Mexico DF: chronische normaliteit

Door: Javier Brandoli (tekst en foto's)
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A la señora Julia no le pasó ayer nada, ni tampoco la semana anterior, ni en el último mes. Va y viene de su trabajo a su casa donde se reúne con sus tres hijos y su marido, en una zona de clase media-baja del DF que ella me explica con cierto mimo donde se ubica y que yo, con los ojos desorientados, le contesto que da igual sus esfuerzos, que esto es demasiado grande para que yo pueda aún presumir de perderme.

Lo mismo que a Tere, la persona que nos ayudó a encontrar un piso al que mudarnos, y su primo, Juan, con los que fuimos a una cata de vinos en un supermercado. Hij, in de auto, me dijo que era un poeta que aspira a no publicar nada y luego, con el gesto serio, me explicó que ya de viejito ha decidido que no está dispuesto a hacer nada que “perturbe su vagancia”. Hablaba con tanta pasión de todo que me pareció que sus silencios eran sólo treguas que le daba a su alma.

No está dispuesto a hacer nada que perturbe su vagancia

Tampoco le pasó nada especialmente llamativo a Laura, una mujer de buena posición, descendiente de judíos, que me narraba con su rostro bello, algo quebrado y pintado, que nunca he tenido miedo de moverse por el país. “Dicen que es peligroso, pero yo voy siempre donde quiero”. Een vriend, presente en la conversación, replicaba que “ella (Laura) y su marido, que en paz descanse, eran muy corajosos y les gustaba siempre ir a ver cómo vivía la gente del pueblo”, como si en ese pueblo hablara de otra galaxia. En ze, Laura, al enterarse de que yo había vivido casi cinco años en África, me contaba que hace muchos años fue a Cataratas Victoria y su mejor recuerdo fue cuando ella y su esposo se hicieron amigos del taxista, zimbabuense, y les invitó a comer a su casa.

Tampoco les pasó nada singular a las miles de personas que me crucé los dos domingos en el Bosque de Chapultepec, un inmenso parque del DF en el que asistí a clases de ajedrez; un concierto de jazz; una exposición muy moderna y multidisciplinar que narraba el caos con basura y cajas arrojadas por el suelo; un cuidadísimo y modernísimo zoológico donde miles de padres e hijos entraban en tropel a contemplar las fieras, gratis, como ocurre con toda la inmensa oferta cultural de la ciudad los domingos; un montón de barcas que se abrían hueco en un estanque abarrotado de brazos y remos; y muchas parejas que se escondían en algún recodo de la naturaleza para besarse como si el mundo pudiera acabarse tras terminar de sorber.

Besarse como si el mundo pudiera acabarse tras terminar de sorber

Dan, ya en la calle, había miles de corredores y ciclistas que hacían ejercicio en la avenida Reforma cerrada parcialmente para ellos, mientras otros leían sus periódicos en las largas esperas de las largas filas de gente que se dedica a visitar las innumerables exposiciones. Y pese a que hay tantas, que esta es la ciudad del mundo con más museos tras Londres (lijkt), son tantas también las personas que hay cuerpos esperando en todas las puertas tras la que se enseña algo.

Y luego he bajado ya por tres veces al centro, donde también me pareció comprender que había demasiada gente que no era noticiable por nada. En la calle Guatemala, detrás del Templo Mayor y la Catedral, las gentes colocaban sus puestos muy humildes donde se vendía a trozos todo y yo escuchaba sus voces escalar por encima del sonar de la urbe. En la calle Isabel la Católica me enamoré del viejo Casino Español y su restaurante añejo, hoy Casa de España, y en la calle de la Condesa, justo al lado del bellísimo Palacio Postal, me compré dos libros de segunda mano. Hice lo mismo exactamente que hacían todas las personas que estaban a mi lado, mirar y comprar libros con una cierta calma.

Solicitan empleadas con ganas de trabajar

Een andere keer, también allí donde el Zócalo, comí en un Mc Donalds tras ver una exposición vanguardista en la Calle Licenciado Verdad donde una bedel hacia calceta sin levantar la mirada, haber paseado por la Calle Mayor donde me entretenía viendo los carteles que “solicitan empleadas con ganas de trabajar” y, ja, detallan después que no deben terminarse durante 10 horas y media cada día. En esa calle había unas tiendas alocadas y hermosas de trajes de comunión, un cristo en mitad de la acera controlando los quehaceres del asfalto y otra librería donde estuvo la primera imprenta de todo el continente. Allí también había una exposición de fotos y una cuidada exposición de palabras prensadas.

Dan, algunas tardes, he ido también a las Colonias de Condesa y Roma, donde se agolpan los bares y restaurantes de corte más juvenil y alternativo. La sensación es de que todo se mueve allí, sean estas las vísceras, las manos o las sombras que pululan por las noches. Loved, en esta aproximación primera y superficial, su energía de lugar en constante mudanza e inconformismo, pero tampoco allí pasó nada reseñable y tomamos un taxi que nos devolvió a nuestra improvisada casa. Dus, levantando la mano al azar en medio de la calle sin que tampoco pasara nada. Ni un secuestro ni un robo, como dicen los entendidos de las precauciones y los miedos.

Todos reales, todos denunciables y perseguibles

En dan, en estos primeros días, he escrito para El Mundo muchos reportajes sobre los estudiantes desaparecidos de Iguala, los narcos, la violencia en las escuelas, la explosión de una maternidad y los novillos de los políticos. Todos reales, todos denunciables y perseguibles, con mi pulso agitado por momentos ante tanto trabajo por contar una verdad mediática, urgente y sincera que contradice mis tres maravillosas semanas de vivir, en singular y sin titulares, en el que además de disfrutar de una maravillosa ciudad, no pasó nada.

Y no intento negar lo otro, ni a los narcos, ni la miseria, ni la sangre desparramada y por desparramar. En 21 dagen natuurlijk ken ik de DF niet. Geprobeerd, om een ​​beetje te compenseren, vertel een waarheid die minder naar buiten komt en evenveel kracht heeft als de ander en dat, in mijn bevoorrechte leven, Het is constant geweest. Supongo que merece la pena decirlo para acabar al menos con algunos falsos o exagerados fantasmas. Leven, in routine, siempre gana por mucho que nos empeñemos en ocultarla. Lo hace hasta cuando nos mata.

 

  • Delen

Reacties (1)

  • Ricardo

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    Ik ben blij, querido Javier, que tu visión como ciudadano del DF coincida con la del turista apresurado que fui en mis días en la ciudad: https://www.viajesalpasado.com/en-defensa-de-mexico-df/. Creo que artículos como el tuyo, con perspectiva, ayudan más a conocer la realidad de México que decenas de reportajes sobre los desaparecidos de Iguala. Porque la vida, pese a todo y a todos, siempre termina por abrirse camino. Felicidades por esa percepción del querido y añorado DF.

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