Sierra Leona: het verhaal van een kleine halve glimlach

Door: Olga Moya (tekst en foto's)
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Abu is dertien, de verlegen glimlach en ogen die voortdurend op zoek zijn naar de grond. In Abu durven te kijken in de wereld al, waarschijnlijk omdat je ook hebt gezien. Geboren in een arm gezin in een klein dorpje in de buurt van Makeni, in Sierra Leone, zijn leven draaide honderdtachtig graden de dag dat we viel in de rivier van een brug die was vissen. En vallen, ongeluk zou hebben, wordt de urethra doorboord met een tak.

Su vida dio un giro de ciento ochenta grados el día que cayó al río desde un puente

Llegó a Mabesseneh, región en la que se encuentra uno de los mejores hospitales del país, St John van God; hospital que, Ook, está hermanado con su homónimo en Barcelona. Nada más verlo, la voluntaria de Barcelona que lo atendió reconoció la gravedad del caso: “Otro niño Cuidam”, exclamó. Y empezaron con los preparativos para poder enviarlo a España. Abu tenía que ir sondado permanentemente a través del agujero que le había perforado el vientre y cualquier infección que no se le tratara a tiempo podía acabar con su vida. Era un caso susceptible de ser amparado por Cuidam, programa que se encarga de tratar en Barcelona a los menores con patologías graves que no pueden ser tratados con los recursos del país de origen, pero San Juan de Dios recibe cada año tantas solicitudes que algunas tienen que ser descartadas. Abu esperó en el hospital el veredicto. Y pronto llegaron las buenas noticias que anhelaba.

Op oktober 2008, Abu aterrizaba en Barcelona. Lo hizo juntamente con Ibraim, otro niño sierra leonés que iba a ser intervenido de una dolencia similar -una piedra enorme le había caído encima aplastándole la uretra-, y la tía de éste. A Abu no le acompañaba ningún familiar. Su madre estaba enferma, tenía un hermano más pequeño y el padre no podía permitirse el lujo de abandonarlos a su suerte por unos meses. Pero Abu no estuvo solo. Además de Ibraim, del que se hizo amigo inseparable, contó en todo momento con el apoyo de muchos de los empleados del hospital. Marta Millet, representante del Departamento de Economía y Finanzas dentro del programa de hermanamiento, recuerda cómo dieron la bienvenida al pequeño nada más llegar. “Tuvimos que enseñarle cómo se encendía y apagaba el interruptor de la luz y, vooral, insistirle en que vigilara con el agua caliente pues se podía quemar”, verklaart. De lo más básico a lo más complejo, todo -absolutamente todo- iba a cambiar en la vida de Abu.

Algunos empleados se lo llevaban a casa durante los fines de semana

Estuvo once meses ingresado en San Juan de Dios. La operación fue un éxito rotundo pero debido a la complejidad de su dolencia, los médicos estimaron dejarlo en Barcelona un tiempo más largo del habitual. A Abu se le ilumina discretamente la cara cuando habla de aquellos días. Recuerda que acudía a la escuela del hospital, que algunos empleados se lo llevaban a casa durante los fines de semana y que comía cosas que nada tenían que ver con su cotidiana dieta de arroz. “Y un día me llevaron al Camp Nou”, exclama. Corría junio de 2009 y el Barça acababa de ganar la liga. No sólo fue testigo privilegiado de como el equipo ofrecía la copa a la afición, sino que además pudo fotografiarse junto algunos de sus ídolos. Todo un tesoro para un niño que, en condiciones normales, ni siquiera podría haberlos visto a través de la televisión.

Finalmente llegó el día en que Abu debía regresar a Sierra Leona. Cargado de regalos y recuerdos, tomó el avión que debía llevarlo de vuelta hasta su pequeña aldea sin más futuro que el de la supervivencia. Pero una decisión de última hora iba a cambiar su destino una vez más. Los hermanos de la Orden de St John of God decidían pagarle los estudios y acogerlo junto a otros niños en las dependencias mismas del hospital. Vandaag, Abu va al colegio cada día, tiene un plato de comida caliente en la mesa y una habitación para él solo en un edificio sólido a prueba de monzón. Ve a su familia durante las vacaciones o cuando su padre puede desplazarse hasta Mabesseneh para hacerle una visita. Y cuando lo hace, siempre lleva una cabra como presente de agradecimiento a aquellos que cambiaron el devenir de su hijo.

Siempre lleva una cabra como presente de agradecimiento a aquellos que cambiaron el devenir de su hijo

Hoy es domingo y Abu no tiene clase. Tras dar un paseo en el que él se mira constantemente los zapatos y yo intento hacerlo sonreír, me acompaña hasta la puerta de mi habitación en las dependencias mismas del hospital. Me despido de él no sin antes preguntarle si se considera un niño feliz. Y responde con un “a veces sí, a veces no” que denota una conciencia muy madura de su situación. Sabe la suerte que ha tenido; pero también la que hubiera podido tener.

  • Delen

Reacties (4)

  • Ann

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    Olga, weer geweldig

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  • Juan Antonio Portillo

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    Ik heb encandilao, Olga!!!!

    Por lo poco que te conozco tienes un corazón que no te cabeTus relatos desprenden humanidad, irradian positividad, arrojan luz sobre las tinieblas imaginariasy sobre todo naturalidad y espontaneidad.

    Ha sido un enorme placer despetar y leerte tomando una taza de cacao.

    Kisses

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  • Lydia

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    Het is een zeer emotioneel verhaal. Tanto Abu como Ibraim han sido muy afortunados, pero me pregunto cuántos casos de accidentes o enfermedades se quedarán sin poder resolver.

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  • Olga Moya

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    Bedankt voor het doorbrengen van een paar minuten naar Abu! Als Lydia zegt, hay muchos otros que no corren tanta suerte, incluso por enfermedades simples que podrían curarse simplemente acudiendo a tiempo al hospital. Pero en Sierra Leona, la mayoría de la población se acuerda de la ciencia solo cuando los curanderos no han podido aliviar sus dolencias -sino más bien empeorarlas-. Toen ik daar was, muchos eran los niños que llegaban a Mabesseneh al borde de la muerte tras haber ingerido brebajes de sospechosa procedencia. Algún día les dedicaré también un post.

    Juan Antonio, palabras bellas, zoals altijd. No sé si soy tan buena persona como piensas, lo que si soy es una tipa que cuando viaja se queda más con las personas que conoce en el camino que con las puestas de sol (y mira que estas últimas me encantan!). Besos a los tres!

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