Jul 20 2010 Suazilandia, algo más que Mortadelo y Filemón

A mi Suazilandia me recordará siempre a los cómic de Mortadelo y Filemón. Su nombre recuerda a aquellos países a los que mandaban a los agentes y les pagaban millones que al cambio eran unas cuantas pesetas. Pero Suazilandia es el país de los suazi, una etnia que ha conseguido mantener su independencia con Sudáfrica pese a estar enclavado su territorio entre el sudafricano Parque Kruger y la región de Kwala Zulu Natal, cuya capital es Durban. Es también el país donde el Sida se devora las vidas de forma implacable.

Las 24 horas que pasé en Suazilandia dejaron multitud de anécdotas. En la frontera de entrada, los tipos, encantadores, se dividieron entre los que nos daban consignas de cómo ganar a Alemania (fue antes de la semifinal) y los que nos pedían que les regaláramos la camiseta. Luego, paramos a dormir en un hotel en Manzini, la ciudad más poblada. En el restaurante, estábamos solos, tardaron más de una hora para hacernos tres carnes. Luego, para pedir el vino tuve que acompañar a la camarera al bar del hotel para decir que botella quería exactamente; tras la elección, otra camarera, la del bar, se subió a un taburete en difícil equilibrio, tras lo que debío pensar que esa operación la iba a repetir Rita y me bajó, directamente, todo el stock.

A la mañana siguiente, partimos hacia Durban. En la carretera nos paró la Policía por exceso de velocidad. Comenzamos a negociar con ellos, primero bajo el truco de no entiendo nada, para acabar con el de «¿nos hacemos una fotos?». Pagamos una cuarta parte de los que nos pedían al principio, nos hicimos las «pictures» y nos fuimos justo cuando una mujer a la que habían parado decía «¿por sólo 20 kilómetros?». Fueron encantadores.

Luego llego la última frontera, la del video, que enseña las diferencias que hay entre la rica Sudáfrica y la pobre Suazilandia. El mostrador de madera, la verja y la oficina sombría suazilandesa, contrasta con los ordenadores y novísimo mobiliario del lado sudafricano. Suazilandia es algo más que Mortadelo, me dije al irme. En mi, este lugar, fue un montón de sonrisas.

Javier Brandoli