carreiras de montaña, pero non limpeza

Por: Ricardo Coarasa (fotos: R. C./Charly G. Mairal)
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Non teño nada contra as carreiras de montaña. Es una manera de amar la naturaleza muy alejada de la mía -que no concibo los valles, los collados y las cumbres como una inmensa pista de atletismo-, pero igualmente respectable. Si, teño moito en contra, con todo, de quienes no respetan a la montaña o de cualquiera que la ensucie impunemente. Por eso me molestó especialmente tropezarme hace unos días, en la ascensión a los Bacún desde el valle de la Garcipollera, un paraje escasamente transitado del Pirineo oscense, con los restos de la señalización de una carrera, o 2KV, a la cima de Collarada. Cintas rojiblancas, carteles de plástico, flechas indicativas y estacas jalonaban la subida a la loma sur de Bacún (2.144 metros). La prueba se había celebrado hacía una semana, pero las señales del itinerario para orientar a los participantes en ese tramo seguían ahí. -Se rapidamente, bajan aun más rápido pero, ao que se ve, sus organizadores no se dan la misma prisa en limpiar.

No sé si en el momento de escribir estas líneas los restos de la carrera seguirán diseminados por la montaña. Ojalá que no. Estoy seguro, en realidade, de que los organizadores de la 2KV aman la montaña y la respetan y ven en una competición de este tipo una forma de promocionar la belleza del valle del Aragón y de su principal cima, Collarada (2.886 metros). Por eso me resulta aún más incomprensible ese descuido. Pónganle remedio cuanto antes, por favor.

La prueba se había celebrado hacía una semana, pero las señales para orientar a los corredores seguían desperdigadas por el monte

Habíamos comenzado la ascensión dos horas antes a unos metros de la bellísima ermita románica de Santa María de Iguacel, donde muere la carretera que remonta el silencioso valle de la Garcipollera. Desde ahí teníamos que salvar un desnivel de poco más de 1.000 metros para alcanzar las cimas sur y norte de Bacún y a la de Lera y completar la travesía circular descendiendo por el bosque hacia el punto de partida.

La dificultad de afrontar ascensiones menos transitadas radica en que uno tiene la certeza de que, tarde o temprano, el sendero se deshace y hay que tirar de referencias vagas y, especialmente, de la intuición y la orientación. Así que uno puede perder unos cuantos minutos en encontrar una trocha que la vegetación ha engullido hace años o buscar sin éxito entre el bosque un antiguo camino de cazadores ya desaparecido, confundiéndolo inevitablemente con los sucesivos, y efímeros, pasos de ganado. Todas esas inseguridades, se advierte a quienes piensen en realizar esta bellísima ruta, no hacen sino ir mermando la moral a todo aquel que no tenga claro que la respuesta a cualquier duda es seguir subiendo.

La dificultad de afrontar ascensiones menos transitadas radica en que uno tiene la certeza de que, tarde o temprano, el sendero se deshace

Nada más dejar el coche en el aparcamiento de la ermita (1.180 metros), y tras pasar un puente de hormigón sobre el río, en lugar de seguir en dirección al templo románico hay que desviarse a la izquierda por un sendero ascendente (un cartel de madera indica el camino hacia el cercano municipio de Castiello). La PR-15 enlaza un zig-zag tras otro hacia el collado de la Serra Cruz, saliendo a una pista veinte minutos después que hay que seguir unos minutos hasta que continuamos subiendo de manera brusca por una trocha apenas visible a mano derecha. Pasamos junto a los restos de varias construcciones antes de llegar a una divisoria que se asoma a la pista del pueblo abandonado de Cenarbe y a un «comedero» de quebrantahuesos, en plena área de conservación de estas aves.

Continuando por la loma en dirección noroeste por los restos de un camino ancho que muy pronto se desdibuja, nos adentramos en un bosque por el que no queda otra que continuar remontando la pendiente sin camino alguno hasta salir a una loma con algún pino aislado. Al otro lado emerge enseguida la silueta inconfundible de la Peña Retona (2.775 metros), la mole de la sierra de la Partacua.

