Langtang (2): paz bajo las estrellas

で: ラウルガルシア (テキストと写真)
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Si se busca tranquilidad, の Langtang, un pequeño poblado habitado por tibetanos que huyeron del país de las nieves, la encontraremos. Pequeños caminos empedrados de no más de dos metros de ancho zigzaguean montaña arriba flanqueados por casas de piedra con techos de hojalata atravesados por un tubo metálico que hace las veces de chimenea. Puedes pasear despacio, porque a esta altitud, 3.300 メートル, cualquier movimiento más rápido de lo normal hará que tu respiración se acelere buscando un oxígeno que necesitan nuestros músculos.

La paz que se respira aquí es algo que me gustaría poder disfrutar más a menudo en mi ciudad. Caminando te vas cruzando con tibetanos que te saludan con un “”namaste” al que tu respondes de forma idéntica. Sus caras están muy marcadas por la climatología: pieles duras a simple vista, oscuras y de ojos rasgados. Vestidas las mujeres con telas recias en forma de falda, con una especie de pantalón debajo y un cinturón similar a una faja que usan también para guardar diferentes útiles. Chalecos de igual tela, con algún mantón y una preciosa trenza realizada con ese pelo negro y duro que las caracteriza. Las puedes ver por las tardes aseándose en cuclillas, peinando el largo cabello que les llega hasta la cintura.

La paz que se respira aquí es algo que me gustaría poder disfrutar más a menudo en mi ciudad

Los hombres llevan pantalones de tela igual de robusta, una especie de camisas de franela, chaquetas antiguas que algunos turistas les habrán regalado y algunos, solo algunos, un gorrito de lana. También podemos ver chaquetones de plumas de North Face, pero pocos. Lo más sorprendente de todo es el calzado que usan. La mayoría lleva chanclas, o zuecos las mujeres, pero no de madera, sino de polímero.

Los niños son un caso aparte. Si los adultos no tienen frío, ellos menos. Fuera puede hacer 14ºC y van con un jersey de lana, pantaloncillos rasgados de algodón y unos zapatos tipo crocs, algunos con calcetines. Es normal verlos limpiarse con las mangas los mocos que constantemente les chorrean de la nariz.

Allá donde mires ves agua: cascadas que se precipitan de las altas montañas, picos nevados que alimentan los cauces

Allá donde mires ves agua. Cascadas que se precipitan de las altas montañas, picos nevados que alimentan los cauces y que, gracias a unas tuberías de plástico, los refugiados consiguen llevarla hasta sus hogares y a las guest house, su principal fuente de ingresos.

Estos alojamientos son parada habitual para los excursionistas que hacen el trekking de Langtang. Puedes dormir en uno de ellos gratuitamente siempre que cenes y desayunes ahí. También puedes pagar 100 ルピー (un euro se cambia a 136 rupias nepalíes) por la cama o incluso menos si llevas tienda de campaña, cosa solo aconsejable para jóvenes con muchas ganas de aventura y bajo presupuesto. Hay que tener en cuenta que las temperaturas, en diciembre, pueden ser de bajo cero.

Al atardecer las sombras se alargan y el color de todo cambia

La mejor hora para mí es al atardecer, 上の 15:30, cuando el sol empieza a bajar y a ocultarse detrás de las montañas. Las sombras se alargan y el color de todo cambia. Los hombres vuelven de recoger leña, una tarea que sólo pueden hacer durante dos meses al año, las dos últimas semanas de noviembre y marzo y las dos primeras de diciembre y abril. Las mujeres empiezan preparar la cena y los niños juegan durante las últimas horas de luz. Los caballos pasean hacia sus cuadras, si es que las tienen o simplemente pastan, al igual que las vacas. Merece la pena pasear durante una hora y ver, además de todo esto, cómo la niebla, como cada día a la misma hora, sube del valle. Es como un fantasma que se traga al pueblo y, tras engullirlo, vuelve por donde ha venido.

A las seis de la tarde ya es noche cerrada. El hombre de la casa donde me hospedo trae la cena, sopa de champiñones y un pan casero. Siempre que viajo, intento llevar algo de charcutería, pues a veces la comida se me hace repetitiva y monótona. No sé si es el hambre que tengo o es que realmente el pan tibetano y la sobrasada hacen una pareja perfecta.

Después de la cena los hombres se reúnen alrededor del fuego y cuentan historias de antiguos sherpas

Después de la cena los hombres se reúnen alrededor del fuego, con un vaso de aluminio con té que trae la mujer de la casa. Lo apoyan en la estufa para que no se les enfríe y cuentan historias de antiguos sherpas, de montañas codiciadas por cualquier alpinista y vivencias propias en esas cimas que ellos veneran como si de un dios cualquiera se tratara, pues las respetan y temen. Y recuerdan, 必然的に, aquel día en que un enorme desprendimiento sepultó parte del pueblo dejando varios muertos.

Salir más tarde de las siete es de locos. La temperatura baja rozando los 0ºC. Cada noche que el guía me ve salir con el trípode y la cámara debe pensar que estoy loco. Supongo que no entiende que ni el frío que hace ni ese viento helado que te atraviesa como un puñal van a impedir a ese loco disfrutar bajo las estrellas de una de sus pasiones: la fotografía.

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