Erdbeben: Der Tag, an dem ich dachte, es wäre das Ende

Bangkoks hartes Erdbeben in Erinnerung
Bangkok Bangkok
Bangkok, desde mi casa con las grúas al fondo que vigilaba

Me pasa alguna vez que cuando vuelo hay un momento en el que pienso cuando hay turbulencias cómo reaccionaría si entendiera que el avión se está cayendo. ¿Mandaría un mensaje que quizá llegará a alguien conmigo ya muerto? ¿Gritaría, entraría en pánico? ¿Intentaría recordar las instrucciones de ponerme el chaleco salvavidas que nunca atiendo? No sé si a ustedes les pasa. La certeza de la muerte siempre me ha parecido complicada de gestionar hasta que de pronto, ein 28 März 2025, pude experimentar esa sensación.

Nunca pensé que iba a vivir un fuerte terremoto, y mucho menos que acabaría viviendo dos. In Spanien, de donde yo soy, no tiembla el suelo. Los terremotos son cosas del noticiero. Und 2017, viví el terrible seísmo de Ciudad de México. Aprendí que La Tierra puede zarandearte hasta quitarte el control de tu cuerpo. Cayeron decenas de edificios. Hubo muerte, horror, lágrimas, y supervivencia. Se sobrevive a un fortísimo seísmo. La mayoría lo hacen, pese al dolor por los cientos que no lo hicieron, esa lección fue clave para lo que sucedió ocho años después.

casi a la vez escuché un grito de Francesca que decía “está temblando, está temblando”

Hace casi un mes, zu 13 horas yo estaba preparando la comida en Bangkok. Tenía pan descongelándose en el horno, unas salchichas con romero y ajo en la sartén, y otra sartén grande donde freía patatas. De pronto me fijé que el aceite de las patatas empezó a moverse en círculo. Y casi a la vez escuché un grito de Francesca que decía “está temblando, está temblando”.

Todo pasó esta vez muy lento. La casa, un piso 39, empezó a balancearse de lado a lado. Empezamos a escuchar fortísimos golpes de metal. Puertas que chocaban, cosas que caían. Escuchábamos el ascensor crujir. Crujía la casa. Francesca se sentó en el suelo, costaba estar de pie. Se te aflojan las piernas que no entienden lo que está sucediendo. Yo me senté a su lado. Estábamos en el pasillo, entre dos cuartos con ventanas que daban a norte y sur. Yo me esforzaba por mirar a lo lejos. La vista desde nuestra casa era muy amplia. Yo vigilaba edificios y grúas, había muchos rascacielos en construcción, und no me pareció que se movía nada. Eso me aterró.

Francesca y yo pensamos lo mismo. No nos lo dijimos entonces, sino cuando paró todo. Ninguno pensaba que era un terremoto. Bangkok no es zona sísmica. Yo no distinguía el movimiento de otros inmuebles a lo lejos. Ambos pensamos que el problema es que el edificio se estaba desmoronando. Teníamos un edificio que estaban levantando pegado al nuestro. Y los dos creímos que la obra había afectado a los cimientos de nuestro inmueble y que nuestro rascacielos se estaba cayendo. De un terremoto te puedes salvar, eso lo aprendimos ocho años antes, de una casa que empieza a derrumbarse no.

Los dos creímos que la obra había afectado a los cimientos de nuestro inmueble y que nuestro rascacielos se estaba cayendo

Entonces Francesca empezó a agitarse con una profunda tristeza. Yo entendí que ella, wie ich, pensaba que nos íbamos a morir. Piensas muchas cosas en poco tiempo. Fue un seísmo muy largo, duró tres minutos. Para nosotros duró tres años, una vida, una noche de insomnio… Es increíble todas las imágenes que se te pasan por la cabeza. Recordé las Torres Gemelas, quizá porque debía mudarme a un Nueva York en cinco días al que quizá ya no iría nunca. Nun, yo no me quería ir de Bangkok, así que quizá me iba a salir con la mía. Pensé en correr por las escaleras, en buscar un refugio en la casa, en protegernos entrando en un armario… Y entendí que era una idiotez todo, que en el piso 39 de un rascacielos que se desmorona no hay opción de sobrevivir.

