Es probable que no tengamos ni un 10% de posibilidades de alcanzar esa minúscula cumbre que se eleva por encima de los seis mil metros en pleno invierno, azotada por vientos que te zarandean y con temperaturas incompatibles con la vida. Pero queremos intentarlo.
Te enamoras de montañas así de la misma forma que te enamoras de una mujer, por su belleza, por su poderosa atracción que sólo provoca el misterio, por su aparente inaccesibilidad, porque cierras los ojos y sólo piensas en ellas...