Maneras de viajar

Para: Ricardo Coarasa (texto e fotos)
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Erguido sobre la proa de la pequeña embarcación, protegido del sol con un salacot, camisa de explorador, calcetines hasta la rodilla y zapatos de cordones relucientes, exhibía un ademán orgulloso mientras su pareja inmortalizaba la escena con las cataratas de Murchinson, em Uganda, atrás dele, onde o Nilo cuspindo espuma sem contemplação. Eu: «Este tipo ha venido hasta aquí para hacerse una foto vestido de Speke (el descubridor de las fuentes del gran río africano en el siglo XIX)». Maneras de viajar. También en África, me costó algún que otro viaje descubrir que había turistas cuyo principal interés en los parques africanos era el avistamiento de pájaros. Donde los demás veíamos un leopardo ellos se extasiaban ante esa rara especie que llevaban tiempo persiguiendo. Cogían aviones detrás de los pájaros. Maneras de viajar.

A, que se ha hecho miles de kilómetros para pisar algunos lugares donde la historia ha dejado su huella, a veces auténticos páramos, o tras escenarios literarios que me han subyugado, ha escuchado en ocasiones a algún amigo, escapista de lo políticamente correcto, confesar: «No me iría allí aunque me regalasen el viaje». Maneras de viajar. Conozco a quienes viajan con la cerveza como pretexto: um Oktoberfest em Munique aqui, um Dublin rebosante de guinnes por allá, una vuelta por Chicago por San Patricio para ver su río teñido de verdeLa cerveza está presente en todos mis viajes, pero no hasta el extremo de determinar mis destinos. Maneras de viajar.

Ante el joven navarro que recorría como nosotros el Tíbet, Mas pedalar, siempre me sentí un acomodado turista

En una piscina de un resort de República Dominicana se lo escuché a un compatriota eufórico. «¡62!». Eran las tres de la tarde y celebraba su récord de cócteles en una sola jornada, gentileza del todo incluido. Así un día tras otro. Al tercero no pude resistirlo más y me subí a un autobús camino de Santo Domingo. Cuando volví seguía en la piscina Coco Loco en mano. Maneras de viajar.

En mi viaje al Tibete, coincidí en varias etapas con un joven navarro que hacía nuestra misma ruta a los pies del Everest… Ciclismo. Para mí el viaje, que organicé por mi cuenta, era una tremenda aventura, pero siempre que lo veía llegar me sentía un turista acomodado. Su mayor afán era recorrer a pedaladas los puertos de 5.000 metros del Himalaya. Dormía a menudo en tienda de campaña y un día hasta le robaron las zapatillas por la noche, pero se compró otras en un mercadillo local. Lo contaba a carcajadas. Maneras de viajar.

Cuanto más viajo más me sorprendo por las motivaciones que llevan a la gente a salir de casa y dirigirse a destinos desconocidos

Pasa a menudo que acumulas kilómetros y paisajes. Cuanto más viajo más me sorprendo por las motivaciones que llevan a la gente a salir de casa y dirigirse a destinos desconocidos. E você, ¿qué tipo de viajero eres? E Patagônia, hice una parada hace años en Bariloche camino de los grandes glaciares con un solo objetivo: esquiar en pleno mes de agosto. Cerro Catedral estaba demasiado cerca para no caer en la tentación. No espero que todo el mundo lo entienda. Como el Speke 2.0, al igual que el chiflado ornitólogo de las sabanas africanas, lo mismo que mis amigos devotos de la Guinnes… Maneras de viajar.

El avión se había retrasado más de cinco horas y llegamos agotados al hotel de Hammamet, em Tunísia, de madrugada. «Queremos cenar», escuché a mis espaldas mientras cumplimentaba el cuestionario del «check in». «Está incluido en el precio y queremos cenar», insistía el turista de forma airada. Quando, camino de la habitación haciendo esfuerzos para no dormirme por el camino, vi como un empleado del hotel les abría el comedor, no salía de mi asombro. Cenaron, claro. Estaba incluido. Maneras de viajar. Mi amigo Javier se subió a un todoterreno en Madri y lo llevó hasta el Cabo das Agulhas, el rincón más meridional de África, tras cruzarse todo el continente de norte a sur. Todos los que lo despedimos la noche anterior en Madrid hubiéramos deseado subirnos a ese coche, pero solo él lo hizo. Maneras de viajar.

