Han de estar entre el cielo y la tierra. Um pouco 300 ou 400 años comenzó esta tradición de colgar ataúdes de un acantilado, almas libres de un entierro. Son los muertos de la tribu de los kankanaey, que descansan en ese limbo a mitad de camino al cielo. Solo los nacidos en Sagada, al norte de Filipinas pueden ser suspendidos de la montaña. Y solo si mueren siendo abuelos, por alguna razón que se me escapa. Los credos tribales están perdiendo la batalla con la tradición cristiana más extendida en el país. Paro aún hay ataúdes colgantes de aquellos que se empeñaron en volar después de muertos.
Auschwitz, A cicatriz que desafia o esquecimento
Uma história detalhada de barbárie nazista