Rano Raraku: homes de aves volcán

Por: Gerardo Bartolomé (texto e fotos)
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El volcán Rano Raraku es el más espectacular de la isla de Pascua. Con sus 324 metros, se trata de uno de los puntos más altos de la isla, pero lo más llamativo es su inmenso cráter de un kilómetro y medio de diámetro en cuyo interior yace una increíble laguna con islas flotantes circundada por un hábitat único. Ubicado en uno de los vértices del triángulo que conforma la isla, desde el borde del volcán se observan tres motu, o islotes, que se convirtieron en centro de veneración.

Bajaban los peligrosos acantilados, se arrojaban al agua con un flotador de totora y nadaban hacia el islote de los gaviotines

La reorganización de la sociedad Rapa Nui se volvió a alcanzar con una competencia anual que determinaba quien regiría la isla en el siguiente año. Esta competición llamada Tangata Manu, u Hombre Pájaro, consistía en que cada tribu enviaba un representante a Orongo, la aldea ceremonial ubicada al lado del gigantesco cráter de Rano Kau. Los hombres permanecían allí hasta la llegada de los primeros gaviotines, que anualmente anidan en el islote más alejado. Entonces empezaba una arriesgada carrera. Todos bajaban los peligrosos acantilados, se arrojaban al agua con un flotador hecho de totora y nadaban hacia el islote de los gaviotines. El primero en volver a Orongo con un huevo de gaviotín se convertía en el Hombre Pájaro y él y su familia gobernarían por un año. La reconstruida aldea y los petroglifos representando al Hombre Pájaro nos daban idea de la importancia del evento. La clave de esta competencia es que logró disminuir la violencia entre tribus y así se alcanzó un nuevo equilibrio.

La llegada de los europeos generó un nuevo desafío: la población bajó a poco más de cien Rapa Nui

Pero la llegada de los europeos generó un nuevo desafío para los lugareños, o terceiro. Debido a las enfermedades que trajeron los viajeros, más las muertes por enfrentamientos contra los desalmados aventureros que sin pudor raptaban sus mujeres para satisfacer sus bajos instintos y, finalmente por el secuestro de más de mil quinientos isleños esclavizados y llevados a Perú; para 1880 la población había bajado a poco más de cien Rapa Nui. La anexión de la isla a Chile en 1887, si bien no querida por los pobladores, puso fin a este dramático proceso. La población de isleños volvió a crecer pero la desaparición de figuras clave de su sociedad significó la pérdida de importantes factores de su cultura, como por ejemplo el significado del Rongorongo o “gran mensaje”, su sistema de escritura, que permanece indescifrable.

Durante años Chile le negó derechos a los isleños bajo el pretexto de que se trataba de un territorio anexado sin conformar parte del país. Así se concesionó la isla a privados para desarrollos ganaderos que, afortunadamente, fracasaron rotundamente.

Durante años Chile le negó derechos a los isleños bajo el pretexto de que se trataba de un territorio anexado

Las cosas comenzaron a mejorar en los años cuarenta. Fue clave la llegada del sacerdote alemán Sebastián Englert quien comenzó a estudiar y a documentar la historia y la cultura Rapa Nui. De a poco Chile cambió su actitud hacia los isleños, les permitió la enseñanza de su idioma construyó un aeropuerto que les posibilitó acceder a mayores niveles de educación y de salud en el continente.

Varias personas nos aconsejaron acudir a misa el domingo, no por fervor religioso, sino para asistir a una expresión de rasgos culturales. Algo similar a lo que ocurre con las misas de Harlem, Nova York. Allí fuimos y no nos decepcionamos. La misa era dictada en ambos idiomas, español y rapanui, por un cura que a la sotana le agregaba un tocado de llamativas plumas tribales. La congregación cuenta con un coro e instrumentos que dan vida y color a la ceremonia con un marcado tono polinésico.

Acudimos a misa el domingo. El cura agregaba a la sotana un tocado de llamativas plumas tribales.

Luego de Englert la isla y sus habitantes llamaron la atención de varios antropólogos extranjeros. E por unha boa razón, se trata del pueblo que más lejos ha viajado desde la salida del Hombre de Africa hace cincuenta mil años; lo cual es una ironía porque luego el mismo pueblo pasó mil años confinado a su diminuta tierra. Así fue que el noruego Thor Heyerdal, famoso por su hazaña de Kon-tiki, e moitos outros, estudiaron y rescataron gran parte del rico pasado de la isla y sus habitantes. Más recientemente, el arqueólogo y antropólogo local Sergio Rapu tomó la posta del estudio científico de la historia ancestral de su pueblo. De a poco varios de los maravillosos moais que habían sido derribados en sus guerras, fueron restaurados y re-erigidos en sus ahu.

La llegada de los vuelos a la isla generó un cambio enorme: la llegada del turismo, que les proporcionó una gran fuente de ingresos. Un isleño me decía, con humor que sus antepasados habían construido los moais para que estos los protegieran y eso mismo es lo que estaban haciendo esos gigantes de piedra, atrayendo el flujo turístico del que hoy su pueblo se sustenta.
Pero con los vuelos llegó el cuarto desafío al pueblo Rapa Nui, el de la disolución de su identidad. Son tan solo tres mil los descendientes de los primeros polinesios, pero en la isla viven otros casi tres mil chilenos no polinésicos, lo que sumado a la gran cantidad de turistas, hace que los Rapa Nui sean minoría en su tierra. De esa manera el uso de su idioma dejó de ser una necesidad ya que el español o el inglés son mucho más útiles para comunicarse. Si a esto se le suma el uso internet, redes sociales, más los casamientos entre isleños y chilenos continentales, llegamos a que la identidad Rapa Nui está bajo asedio. Continuar usando su idioma y mantener su cultura ancestral es más un acto de militancia que de practicidad.

La identidad Rapa Nui está bajo asedio: mantener su cultura ancestral es más un acto de militancia que de practicidad

Para nuestra última noche nos recomendaron acudir a un espectáculo de bailes autóctonos. En general no me gustan los shows para turistas pero me aseguraron que este era distinto; bien auténtico. Esa noche no sólo disfrutamos viendo las danzas Rapa Nui sino que también conocimos y entendimos el trabajo de Lyn Rapu Tuki, creador de la academia de baile local. Para los Rapa Nui el espectáculo turístico es una manera de viabilizar el esfuerzo de mantener vivos la danza y otras expresiones culturales ancestrales de su pueblo. Acudir a estos espectáculos, además de disfrutarlos, significa contribuir al sostenimiento de esta frágil cultura.

Finalmente llegó la triste mañana en que debíamos abordar el avión de regreso. Con la convicción de que los Rapa Nui lograrían sortear su cuarto desafío nos pusimos en camino hacia el aeropuerto. En el trayecto le pedimos al taxi que se desviara para que en la oficina de turismo nos estamparan un sello de moai en los pasaportes, certificando nuestro paso por esta mítica isla. A pocos metros, una estatua con el nombre de Hotu Matu´a parecía darme la despedida. No pude dejar de sacarle una foto.
¡Iorana Rapa Nui!

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