¿A ti con machete o con pistola? Típica frase (tómese como una metáfora) entre extranjeros en Sudáfrica con la que comenzar una conversación. Algo así como estudias o trabajas versión sureña y algo tostada. Muchas conversaciones en Sudáfrica giran en torno a las veces que te han robado y las veces que te podrían robar. Las leyendas urbanas corren de boca en boca y todo el mundo conoce a alguien que ha sido atracado. Ayer, un tipo que lleva aquí unos meses me sacó un mapa de la ciudad para indicarme las zonas peligrosas. Tras estudiar detenidamente su propuesta he llegado a la conclusión de que necesito alquilar un helicóptero para pasear por la ciudad, comprarme una pértiga o vivir sobre un besugo en medio del mar. Según su científico estudio yo ya tendría que haber sido atracado seis veces donde vivo y tres el día que crucé andando un barrio camino del Waterfront desde el centro. Me dijo: “por ahí ni lo intentes. Ni de día”.
Pero quizá, para ejemplificar mejor la paranoia que se vive aquí con la seguridad os explicaré lo que me ha pasado hoy con Jann, una mujer blanca, de 40yyy, que me ha enseñado algunos pisos para alquilar. En el coche le explicó que estoy un poco cansado de escuchar todo el rato hablar de lo peligrosa que es la ciudad. Ella, muy segura, me dice que “noooooo”, que esta ciudad es muy segura y que ella en 20 años que lleva aquí no ha tenido ningún problema. “Igual que otras ciudades”, remarca, “esto no es Johanesburgo”. Luego, sin embargo, trescientos metros más adelante, me ha explicado que ella nunca aparca a más de dos manzanas cuando tiene que ir a un restaurante porque ha quedado con unos amigos (en Madrid, que si aparcas a seis kilómetros del local te bajas del coche satisfecho, ésta no había cenado aún); “si hace falta llamo a alguien que me acompañe”, ha apostillado. Me ha dicho también que si ve a un grupo de chicos jóvenes de la calle se cambia de acera o se mete en una tienda; me ha preguntado si quiero que ponga una verja en la terraza del loft que igual le alquilo… Eso sí, cuando le he dicho que a mi me parece ridículo llamar a un taxi para cruzar seis manzanas me ha vuelto a decir “noooooo, si la ciudad es segura”. (Ha debido pensar que si seguía en vez de su loft me iba a alquilar un tanque).
Mi percepción es que se exagera un poco. Lo curioso es que todos los que cuentan que más vida hacen por la noche en la ciudad son los que menos hablan de la inseguridad
Lo cierto es que también hay gente menos aprensiva y que ofrece sus consejos prácticos: Llevar una cartera con menos dinero en el bolsillo, a la vista, que será la que se lleven; caminar bajo la luz y por grandes avenidas por la noche; ir seguro, sin ofrecer la sensación de que tienes miedo; coger taxis por la noche; intentar no andar solo cuando ha oscurecido… Insisto en que mi percepción es que se exagera un poco. Lo curioso es que todos los que cuentan que más vida hacen por la noche en la ciudad son los que menos hablan de la inseguridad. De hecho, todos los atracos violentos le han pasado a otros. Quizá el miedo se lleva dentro; una especie de mal de África.
Con este post termino mi temática seguridad, salvo que la urgente actualidad requiera nuevos comentarios, y anuncio que explicaré en mis siguientes entradas cuando cuesta aquí un piso (el Mundial está reventando los precios); las maravillosas playas de la ciudad; las vistas y el brutal atardecer desde Lion´s Head; lo tremendamente pija que es su fisonomía en la zona blanca (podría estar enclavada en medio de cualquier país de élite de Europa) y, sobre todo, mi más que posible entrada a un township, el domingo, con un fotógrafo valenciano que he conocido aquí. Entraremos con gente del mismo township, lo que nos servirá de salvoconducto. La ciudad está partida literalmente en dos: blancos y negros ricos en un lado; gran masa negra en el otro.