Monasterio de Uclés: la casa de la Orden de Santiago

Al pensar en la Edad Media siempre vienen a la mente los mismos tópicos recurrentes: fortalezas inexpugnables, cruentas guerras, órdenes religiosas… El Monasterio de Uclés tiene mucho de las tres cosas, por lo que no hace falta decir nada más para justificar una visita a este impresionante conjunto que es Monumento Nacional desde 1931. Fue la casa de la todopoderosa Orden de Santiago, se asienta sobre una colina y por sus robustos muros parece haberse detenido la historia.

El viaje

Al pensar en la Edad Media siempre vienen a la mente los mismos tópicos recurrentes: fortalezas inexpugnables, cruentas guerras, órdenes religiosas… El Monasterio de Uclés tiene mucho de las tres cosas, por lo que no hace falta decir nada más para justificar una visita a este impresionante conjunto que es Monumento Nacional desde 1931. Fue la casa de la todopoderosa Orden de Santiago, se asienta sobre una colina y por sus robustos muros parece haberse detenido la historia.

Ir en coche hasta allí es bastante sencillo, y se llegue desde Madrid o desde Cuenca la imagen siempre será igual de impactante: cuando estemos a pocos kilómetros aparecerá en el horizonte un pequeño cerro con un monasterio en su cúspide. Su inexpugnable aspecto ya tenía en su momento una función defensiva que hoy no se ha perdido, pues la sensación de respeto sigue aflorando cuando aparece por primera vez en nuestros ojos. Y es que el emplazamiento es la razón de ser del enclave, que ha vivido casi tantas etapas como pobladores ha tenido la Península Ibérica. La importancia desde el punto de vista histórico viene dada fundamentalmente porque desde 1174 hasta la desamortización de 1836 perteneció a la Orden de Santiago, siendo su casa matriz (caput ordinis).Le fue entregada a la entonces nueva Milicia de Dios por el monarca castellano Alfonso VIII, que decide quitársela a sus antiguos moradores de la Orden de San Juan (más conocida por Orden de Malta). Es imposible resumir en este artículo la importancia que la plaza tuvo en el proceso de Reconquista, pero resaltaremos la conocida como batalla de Uclés o de los Siete Condes, donde muere el Infante Don Sancho a manos de las tropas almohades lo que según algunos historiadores evitó la posible unión de la España cristiana unos cuantos siglos antes de que lo hicieran los Reyes Católicos (1108).

Se llegue desde Madrid o desde Cuenca la imagen siempre será igual de impactante: cuando estemos a pocos kilómetros aparecerá en el horizonte un pequeño cerro con un monasterio en su cúspide

En un primer momento, por tanto, primaba la tarea en Uclés de asentar la frontera con los musulmanes, pero tras el fin del proceso de «Reconquista» dejo poco a poco de ser «un castillo» para convertirse más en un monasterio.Su construcción duró más de dos siglos (XVI-XVIII) y eso se ha reflejado en la arquitectura, que ofrece nada menos que tres estilos distintos: plateresco, herreriano y churrigueresco.

El Escorial de la Mancha

Tras esa montaña de datos se esconde un auténtico viaje al pasado y una de las principales referencias turísticas del entorno: no en vano, el Monasterio de Uclés es conocido como «El Escorial de la Mancha». Hay experiencias que todo el mundo debe vivir al menos una vez en su vida, y en España hay pocas cosas como situarse enfrente de la magnífica fachada churrigueresca de Pedro de Ribera que presenta el conjunto, franquear su acceso y deleitarse con el patio que se abre ante el viajero (previo pago de la entrada, siempre hay un matiz terrenal en las experiencias místicas). A lo largo del patio se disponen las distintas estancias que configuran el monasterio y que puede llevar un par de horas visitar. Por cierto, no todas las dependencias son accesibles ya que desde 1949 funciona como seminario menor del obispado de Cuenca.

