Río Santa Cruz: tras la estela de Fitz Roy
“¡A remar que se viene la curva!”, les grité a mis compañeros y con empeño volvimos a llevar el bote al medio del río. “¿A cuánto estamos?” me preguntó uno de ellos. Miré mi GPS, sólo nos separaban diez minutos de navegación del enigmático Basalt Glen de Fitz Roy.