligrosa e incierta navegación. Habían llegado a una nueva tierra.
Así imaginaba yo el desembarco de los primeros pobladores de Rapa Nui, la mítica Isla de Pascua, mientras caminaba por la bonita playa de Anakena. Habíamos arribado el día anterior buscando sol y descanso, but that was stronger than our desire to understand the intriguing past of this enigmatic island. Y era Anakena el lugar donde comenzó esta historia con la llegada del primer Ariki, o rey, hace aproximadamente mil años.
Era Anakena el lugar donde comenzó esta historia con la llegada del primer Ariki
“Iorana”, nos saludaron y recibieron con un collar de flores al llegar luego de más de cuatro horas de vuelo desde Santiago de Chile. Claro que este viaje no fue nada comparado con la increíble travesía de Hotu Matu´a desde algún lugar de la Polinesia. Los pueblos del Pacífico podían navegar, en sus canoas, distancias extremas guiándose por las estrellas, nubes y el vuelo de pájaros. Así lograron poblar islas remotas alejadas miles y miles de kilómetros entre sí como Hawai, New Zealand, Tahiti y muchas otras. Pero sin duda su llegada a la Isla de Pascua conformó el viaje más increíble de este sorprendente pueblo. Esta larguísima travesía llena de riesgos y peligros fue el primer desafío que debió sortear el pueblo Rapa Nui.
Ya en el pequeño complejo de cabañas donde nos alojaríamos por cinco días nos mostraban un mapa con la ubicación de los lugares de interés y cómo llegar a cada uno de ellos; pero mi cabeza se imaginaba los primeros tiempos de Hotu Matu’a y su pequeño grupo de gente. Sabedores de lo aislado de su posición llamaron a su isla Te pito o te henua que significa “el ombligo del mundo”. En aquel entonces la isla estaba enteramente cubierta por palmeras y arbustos. No había sobre ella ni un mamífero, ni reptil, ni anfibio, pero en las cristalinas aguas que la rodeaban hallaron una riquísima variedad y cantidad de peces. Esto sumado a las gallinas, tubérculos y otras plantas que los viajeros trajeron en sus canoas, les garantizaba una cómoda supervivencia.
Mi cabeza se imaginaba los primeros tiempos de Hotu Matu’a y su pequeño grupo de gente
Atardecía y optamos por caminar a Tahai, donde se puede ver la puesta del sol detrás de moais, esos enormes monumentos de piedra que hicieron famosa a esta isla. Llevamos cámaras y trípode, pero ninguna foto podría captar la verdadera magia del lugar y del momento. Pero… ¿Qué son esas moles? ¿Qué significan? En toda la Polinesia se veneró a las grandes figuras de su pasado. En Nueva Zelanda, eg, se tallaban en madera figuras humanas de pie con sus manos al costado del vientre, en la misma posición de los moais que teníamos enfrente. ¿Pero cómo los tallaron los Rapa Nui, y cómo los transportaron?
La respuesta la tuvimos al día siguiente, cuando pasamos por el interesante Museo Antropológico y luego visitamos el volcán Rano Raraku donde se esculpieron estas moles de piedra. El pueblo de Hotu Matu’a se multiplicó y pobló toda la isla y mantuvo la tradición de tallar figuras representando a los antepasados pero la llevaron a un nivel superior al hacerlas en piedra y de mayor tamaño.
Ninguna foto podría captar la verdadera magia del lugar. ¿Qué son esas moles? ¿Qué significan?
En la cantera del volcán se ve uno de los primeros moais, de altura humana y rasgos redondeados, similares a las figuras neozelandesas. Pero con el tiempo los escultores fueron aumentando el tamaño de sus obras y sus cambiaron los rasgos faciales; pasaron a ser más rectos y de cejas prominentes. En la pared del volcán hay varios moais esculpidos en la roca sin terminar. Inicialmente se tallaban sobre la misma pared de la montaña golpeando con piedras más duras para luego ser bajados a su pie, encorsetados en troncos y sostenidos con sogas de fibras naturales. El trabajo debía ser peligroso ya que se observan varios que quedaron caídos.
