El sonido del fuego rompe el silencio. Está alojado en una estufa cuadrada de hierro. El fuego es el corazón del hogar mongol, la yurta o “ger”, orgullo y base de su estilo de vida.
Sencillamente, no tiene fin. Es el horizonte más distante e impreciso que jamás he observado. Lo miro de nuevo... Aprecio con relativa claridad las líneas que marcan el fin de la descomunal llanura verde sobre la que mis pies están plantados.