méxico

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Otro cordón umbilical por el globo

¿Cómo no divertirte en un país que le inventó a Disney una película para niños que versa sobre la muerte? ¿Cómo no querer descifrar un país que tiene volcanes de nombre impronunciable que son amantes? ¿Cómo no sorprenderte de un pueblo que paga a los músicos ambulantes para que alegren sus comidas picantes porque les gusta llorar y reír a la vez? ¿Cómo no admirar un lugar que cuando tiemblan sus entrañas ves más manos que escombros?

Batopilas, pueblo mágico

México se ha llenado de pueblos mágicos. Es cierto que de magia este país nunca ha debido de andar escaso, pero de un tiempo a esta parte a la Secretaría de Turismo la varita se le ha debido ir de las manos porque se le ha derramado a borbotones por toda su geografía.

Terremoto de Oaxaca: ayudas y robos tras la castátrofe

¿Qué tipo de ser humano hay que ser para robar lo que queda de unos escombros? ¿Para adueñarse de la ayuda que entregan millones de personas generosamente? También hay de los otros. Muchos más. Mucha más gente dispuesta a ayudar, a dar la mitad de lo que tenga aunque sea muy poco. Todo eso se veía en Juchitán. Lo muy bueno y lo muy malo. Todo eso es capaz de hacer el hombre.

El cementerio de calaveras y el chocolate de los muertos

El moribundo era cuidado por sus familiares en la casa. Cuando fallecía eran los más cercanos los que en el velatorio realizaban el P'O'Keban. Con mucho cuidado hacían una limpieza del cuerpo sin tocar las zonas sexuales con un trapo húmedo. Con ese agua, según los medios económicos de la familia, se realizaba un chocolate, los más pudientes, y los que tenían menos recursos un pozo

Los suicidios de los rarámuri

La ola de suicidios de este pueblo nativo, olvidado como tantos en este México con prisas por llegar al presente, tuvo una primera voz de alarma a principios de 2012. Entonces, el Frente Organizado de Campesinos Indígenas denunció que "las mujeres indígenas cuando llevan cuatro o cinco días sin poder darle de comer a sus hijos se ponen tristes; y es tanta su tristeza que hasta el 10 de diciembre de 2011 cincuenta hombres y mujeres, pensando que no tienen que darle a sus niños, se arrojaron al barranco”.

Mariposas monarcas

En una quebrada, rodeada de pinares y algodoncillo, descendiendo por un sendero de tierra y roca. Primero son sombras, aleteos invisibles, movimiento sin sonido. Luego aparecen en grupo, algunas, agitando el aire. Finalmente, allí donde abunda el calor y la comida aparecen por miles, por decenas de miles hasta hacerse millones. Las mariposas monarcas, en Sierra Chincua, Michoacán, México. Naturaleza sin vallas ni fronteras. De Canadá a México, ajenas a las reglas del hombre.

La capilla de Jesús Malverde y la Santa Muerte, santos de los narcos

"Jesús Malverde, cuídame a la que se porta bien, pero también cuídame a mi gente traviesa.... porque igual y venimos siendo quienes más te necesitamos y más creemos en ti”, le pide uno de sus seguidores a este santo mexicano que tiene oraciones de rezo propias. Él y la Santa Muerte son la protección de ese esoterismo narco que se mezcla con lo religioso.

Semana Santa indígena en México

De las numerosas celebraciones indígenas, quizá la de los indígenas tarahumara, en Chihuahua, sea la más singular. “A diferencia de otras celebraciones alrededor de la república mexicana, para el pueblo tarahumara la Semana Santa no representa la muerte y resurrección de Jesucristo, sino la eterna lucha entre el bien y el mal, lo llaman “nolirúache” (dando de vueltas) y marca una especie de año nuevo según su calendario agrícola

Corresponsal en México

Vaya aquí por tanto este contrato de mesura, de no sacar rápidas conclusiones, de intentar contar lo importante primero y lo menos importante también, después. De no contarme a mí y sí contar a los otros. Vaya este deseo como un todo al que agarrarme cuando lleguen los egos y las dudas...

La Antigua Veracruz: el Rubicón de Hernán Cortés

La Antigua es la trastienda de la moderna Veracruz. No está tocada por la varita de oro del turismo, pero el mestizaje del México actual empezó a fraguarse en sus costas, donde hace casi cinco siglos comenzó la gran aventura de Hernán Cortés, quien decidió hundir allí sus naves, que no quemarlas, para cerrar cualquier posibilidad de regresar y poner así rumbo a la Corte azteca del gran Moctezuma.
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