Amboseli: Kilimanjaros Rache

FÜR: Ricardo Coarasa (Text und Fotos)
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Amboseli tiene un don. Despertarse todos los dias en el regazo del Kilimanjaro, das dach von afrika, Es ist das Geschenk, mit dem die Natur Sie gesegnet hat.. Ein Geschenk und ein Paradoxon. Resulta curioso que el principal reclamo del segundo parque más visitado de Kenia, tras el celebérrimo Masai Mara, se levante en tierras de Tansania, das Nachbarland. In jedem Fall, el Kilimanjaro es una presencia tan rotunda y majestuosa, con sus nieves perpetuas cada vez más en retirada, que a nadie extrañaría que la montaña más alta de África (5.895 Meter) oscureciese al resto del parque. NICHT WAHR. Amboseli está lleno de sorpresas y sus paisajes de contrastes rebosan personalidad. En mi segunda visita a Kenia, fue una de mis experiencias más plenas y gratificantes. Siempre albergaré la esperanza de volver algún día a Amboseli a darle los buenos días al Kilimanjaro; a ensimismarme con sus atardeceres de tiempo detenido; a admirar sus torbellinos de polvo y arena, tan oníricos y llenos de magia; a atravesar las ciénagas de elefantes en remojo

Todo gira en Amboseli en torno a la «cima cuadrada del Kilimanjaro, ancha como el mundo entero, gigantesca, alta e increíblemente blanca bajo el sol», como la definió Hemingway. DARÜBER, quien visite este parque debe saber que, si tiene la suerte de pasar en él al menos un par de noches, vivirá dos fases perfectamente diferenciadas. In der ersten, el gigante de África es una obsesión y se abre la veda fotográfica para inmortalizarlo con el mayor número de animales salvajes posible. Nach, pasadas unas horas, uno tiene que aprender a disfrutar del parque dándole la espalda al Kili. Si eres capaz de hacerlo, alejándote hasta los vastos humedales de poniente, descubrirás unos escenarios completamente distintos que no hacen honor al nombre con el que fue bautizado el parque en maa, la lengua de los masais, «empusel» (STAUB), ni al «aspecto desolado y yermo del paisaje» que impresionó a Joseph Thomson -para mí sin duda el mejor de los exploradores, y también el más desconocido-, el primer europeo que atravesó estas tierras en 1883.

A nadie le extrañaría que el Kilimanjaro eclipsase al resto del parque. NICHT WAHR. Amboseli está lleno de sorpresas y sus paisajes de contrastes rebosan personalidad

Sin pasar por el lodge, tras más de cuatro horas de viaje desde Nairobi, nos lanzamos a recorrer con avidez los caminos de Amboseli, hipnotizados por la silueta del Kilimanjaro. Decenas de elefantes chapotean en una ciénaga repleta de herbazales que apenas dejan adivinar el agua que nace en las entrañas del coloso, las mismas que beben los habitantes de la capital gracias a una tubería de 350 kilómetros de longitud construida por los británicos en tiempos de la colonia. A medida que va expirando el día y nos alejamos de los humedales, los animales levantan tolvaneras que, atravesadas por la luz del atardecer, ofrecen una estampa más propia de un teatro de sombras chinescas. Hasta que el sol dice basta. Tranquilo Cuchillo (ése es el significado de su nombre swahili, Makini Marumu), nuestro excelente guía de Kobo Safaris, detiene entonces el coche en la cuneta. El ocaso, con el Kilimanjaro a nuestras espaldas y el sol expirando en lontananza, rojo de ira, parece arrancado de un sueño. Es uno de los mayores regalos que África hace al viajero en la sabana.

El ocaso, con el Kilimanjaro a nuestras espaldas y el sol expirando en lontananza, rojo de ira, parece arrancado de un sueño

Hacemos noche en el muy recomendable Tawi Lodge, donde los huéspedes tienen el privilegio, cada mañana, de dar los buenos días al Kilimanjaro, nada más abrir la cremallera de la tienda, mientras pasan a su lado jirafas, babuinos y gacelas. Ron Guijs, el mánager del hotel, no descuida un sólo detalle (una hoguera frente a una charca permite despedir el día junto a un grupo de elefantes que se han acercado a abrevar) und, ZUDEM, reúne una cualidad que despierta inmediatamente nuestra simpatía: en su bodega tiene botellas de Rioja. Was will man mehr fragen?

Con la luz del alba, la montaña exhibe sus mejores galas. Sales de la tienda, te sientas en la terraza y, ensimismado, el tiempo deja de tener importancia mientras los rayos de sol van trepando lentamente por la ladera del Kilimanjaro hasta su interminable cima, donde cualquiera diría que un gigante se hubiera sentado a descansar allanando la cumbre con su peso.

«¿Sería posible una foto del Kili con un unicornio?». «Está complicado pero se intentará», ríe Makini, unser Guide

De nuevo en el todoterreno, empezamos a perderle el respeto al Kilimanjaro ante la sucesión de fotos con la más variada fauna animal a sus pies. «¿Es posible una foto del Kilimanjaro con una jirafa atacando a un elefante?». Makini se lo toma con humor. ¨Por supuesto, vamos a por ella». «¿Sería posible un Kili con un unicornio?». «Está complicado pero se intentará», ríe el guía. Der Berg, despechada, pronto empieza a dejar cubrir sus laderas por las nubes, primero tímidamente, hasta que desaparece casi completamente de nuestra vista. Jetzt, nadie sospecharía que ahí resopla el orgullo herido de la gran mole. Es la venganza del Kilimanjaro a nuestras bromas, pienso arrepentido. Conscientes de nuestra afrenta, nos alejamos de él todo lo posible hasta la otra punta del parque, donde desde una colina sobre el delta las vistas son espectaculares.

Am Nachmittag, seguimos a tres leopardos durante casi dos horas hasta que, con un seco latigazo, dos de ellos se lanzan a por una manada de gacelas, cada uno por un lado para disgregar a sus presas, en una carrera tan explosiva que obliga a contener la respiración. Ninguno consigue su objetivo. Lo normal, pues la mayoría de los ataques de los guepardos suele terminar en fiasco. Allerdings, no se dan por vencidos y cruzan la carretera atravesando la legión de todoterrenos. Pasados unos minutos uno de los guepardos lo vuelve a intentar a la desesperada, cuando hace rato que la gacela ha olisqueado el acecho de la muerte. Nada que hacer. Peleado con la suerte, se retira derrotado, casi anocheciendo, mientras un ñu, neben, contempla la escena con su siempre inexpresivo gesto.

Seguimos a tres leopardos durante casi dos horas hasta que, con un seco latigazo, dos se lanzan a por una manada de gacelas

Otro atardecer de embrujo y silencio nos devuelve, con la oscuridad pisándonos los talones, al confortable lodge de Ron, donde nos agarramos a nuestras últimas horas en Amboseli con todo nuestro empeño, esta vez a unos metros de un elefante que en la oscuridad todavía sobrecoge más. Nos queda una cuenta pendiente por saldar. El Kilimanjaro, que amanece sediento de luz y sin una sola nube, nos lo pone muy fácil. Para quienes nos gusta buscarnos en las montañas, su cercanía es una bendición. Dan ganas de sacarle otras doscientas fotos. Aunque sea sin unicornio.

 

Ésta ruta por Kenia se realizó con la colaboración de Kobo Safaris, una empresa española que no dudamos en recomendar, porque son excelentes profesionales, saben lo que se hacen y atesoran muchos años de experiencia.

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