Llegamos de madrugada al hotel, pero el turista insistía de forma airada: «Queremos cenar. Está incluido en el precio»

Un amigo de mi padre se entusiasmó durante años con ver los principales atractivos turísticos de todas las provincias españolas. Ya jubilado, me confesó un día alborozado: «¡Sólo me falta el puente de Alcántara!». El puente de Alcántara, claro, también terminó por tacharlo de su lista. La siguiente vez que nos vimos le faltaba brillo en sus ojos. Había perdido la ilusión. Maneras de viajar. La muerte también es un reclamo. Con el tiempo y los viajes he ido desarrollando una curiosidad por los cementerios y he comprobado cómo existen auténticos frikis de los camposantos. La última vez, este verano en el cementerio alegre de Sapanta, en la región rumana de Maramures. La manera de enterrar a nuestros muertos dice mucho de lo que somos como sociedad, pero no es una motivación personal para viajar. Como tampoco lo es una playa, aunque sí he hecho la maleta más de una vez detrás de la silueta de una montaña, sólo por el placer de subirla o, simplesmente, verla con mis propios ojos.

E Praga, tras varios días siguiendo las huellas de Kafka, um dos meus escritores favoritos, se não o mais, mi acompañante estalló frente a un casa de fachada cenicienta tras un largo viaje en metro en una gélida mañana de invierno. «¿¡¡Y aquí Kafka se tiró un pedo!!?», protestó al fin. Entendí al instante que sus motivaciones no eran las mías y que, pese a su abnegada generosidad, jamás se pueden hacer rehenes cuando uno va detrás de sus obsesiones viajeras. Maneras de viajar.

Cada uno tiene su afán, pero jamás se pueden hacer rehenes cuando vamos detrás de nuestras obsesiones viajeras

Viajamos detrás de esquivas auroras boreales, de rascacielos infinitos, de comidas exóticas; nos cruzamos medio mundo para asomarnos a una tribu indígena o con el afán de navegar un lago de aguas turquesas; viajamos tras la estela de un sueño de la infancia, temerosos de que se desvanezca, persiguiendo mitos literarios o corales marinos; nos sacudimos la rutina por unos días para buscarnos lejos en un atardecer, en una jarra de cerveza o en el silencio de un hayedo. Viajamos, também, por el mero placer de no hacer nada, para encontrarnos más allá de lo que creemos que somos, por una mera pulsión vital de explorar nuestros límites.

E você, ¿por qué viajas?

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Comentários (8)

  • Javier

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    Viajar es moverse, da igual lo lejos que te lleve ese movimiento o lo complicado que sea realizarlo. No creo que sea tan importante el dónde como el porqué. Solo hay un viaje intolerable, hoy cada vez más común, el que se hace sufriendo y se narra disfrutando. Viajar por el simple ego de contar que se ha viajado es un mal de estos tiempos en los que las redes sociales explican nuestras vidas al resto. Viajar, como quieras y donde quieras, pero por favor disfruta del inmenso placer del viaje cuando ocurrre, en presente, no en el después de contarlo.

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  • Maria

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    Muy bonito Ricardo. El viaje es de las pocas cosas de las que se disfruta tres veces: antes, cuando se prepara; durante o, al vivirlo; y después, mientras se recuerda.

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  • Daniel Landa

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    Un gran recorrido por las razones que nos mueven a movernos. Muito interessante. Yo me quedo con casi todas a la vez. El debate es: ¿hay formas de viajar mejores que otras? Yo me mojo y digo que síCreo que los viajes que no cambian las rutinas del día a día, sino que se repiten en otro lado, no son viajes del todo.

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  • Kepa Garmendia

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    Imposible estar más de acuerdo, incluso coincido en tus destinos y experiencias relatadas. ¡Magnífico escrito!

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  • José Manuel

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    Para mí disfrutar de mis viajes es perderme en rincones infinitos lejos de mi rutina diaria, desconectar de todo lo conocido y conectar con lo auténtico de cada lugar, muchas veces grandes tesoros para los sentidos. No hace falta hacer grandes viajes para descubrirlo solo saborear lo mejor de cada momento y encuentro. Viajar es vivir.

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  • Chus

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    Totalmente de acuerdo Daniel

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  • Carlos

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    lovely item de Ricardo. Compartilhe seus pensamentos, não importa o que as motivações, sólo ir y poner el pie allí donde habías soñado. Me ha hecho gracia porque es una verdad enorme lo de no hacer rehenes cuando se persiguen obsesiones viajerases una perdida de tiempo y energía.

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  • Laura Berdejo

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    Qué bien escrito y qué buena onda y tolerancia destila el texto de Ricardo con los viajeros de metas peculiares y caprichos imposibles. Amado, maestro ¡Enhorabuena!

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