Los pícaros napolitanos, duchos en las artes escénicas, saben llevar al espectador a la catarsis colectiva y te hacen pasar a ti, pobre aprendiz de pillín, por inoportuno e incívico ante la mirada de todos.
Delhi es la ciudad que no para de trabajar. Te puedes encontrar tipos cargando sacos para subirlos a un andamio encima de una casa. Las habituales vacas. Un vecino insomne subido a un poste, intentando abrirse paso entre la maraña de cables que le rodean. Piensas: ¡Hoy se quema todo!