El paseo por la cantera continuó por entre, literally, cientos de moais semienterrados en el suelo blando. Allí eran pulidos y perfeccionados previo al paso más difícil: su transporte al sitio donde se erigirían definitivamente. ¿Cómo hacían eso? Aquí los estudios coinciden con la tradición oral, que dice que los moais “caminaban” por la isla. ¿Pero cómo, si pesaban más de veinte toneladas? Se cree que los Rapa Nui los balanceaban tal como uno movería una alta heladera. Para ello ataban sogas a su cabeza, lo que explica el porqué de esas enormes cuencas oculares y marcadas cejas; eran necesarios para atar allí las sogas que se usaban para balancearlo de un lado al otro. Su base era redondeada, pensada para ayudar este movimiento.
El paseo por la cantera continuó por entre, literally, cientos de moais semienterrados en el suelo blando
Al día siguiente nos despertamos antes del amanecer para llegar al sitio ceremonial de Tongariki y ver la salida del sol detrás de una hilera de quince de estas esculturas. There, en la oscuridad escuchábamos gente de todo el mundo. Turistas que, surtidos de cámaras y celulares, se preparaban para disfrutar y retratar esa inolvidable experiencia ancestral.
Para alcanzar los ahu o plataformas ceremoniales donde se los instalaba, algunos moais debieron ser transportados más de quince kilómetros por terreno quebrado. Now, siguiendo los caminos usados en la antigüedad, se encuentran varias de estas esculturas tumbadas, lo que demuestra que el transporte no siempre salía bien. Si caían era imposible levantarlos, por lo que eran abandonados. Para tener idea de la dificultad de construir y llevar cada una de estas moles hasta su lugar de erección basta tener en cuenta los siguientes números: a lo largo de varios siglos los Rapa Nui construyeron casi 900 moais pero “sólo” 300 llegaron a destino. Dos terceras partes quedaron en la cantera o diseminados por los caminos.
El sol casi tropical nos quitaba energías, así que alternábamos las visitas a los sitios arqueológicos con chapuzones en el mar
Si bien el clima no es caluroso, el sol casi tropical nos quitaba energías, así que alternábamos las visitas a los sitios arqueológicos con chapuzones en el mar, donde aprovechábamos para hacer algo de snorkelling disfrutando de la rica y variada vida submarina. Por supuesto que por la noche acompañábamos un plato de pescado con el infaltable trago chileno-peruano “Pisco Sour” en cualquiera de sus coloridas versiones locales.
En algún momento alrededor del siglo XVI la construcción de las estatuas se detuvo abruptamente. ¿Porque? What happened?
Los Rapa Nui enfrentaron su segundo desafío: la superpoblación. Se consumieron los recursos de la isla
Los estudios indican que la población creció hasta superar los diez mil habitantes, el doble de la actual. Así fue que los Rapa Nui enfrentaron su segundo desafío: la superpoblación. Se consumieron los recursos de la isla. El agua y la superficie cultivable no alcanzaban y desaparecieron los árboles. Sin posibilidad de hacer canoas los Rapa Nui se encontraban prisioneros de su tierra. La guerra entre tribus asoló a la isla. En cuevas se encuentran pinturas rupestres que documentan el horror de aquellos tiempos en los que el hambre habría dado paso al canibalismo. Entre tanta barbarie, el derribar los moais de los enemigos era una acción muy común y así, de a poco, se fueron tumbando todos.
Cuando el holandés Jakob Roggeveen avistó la isla el domingo de pascua de 1722 todavía quedaban estatuas en pie pero, por lo que entendió de los isleños, su sistema de creencias había cambiado mucho. Reinaba el “Hombre Pájaro”.