Una divisoria se asoma a la pista del pueblo abandonado de Cenarbe y a un «comedero» de quebrantahuesos

A las diez y media, tras dos horas y cuarto de caminata, estamos en Bacún Sur, jalonado ya el ascenso por los restos de la señalización de la carrera de montaña a Collarada, que ahora luce espléndida a nuestra izquierda. Un vértice geodésico marca la cima. Nos encontramos con un montañero solitario que ha ascendido desde Villanúa y que la semana pasada corrió la 2KV y se muestra sorprendido y contrariado, coma nós, porque las balizas del recorrido sigan ahí.

Continuando por el collado, media hora después se alcanza Bacún Norte (2.195 metros), la máxima altitud de la ruta a caballo entre la cuenca del río Aurín y la del Bozuelo. Desde este punto se disfruta de las mejores vistas de Collarada y Collaradeta. Una valla metálica de separación del ganado, ya vencida sobre el suelo, indica el camino hacia la última cima, do Pico de Lera o de Leta (2.122 metros), que alcanzamos tres horas y media después de comenzar a andar. Un túmulo de piedras junto a un palo invita a descansar unos minutos y comer algo. Alí abaixo, hacia el valle de Acumuer, asoma un precario refugio de pastores.

Desde Bacún Norte, entre la cuenca del Aurín y la del Bozuelo, se disfruta de las mejores vistas de Collarada

Queda por delante la parte más intuitiva del recorrido, pues a la vista no hay camino ni nada que se le parezca. Continuando por las estribaciones de la sierra, nos lanzamos en picado hacia abajo por una loma herbosa algo traicionera, pues esconde innumerables socavones debajo de las hierbas que obligan a mantenerse ojo avizor para evitar una torcedura de tobillo.

Tras más de media hora de continuado descenso salvamos unos 400 metros de desnivel y llegamos al comienzo del bosque, junto a los restos de una vieja caseta agraria a nuestra izquierda. Tenemos que encontrar una senda de cazadores que nos lleve hasta abajo con comodidad, pero no damos con ella y nos adentramos en el bosque bajando a la brava entre la espesa maleza, apartando arbustos de boj y ramas de pino y pisando excrementos de jabalíes.

No encontramos la senda de cazadores que promete la guía y no queda otra que adentrarnos en el bosque bajando a la brava entre la espesa maleza

Después de media hora de pelearnos con el bosque encontramos por fin algo parecido a un sendero, o eso queremos creer, que aunque abandonado y cruzado a cada paso por troncos abatidos nos lleva diez minutos después a la pista que baja al aparcamiento de Iguacel. Sin más contratiempos, ni ganas de abandonar la anodina comodidad de la pista, llegamos a nuestro punto de partida 5 horas 45 minutos despois.

El perfecto colofón a la jornada lo ponen la inevitable visita a la ermita, con un reparador baño de pies en su fuente de tres caños, y unas jarras de cerveza en el mesón de Castiello de Jaca, donde arranca la carretera a la Garcipollera. Non se pode pedir máis. O sí. Que limpien la montaña de los restos de la 2KV. Si no es mucho pedir.

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Comentarios (2)

  • Anchel

    |

    Hola desde Villanúa.
    Está certo, el Ultra trail de Collarada terminó el día 17 de julio y teníamos la obligación y el deber moral de retirarlo en 48horas peronos fué total mente imposible.
    El tramo de la punta La Selva, Bacún, refugio de la Espata lo tuvimos que desmarcar el domingo 24 pasandonos así 5 días del plazo permitido y siendo este tramo de 6km el último por desmarcar de 100km.
    Un grave error que sin duda no se repetirá en próximas ediciones.
    Saúdos
    Anche Terren.

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  • Ricardo Coarasa

    |

    Pues me alegro mucho. Como di, además de una obligación es un deber moral. Es bueno saber reconocer los errores y eso os honra. Saúdos

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