javier brandoli

Javier Brandoli vive en Africa y vive África. Es uno de los fundadores de Viajes al Pasado un periodista universal, un buscador de historias.

87 artículos

Otro cordón umbilical por el globo

¿Cómo no divertirte en un país que le inventó a Disney una película para niños que versa sobre la muerte? ¿Cómo no querer descifrar un país que tiene volcanes de nombre impronunciable que son amantes? ¿Cómo no sorprenderte de un pueblo que paga a los músicos ambulantes para que alegren sus comidas picantes porque les gusta llorar y reír a la vez? ¿Cómo no admirar un lugar que cuando tiemblan sus entrañas ves más manos que escombros?

Los suicidios de los rarámuri

La ola de suicidios de este pueblo nativo, olvidado como tantos en este México con prisas por llegar al presente, tuvo una primera voz de alarma a principios de 2012. Entonces, el Frente Organizado de Campesinos Indígenas denunció que "las mujeres indígenas cuando llevan cuatro o cinco días sin poder darle de comer a sus hijos se ponen tristes; y es tanta su tristeza que hasta el 10 de diciembre de 2011 cincuenta hombres y mujeres, pensando que no tienen que darle a sus niños, se arrojaron al barranco”.

El cuento de Las Vegas (I)

Una americana oriental de unos cincuenta años era mi contrincante. A mi lado, un tipo gordo con una gorra y dos manos con diez dedos de seiscientos gramos cada uno sería el testigo. Cambié 100 dólares. Ella comenzó a dar cartas. Todo fue muy rápido. El tipo gordo de mi lado se pidió una cerveza. Yo pedí dos servilletas y agua para limpiarme una manche del café. Él me miró con cierta tristeza, como si mi café molestara a su cerveza. Lo hacía. Sentí vergüenza.

Dante: el libro que duró trece años

Dante no fue un parto, fueron cien. Mi primera novela duro trece años saliendo y entrando en un cajón o abriéndose y cerrándose de un ordenador del que en muchos momentos no fue más que un viejo archivo olvidado. Los tiempos de Dante se explican en el clarificador ejemplo de que el primer borrador se hizo a mano, con bolígrafo y cuartillas, que entonces yo tenía aún confianza en entender lo que era capaz de dibujar con los dedos.

Corresponsal en México

Vaya aquí por tanto este contrato de mesura, de no sacar rápidas conclusiones, de intentar contar lo importante primero y lo menos importante también, después. De no contarme a mí y sí contar a los otros. Vaya este deseo como un todo al que agarrarme cuando lleguen los egos y las dudas...

Etiopía, en diez imágenes

El norte enseña su historia con la frente alta, sabedor de que sus reyes fueron grandes y de que su historia es hermosa. El sur es primtivo, sus tribus son ancestrales, detenidas en el tiempo. Las gentes de Etiopía, las tres veces que allí estuve, me parecieron pícaras, canallas, generosas, cultas y con demasiado peso en sus miradas. Había una cierta tristeza, un campo callado y unas ciudades vivas y libres.

Kenia, en diez imágenes

Una costa de arena blanca y mar azul, un tren decrépito y maravilloso que navega en el tiempo, unos parques donde nunca descansan los sentidos, una capital cosmopolita, un lago de agua azufre, unas tribus del pleistoceno, unos campos de cultivos donde todo crece, una dolorosa pobreza urbana y una gente alegre y capaz. Kenia podría ser el país que mejor resume África.

Tanzania, en diez imágenes

Es la catedral de la vida salvaje africana. Sus parques son majestuosos, probablemente en términos absolutos, em paísajes y animales, los mejores de todo el c0ntinente. Su fama es merecida, se cobra en aullidos de hiena y en pisadas de barro de las eternas manadas de ungulados. La Gran Migración es el espectáculo natural más imponente que nunca contemplé.

Zambia, en diez imágenes

En los parques de Zambia se escucha y contempla a los leones en sus rutinas de caza y siesta. Los animales parecen dueños de todo, de una naturaleza que roza la perfeccción. Quizá Kenia y Tanzania tengan parques más espectaculares y más llenos de vida salvaje, pero en Zambia hice mis favoritos safaris, especialmente en los fabulosos Lower Zambezi y South Luangwa.

Zimbabue, en diez imágenes

Zimbabue es polvo y piedra. Un país casi muerto, un fantasma que sobrevive por inercia, por salvaje. Su campo es cruel, bello, desordenado. Zimbabue es el África de ayer. Sus gentes son cultas y simpáticas pero en sus rostros se intuye el desencanto de todo lo que no les permiten ser. Zimbabue se mata en su pasado sin saber si volverá a nacer.

Un paseo en el jardín

Decidí hacerlo. Dejé el confort de la zona de confort y decidí probar. Hice una lista de lo que dejaba atrás: un trabajo, una casa, una familia y amigos maravillosos, una televisión que entendía, una sombra y un puchero. Luego, cuando ya anochecía el repaso, añadí un coche, mi edredón, mil tabernas y un cd. ¿Qué me espera? Hice otra lista que tras largas noches en vela rellené con un “no lo sé”.

Ruta VaP (IV): la isla desolada y tranquila

Es una misa evangelista. Han venido varios grupos de lugares cercanos. Hacen las presentaciones y cada grupo canta una canción. Nosotros también. Lo mejor es el grupo que ha venido de Nampula, son muchos y cantan varias canciones con coreografías. Es una visión que todavía nos faltaba de Mozambique.

Despacio

Y entre medias paso todo y de todo, que nunca en aquella ruta que es la tercera vez que la hacía pasaban tantas cosas en mi entorno. Era como si todo tuviera respuesta porque nada era preguntado. Y el sol se levantó con nosotros y, cosa de hacerlo todo tan lento, siempre nos estuvo esperando.

Namibia: aún dos noches y seis nubes de polvo

En Namibia las distancias son polvo. Se calculan a ojo, o eso cuentan al menos que hacen las aves cuando atraviesan las largas vaguadas de madera y sal con el pavor de equivocarse y alcanzar un lugar. No hay tiempo en Namibia, no es posible, no lo permiten los días muertos que siempre han de llegar. ¿Y cómo hacer entonces? “No hay forma, nada se hace para que nada ocurra. Así ocurre todo”, nos contestaban unos ojos.

Madrid: la ciudad sin los otros

Esa es mi ciudad, Madrid, la ciudad en la que no existen los otros. La ciudad que nunca me espera. No hace falta, siempre está abierta. Nunca entendí mejor mi ciudad que ahora que me he ido. Nunca sentí que corría tanto de su sangre en mis venas. Lo entiendo ahora que sé que me gustas porque lo último que pretendes es ser perfecta. No lo eres. Eres vieja, nueva, cabrona, divertida, bella y fea.
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