Puede ser una buena idea empezar por la iglesia, ya que es uno de los puntos fuertes. Está conservada perfectamente y estructurada a modo de centro de interpretación de la Orden de Santiago. No figura como tal en ningún sitio, pero en las distintas capillas ofrece piezas (estatuas, armas, códices…) y paneles para comprender no sólo la importancia intrínseca de la orden sino su papel en la Península Ibérica. Justo al lado está la sacristía, hoy usada como capilla, que puede saber a poco después de haber recorrido la preciosa iglesia anexa. No obstante, su decoración es de lo más llamativa. Otra estancia a destacar es el refectorio, que en la actualidad sigue siendo utilizado como comedor para los seminaristas. Quizá su mobiliario carezca de interés, pero en la parte superior de la estancia hay un artesonado de muy bella factura en la que están representados todos los maestros de la Orden, incluído algún traidor con forma de calavera que dejamos al viajero que descubra por si solo su significado. Por último, hay algunos pasillos por los que se puede transitar para terminar de apurar la visita. De lo que queda, lo más interesante es subir a la planta superior para tener una perspectiva distinta del patio.

De todos modos, el interior no es lo único que merece la pena del Monasterio de Uclés. Quizá el elemento más destacado sea la fachada por la que se accede y de la que ya se ha hablado, pero merece la pena dar una vuelta por el perímetro del edificio. Para cualquiera al que le guste la Historia o el Arte será una experiencia notable, puesto que prácticamente cada rincón de la fachada ofrece algún pequeño detalle: cruces de Santiago, inscripciones, enrejados… Por otro lado, llegados a este punto conviene recordar la imagen con la que se ha empezado el relato: la del promontorio en el que se ubica el conjunto. Estando en él las vistas de los alrededores son fantásticas, siendo un sitio idóneo para disfrutar del paisaje típico castellano o para ver el pueblo de Uclés desde una perspectiva distinta. Atención a los enamorados, pues puede ser un emplazamiento pintiparado para disfrutar de un bellísimo atardecer.

En definitiva, el Monasterio de Uclés es una posibilidad totalmente recomendable para hacer turismo por el interior de la Península Ibérica. No muchos lugares ofrecen en tan poco espacio tantos alicientes y tantas opciones, ya que desde Uclés están a tiro de piedra otros núcleos de interés como el Parque Arqueológico de Segóbriga, Huete o la propia Cuenca.

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El camino

El conjunto está en el corazón de Uclés, un pequeño pueblo a medio camino entre Madrid y Cuenca. Desde la capital de España se tarda algo más de una hora en coche, siendo la mayoría del trayecto por la A-3 hasta coger el desvío en Tarancón. Desde ese punto hay que ir por un par de carreteras secundarias, pero está muy bien indicado. Por otro lado, desde Cuenca se tarda lo mismo y el recorrido es más o menos similar: la mayoría del camino por la cómoda A-40 hasta que a la altura de Carrascosa del Campo haya que tomar el desvío y transitar por vías de doble sentido.

Una cabezada

El Monasterio de Uclés tiene a más o menos a la misma distancia dos Paradores Nacionales: el de Cuenca y el de Alarcón. Ambos son opciones perfectas para hacer noche tras haber visitado este conjunto y aprovechar para conocer otro de los muchos atractivos de la provincia. Otra posibilidad es hospedarse en una de las muchas casas rurales de los alrededores: Tarancón, Almendros o Carrascosa del Campo ofrecen infinidad de posibilidades.

A mesa puesta

El Restaurante Villa de Uclés (calle Angustias) ofrece una buena variedad de platos enmarcados siempre en recetas tradicionales del entorno. Mención aparte merece su suculento morteruelo, un guiso elaborado fundamentalmente a base de hígado de cerdo y carne de caza.

Muy recomendable

Para los fans de Águila Roja, la serie de televisión con más audiencia en España, el Monasterio de Uclés será un entorno familiar, puesto que varias tramas de la serie se han rodado tanto en su interior como en su exterior.

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