Miré a Francesca. Y sentí una enorme tristeza de entender que ella estaba pensando que esto era el fin. La abracé. La besé y le dije que no iba a pasar nada. Yo no me creía del todo mis palabras, sólo las deseaba. O las dudaba, WENIGSTENS, BIRNAPFEL dudar la vida es algo para lo que no estás del todo preparado.

La tierra no paraba. Los golpes de los ascensores se escuchaban nítidos. Seguían cayendo cosas. Y no sé el porqué, pero abrazado a ella sentí de pronto una extraña paz. Acepté la posibilidad de la muerte. Imaginé que de pronto se desmoronaba todo. Y pensé: "Nun, ni tan mal. Has tenido una vida muy buena". Lo pensé como lo estoy escribiendo ahora. Me iba sin deudas.

Sentí de pronto una extraña paz. Acepté la posibilidad de la muerte

Plötzlich, el temblor bajo un poco. Me puse en pie esos segundos y corrí a la cocina a retirar todo lo que estaba en el fuego. Duró poco la cierta calma. Fue un valle, y el temblor comenzó fuerte de nuevo. Und dann, schließlich, desde la vidriera del balcón del salón sí vi una grúa de uno de los rascacielos que levantaban a lo lejos que se movía de lado a lado. “Es un terremoto, Franci, es un terremoto. Esa grúa se está moviendo”, grité. Porque eso nos aliviaba a ambos. Quién me iba a decir a mí que saber que vivía un terremoto iba a ser mi alivio. A Francesca eso también le tranquilizó. El terremoto tiene unas reglas. Un edificio antisísmico las aguanta. ¿Nuestro edifico lo era? Parecía que sí. El terremoto lo conocíamos. No es que no lo temiéramos, es que era un temor con lógica. Que el edificio tuviera un problema en sus cimientos era un temor nuevo al que no podíamos aplicar ninguna lógica.

Dejamos de pensar que nos íbamos a morir. Nunca nos dijimos esas palabras. Nunca lo expresamos con palabras. Hablaron nuestras manos, Beine, ojos… Y finalmente paró. La casa dejó de balancearse. Nos pusimos en pie. Miré por la ventana. Esperaba ver humo de edificios derrumbados por todas partes. La ciudad estaba completamente en pie. Me sorprendió gratamente, imaginaba una masacre como la que sí ocurrió en Myanmar, donde estaba el epicentro. La eficiencia al construir, las obras sin corruptelas, salvan vidas. Bangkok estaba en pie, aún no me lo explico. Nos calzamos y bajamos tranquilos. Encontramos otros vecinos evacuando por la misma vía. No corríamos, caminábamos entre bromas.

Pensar que te vas a morir, que la persona que más quieres se va a morir ahí contigo, que se acaba todo, es muy duro y muy raro

En la calle las escenas eran más emocionales. Había un caos de coches y personas. Gente con ataques de ansiedad, llantos, caras de pánico. Una pequeña replica hizo correr a todo el mundo en estampida. Nosotros estábamos ya tranquilos. El terremoto y post terremoto era un terreno conocido. Creo que estábamos un poco en shock. Fue entonces que nos reconocimos ambos que pensamos que nos íbamos a morir. Pensar que te vas a morir, que la persona que más quieres se va a morir ahí contigo, que se acaba todo, es muy duro y muy raro. No sentí pánico, sentí pena y una falsa extraña paz, la de querer que el final fuera tranquilo y la de reconocerme feliz en lo ya vivido.

Tiembla la tierra y tiembla la vida. Miles de personas fallecieron en Myanmar, unas decenas en Bangkok. Miles de personas pierden la vida cada día por desastres naturales, por enfermedades, por accidentes o por violencia. Nosotros no somos víctimas de nada, no nos pasó nada, ni hicimos nada especial. El otro día aquí en Nueva York un helicóptero se cayó al río y se llevó desgraciadamente por delante la vida de tres niños y tres adultos. ¿Pudieron pensar algo aquellas personas mientras caía el aparato? Nacemos con la certeza de que nos vamos a morir, pero no sabemos cuándo. Aprovechemos mientras tenemos el lujo de poder poner la vida en duda.

Neue Kommentare benachrichtigen
Benachrichtigen
Gast

0 Kommentare
Online-Kommentare
Alle Kommentare anzeigen
Hier ist der Weg0
Sie haben noch keine Produkte hinzugefügt.
Stöbern Sie weiter
0