Adiantamento para não mover nada

Atravesse a rua e um cara saiu das sombras que caíram sobre a minha. Eu não conseguia entender, Eu pensei que pediu dinheiro, e eu disse que não. Só então eu percebi que estava faltando um olho, mas, instintivamente, entrou em minha casa

“La gente en África anda. Se levantan por la mañana y comienzan a andar”. No recuerdo ahora si la frase, no literal, es de un libro de Kapuscinski o de Javier Reverte; pero lo cierto es que en este pequeño rincón del continente se cumple a rajatabla. Puedes ver gente caminando en círculo o en líneas rectas sin ningún sentido. Por la noche son sombras, que se mueven en silencio, sin rumbo. Uma vez, esperando en la esquina de Green Market Square, conté hasta siete vueltas a la plaza de un tipo que caminaba mirando al suelo con una bolsa en sus manos. Me fui, pero estoy seguro de que batió el récord del mundo de vueltas a Green Market Square mirando al suelo con una bolsa en las manos.

Por la noche es aún más curioso el lenguaje de los pies. Desde mi terraza puedo ver como la gente avanza lentamente, como arrastrando los pies, sin buscar ni esperar nada. Às vezes, los ves buscando en la basura comida (es muy común ver esta escena); otras sólo se acercan para pedirte fuego o comida sin que te percates de que están cerca). Lo cierto es que nunca piden dinero, siempre explican que tienen hambre y se tocan el estómago. Uma noite, salía de un restaurante chino que hay junto a mi casa y llevaba la comida que había sobrado en una bolsa (aquí todo el mundo se lleva la comida que sobra. Hasta en los mejores restaurantes te lo entregan inmediatamente. La primera vez que lo vi me quedé de piedra. El camarero vino con una bolsa y dos porciones de pizza envueltas en papel de plata. Una amiga, Delphine, que vive aquí, la cogió sin inmutarse. Yo pensé que era un poco cutre, hasta que observé que nada más salir del restaurante dejó la bolsa en la calle, junto a un parking. “En dos minutos desaparece”, Eu disse:. No había nadie a nuestro alrededor en ese momento Fuimos a un bar cercano, llamado Chic, y como el ambiente hacía honor al nombre decidimos irnos. Fueron diez minutos, no dos, pero la bolsa ya no estaba. Uno entiende entonces que tirar la comida es un lujo en este lugar).

Lo cierto es que nunca piden dinero, siempre explican que tienen hambre y se tocan el estómago

Volviendo a mi noche saliendo del chino, cruce la calle y un chico que salió de las sombras se abalanzó sobre mi. Eu não conseguia entender, Eu pensei que pediu dinheiro, e eu disse que não. Só então eu percebi que estava faltando um olho, mas, instintivamente, entrou em minha casa. Depois, tras entender la escena, pensé que podía darle toda la comida del chino que había sobrado y llevaba en dos bolsas. Salí a la calle, a buscarle: Él caminaba en línea recta, por una gran avenida, tuve que correr un poco para alcanzarle. Le di toda la comida, comenzó a abrazarme y se agachó para besarme los pies. Le dije que no lo hiciera, que no era necesario y vi que le brillaban los ojos. Me fui hacia mi casa y, en un momento, me giré para mirarle. No se había parado; seguía caminando en línea recta con la bolsa entre sus manos. A veces tengo la sensación de que no paran hasta que llegan a El Cairo, donde al mojarse los pies deciden dar media vuelta.

En mi viaje al despoblado norte de Sudáfrica vi gente caminando por la carretera, sozinho, no deserto, con la sensación de que lo hacen como costumbre aprendida. Había kilómetros de distancia entre las poblaciones más cercanas. No tienen nada que hacer y andan. Sin trabajo, sin posibilidad de tenerlo, deciden mirar pasar la vida en movimiento. Avanzan sin ningún propósito; avanzan para no avanzar nada.

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