Tazara: オンボードの銅

車列が停止し、永遠であり、私達にワゴンを見学する時間を与える. 私たちの隣に難民キャンプのようなものです, 地面に料理人, 彼の母親の途方もない喧騒の中で、数ヶ月のクリーチャー·眠りが大声で話していると音楽ラジオが鳴り響くその下に防水シートのカップルを延長.

ダルエスサラーム, “lugar de paz” en Árabe. Calor húmedo, olor dulce a putrefacción, el polvo que cubre el asfalto sobre el índigo del Océano en las playas públicas y los mercados de pescado, voces africanas, インディアン, europeas, chinas a veces, en una ciudad volcada hacia Oriente, casi siempre dando la espalda a la inmensa masa continental africana tras ella.

Llevamos cuatro días encerrados en una habitación. Los muros desconchados de las paredes son iguales a las fachadas pintadas de amarillo deslucido del barrio de nuestro hotel, centro de mochileros de la ciudad, toda una escena sacada de Corto Maltés, con sus marineros de miradas huidizas, sus prostitutas drogadas, el siempre presente policía obeso corrupto y toda la serie de personajes inimaginables. Y seguimos esperando pues el tren no llega….

Con sus marineros de miradas huidizas, sus prostitutas drogadas, el siempre presente policía obeso corrupto

Casi no quedan trenes en África. La idea colonial de surcar las llanuras en un tren a vapor se topa hoy en día con corrupción, una gestión digna de una película de los Hermanos Marx, falta de mantenimiento y de verdadera necesidad. El tren a Mombasa, con Karen Blixen a horcajadas sobre la plataforma dando la bienvenida a África camino de su granja, no es más que un reflejo de otra época. Solo en Sudáfrica siguen circulando los grandes expresos de antaño. Salvo uno……

En los años setenta del pasado siglo, en plena Guerra Fría, un curioso proyecto vio la luz, promulgado por una China ansiosa de extender su influencia. Katanga y sus diamantes, Rhodesia y su oro, todo un tesoro en manos capitalistas en una región aún virgen. Un nuevo sueño colonial quizá. Y fue el Cobre de la actual Zambia lo que llevo a Mao a promover una línea férrea entre la costa tanzana y el interior, a través de casi 2000 kilómetros de bosques, 山岳, 湖, en una geografía glosada por Livingstone y cruzando santuarios como Selous.

Y fue el Cobre de la actual Zambia lo que llevo a Mao a promover una línea férrea entre la costa tanzana y el interior

Aquel proyecto, el TAZARA, ザ Uhuru Train, tren de la libertad, sigue en marcha hoy en día, a duras penas y siempre con la amenaza de su desaparición, en uno de los viajes más espectaculares que el viajero puede imaginar.

Quinto día y al final el tren al menos aparece en la estación. Dos máquinas desvencijadas, vagones aéreos, asientos duros, pero absolutamente vital, lleno de esa algarabía de colores, aromas a coco, フルーツ, fritanga y sudor , de gritos, lloros, canciones y carcajadas, lleno al fin y al cabo del África real. と, tras casi cinco horas de “trámites”, salimos a través de los suburbios de Dar hacia el bundu, el interior, hacia el Cobre de Äfrica Central.

Un pequeño compartimento abierto con literas y una ventana sin cristal, primera clase. Una vez que dejamos la costa, el paisaje cambia. Algún baobab solitario camino de la meseta que se alza hacia el interior del continente. Esa tarde cruzamos Selous, la mayor reserva de África. Homenaje a un cazador ilustre, uno de esos nombres salidos de libros de aventuras, escenas de caza en blanco y negro, salakot y ropa caqui. Hace solo una semanas que nos bañamos muy cerca de la solitaria tumba del cazador, nada de ostentación. Tan solo una placa en medio del bundu que nos costo bastante encontrar. Otro ejemplo más de ese África escondida que aún espera ser redescubierta, con una sorpresa tras cada esquina.

Notamos una sombra torpe entrando en el compartimento y tratando de empujarle fuera de su litera

La primera noche mi compañero de viaje no durmió bien. Poco después de salir, notamos una sombra torpe entrando en el compartimento y tratando de empujarle fuera de su litera. Un polizón, sin billete, que nos pide que le dejemos dormir mientras va poco a poco arrimándose a mi compañero sacándole de su litera. Las caras de ambos, uno con un mono azul de obra, otro en ropa interior nada elegante, 暗い, entre gritos y lamentos, toda una escena de folletín. El tema se termina cuando un gigante que nos acompaña vocifera algo y el polizón sale despedido por la puerta sin pestillo. Y volvemos a dormir la noche asfixiante africana bajo el ruido de los raíles y de las estaciones donde el tren se detiene, con alguna que otra cabeza asomada por la ventanilla, dos ojos blancos brillantes como dos faros en la oscuridad del vagón.

車列が停止し、永遠であり、私達にワゴンを見学する時間を与える. 私たちの隣に難民キャンプのようなものです, 地面に料理人, un par de lonas extendidas bajo las que una criatura de pocos meses dormita entre el tremendo jaleo de su madre hablando a voz en grito y las radios con música a todo trapo que no dejan de sonar. Un ambiente de fiesta, de familiaridad, que no se detiene cuando entramos, a veces indiscretamente pidiendo permiso para fotografiarles. En cada parada los pasillos de los vagones se llenan de vendedores; サトウキビ, zumos imposibles en bolsas de plástico, semillas, masa frita……Una ciudad ambulante que se desintegra cuando el tren, sin aviso, comienza poco a poco a moverse, y de nuevo la monotonía del repiqueteo de las vías y del paisaje eterno, plano, que recorremos, nos lleva al sueño.

Es como un campamento de refugiados, 地面に料理人, un par de lonas extendidas bajo las que una criatura de pocos meses dormita

Durante la tercera noche cruzamos la frontera. Oficiales de aduanas nos revisan de un modo aburrido. Otra interrupción en plena noche. Pasaportes buscados a la carrera, sellos marcados, sonrisas dormidas de bienvenida a Zambia.

Llevamos muchísimo retraso. La compañía no tiene dinero para pagar el combustible del tren y cada tres o cuatro horas nos detenemos mientras se negocia o arregla algún asunto. Nos empezamos a cruzar con vagones abandonados cargados de lingotes de cobre, detenidos al lado de las vías. Nadie los vigila y a veces dan la impresión de cadáveres de animales abandonados, oxidándose con el paso del tiempo. El precio del cobre marca la economía de Zambia y el ritmo del Tazara. Sin un precio competitivo no compensa quizá mantener el tren y el oro rojo se abandona en las vías a la espera de una subida en alguna bolsa de otro mundo. Como antaño, el hoy de África casi siempre se decide muy lejos de las vidas de los que la habitan.

Nos empezamos a cruzar con vagones abandonados cargados de lingotes de cobre, detenidos al lado de las vías

Cuatro días después de salir de Dar llegamos a Kapiri Moshi, la “estación del cobre”. Poco más que un tejado rodeado de vías muertas. En un momento el tren se desborda de la vida que ha acogido. La plataforma se llena y se vacía como una inundación, carreras hacia el próximo transporte, sin despedidas. En tan solo un cuarto de hora solo una anciano uniformado, responsable de dar las salidas y llegadas, queda sentando sobre una caja de plátanos mientras dos mzungu se frotan los ojos sorprendidos. 後の 2000 km casi parece que ha sido un sueño del que solo queda la prueba de la máquina y los vagones solitarios. Uno más de los sueños de viaje que quedan en África, de viaje con mayúsculas, como el que algunos soñamos sobre un viejo Atlas hace muchos años ya.

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